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A. GILGADO
Viernes, 1 de noviembre 2013, 09:51
Dice Carmen de Aguirre que, desgraciadamente, el Banco de Alimentos se ha puesto de moda. Desde que empezó la crisis se han multiplicado las informaciones sobre los nuevos pobres. Sin quererlo, ejercen de termómetro social.
-Ustedes lo vieron venir antes que nadie.
-Hace seis o siete años, en una entrevista que tuvimos entonces con el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, recuerdo que le dije: 'esto viene muy mal y muy rápido. Suben los beneficiarios a una velocidad de vértigo'. Desgraciadamente, no nos equivocamos. Yo llevo casi veinte años aquí y nunca he visto esto. La pobreza era sostenida, pero se disparó.
-Y seguimos cayendo.
-En estos momentos atendemos a más de treinta mil beneficiarios. Una barbaridad, pero yo creo que se está parando. Poco, pero se está parando. Por primera vez en mucho tiempo hay asociaciones que han bajado el número de auxiliados. Hablamos de tres o cuatro bajas, pero esto antes no ocurría. Siempre era más y más.
-¿Hemos alcanzado niveles realmente preocupantes?
-Sí. No es que pasemos hambre como en el tercer mundo, pero la pobreza y la necesidad han llegado a la clase media. Matrimonios de profesionales liberales con hijos que tienen su hipoteca y acaban en un comedor. Por ejemplo, nos piden alimentos parroquias que antes no lo hacían porque supuestamente en el barrio donde se encuentran no había problemas económicos.
-Los nuevos pobres.
-Para muchos se trata de una situación vergonzante y pasan hambre antes de pedir ayuda. En estos casos, los abuelos les rescatan como pueden. En realidad, la clase media sobrevive gracias a los abuelos. Habría que hacerles un monumento. Las pensiones deberían ser sagradas. Ejercen de sostén familiar.
-Y ustedes ¿cómo han sorteado todo la avalancha?
-Intentamos trabajar al máximo, rendir todo lo que podemos y más. Hacemos 'operaciones kilo' constantemente. Al final de mes ya tenemos planeada una simultánea en varios supermercados. Se hará en España de forma conjunta el 29 de noviembre.
-¿Y haciendo campañas mensuales no llegan?
-Trabajamos casi para el reparto mensual. Se entrega la recaudación y se vuelve a quedar el almacén vacío. Ya no podemos dividir más los lotes de alimentos. Damos seis litros de leche y dos de aceite. Para una familia con varios hijos, seis litros de leche resultan insuficientes para todo el mes. Estiramos todo lo que podemos, pero si lo hacemos más al final le damos una miseria a todos.
-Por lo que explica, en cierto modo se han reiventado.
-Antes las fábricas tenían muchos excedentes. En un mes, por ejemplo, había fabricantes que te enviaba un camión o dos. Ahora en las fábricas se trabaja sobre pedido. No tienen excedentes y no envían nada. Este año hemos comprado comida en el banco, algo que no había pasado nunca porque de las fábricas ya viene muy poco.
-¿A cuánta gente atiende ahora?
-En estos momentos estamos 32.496. Hace dos años tuvimos que decir que ya no podíamos admitir a más entidades. Hemos hecho alguna excepción. Nosotros, en función de los alimentos que podemos conseguir, sabemos que nuestro margen de maniobra se mueve entre las 28.000 y 32.000 personas. Volvemos a lo de antes, si acogemos a más tenemos que dar menos kilos de alimentos al resto. Con estos números estamos en el límite. Estamos dando entre 20 y 30 kilos al mes por familia. Antes venían organizaciones de Cáceres o Portugal, pero tuvimos que dejar de colaborar con ellos.
-Dicen que hay más solidaridad. ¿Ustedes lo notan?
-Aquí todos los meses llega alguien que vacía su maletero de mercancía para donarlo. Antes eso no se veía. El premio Príncipe de Asturias del año pasado también nos ha ayudado. La gente sabe que trabajamos de forma eficaz. En el banco no tenemos contacto con los necesitados, damos los alimentos a las asociaciones para que los repartan, pero en muchas 'operaciones kilo' que organizmos nos topamos con donantes que nos dejan bolsas de comida porque en su día recibieron nuestra ayuda cuando lo necesitaron. Antes nadie hacía campaña para recoger alimentos, ahora fábricas, empresas, asociaciones de vecinos las organizan y nos traen la recaudación.
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