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SERGIO LORENZO
Domingo, 3 de noviembre 2013, 11:50
Llevan seguramente más de cincuenta años sin funcionar, sin dar luz; pero siguen ocupando espacio en el céntrico Paseo de Cánovas, manteniéndose firmes, llenas de óxido, mientras las ramas de los árboles chocan contra ellas. Son viejas farolas, inservibles, que ningún alcalde o concejal ha ordenado retirar.
A simple vista, en el Paseo de Cánovas hay tres de estas viejas farolas de altura considerable, más altas que las que ahora proporcionan luz. La más visible es la que está frente al kiosco de flores Juanvi, cerca de la Cruz de los Caídos, al lado de la vieja plegaria del árbol que ha sido repintada en una placa hace poco y que comienza así: «Tú que pasas y levantas/ contra mí tu brazo armado./ Antes de hacerme daño, mírame bien:/ Yo soy el armazón de tu cuna,/ la madera de tu barca,/ la tabla de tu mesa,/ la puerta de tu casa,/ la viga que sostiene tu techo,/ la cama en que descansas».
Otra vieja farola se encuentra escondida entre los árboles cerca del Kiosco de la Música, y una tercera aparece frente al chalet de los Málaga, cerca ya de la Fuente Luminosa.
Estas farolas debieron de ser unas de las primeras que dieron luz a la ciudad. Según recuerda el Ayuntamiento de Cáceres, fue el 28 de mayo de 1897 cuando se inauguró el alumbrado eléctrico público en esta ciudad, sustituyendo la luz eléctrica el alumbrado de aceite de petróleo que causaba alguna molestia por su olor. La inauguración coincidió con la celebración de la Feria de Mayo.
La instalación fue concedida a la Sociedad Eléctrica de Cáceres, que creó una estación eléctrica en el antiguo hospital del Sancti Espíritu, que generaba tanto ruido que incluso fue víctima de un sabotaje por parte de algunos vecinos.
La estación surtía de luz a 500 lámparas incandescentes y dos arcos voltaicos. El Ayuntamiento señala que entonces las luces permanecían encendidas desde la puesta de sol hasta las doce de la noche en invierno, y hasta la una de la madrugada en los meses de verano.
Sin embargo la llegada de la luz eléctrica al conjunto de los domicilios particulares fue de lenta instalación.
Fernando Jiménez Berrocal, archivero municipal de Cáceres piensa que las viejas farolas de Cánovas quizás estén ahí desde los años veinte. «Puede que se instalaran alrededor de 1926, junto a la estatua de Gabriel y Galán». Precisamente, el monumento de Pérez Comendador se inauguró el día 6 de enero de 1926, recordando la fecha exacta en que murió el poeta.
El Parque de Cánovas se trazó en el año 1896, explanando terrenos más allá de lo que ahora es el Parque de Calvo Sotelo, que era un montículo de subida al Hospital Provincial. Se hizo cuando la ciudad prácticamente terminaba en la Casa de las Chicuelas, donde estaba el Parador de Valiente.
Esa fisonomía urbana ya se ha perdido. Sin embargo, se mantienen unas farolas como testigos silencionsos de la vida cotidiana de los cacereños. Entre los ciudadanos que saben de la existencia de estas casi centenarias farolas del Paseo de Cánovas (pues para muchos pasan en realidad inadvertidas) hay quienes son partidarios de quitarlas, pues hace mucho tiempo que no cumplen su cometido de iluminar, y, por el contrario, entorpecen el desarrollo de los árboles. Pero también hay, sin embargo, quienes señalan que deben permanecer en el parque por pura cuestión estética ya que su factura les parecer hermosa.
Lo curioso es que hay gente que señala que la actual iluminación del Parque es escasa en algunas zonas, pues la vegetación ensombrece la luz de las farolas que sí funcionan.
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