Los vecinos del Corazón de Jesús siguen esperando la rotonda

Joaquín Pascual echa cuentas. Si el colector de agua le costó seis años de quejas, cartas y reuniones para que se pusiera en el Corazón de Jesús, lo de la rotonda, puede tardar décadas «y más con la crisis».

Los residentes de la barriada más alejada de la ciudad, a más de cinco kilómetros por la carretera de Olivenza, esperan desde hace tiempo alguna fórmula para convivir de forma más segura con el paso de los coches. «Cuando pase algo gordo dirán que es un punto negro, pero antes no se hace nada», se queja el representante vecinal.

La supuesta rotonda lleva años en un cajón. Se planeó con el futuro desdoblamiento de la Ex-107 que conecta Badajoz y Olivenza, pero estos días se habla otra vez del proyecto.

Dos nuevos siniestros de tráfico, el último fue el pasado lunes entre dos camiones, y el anuncio del consejero de Fomento, Víctor del Moral, de que invertirá en mejorar la seguridad de la calzada han vuelto la mirada hacia la Ex-107.

Joaquín dice que ellos han propuesto todo tipo de soluciones, la famosa rotonda, un semáforo, un paso de peatones o un puente peatonal elevado y no sabe ya a quién dirigirse porque en el Ayuntamiento le dijeron que la solución la debería aportar la Junta y en la Junta le remitió al Ayuntamiento.

El volumen de ocupación de la vúia, estimado en más de ocho mil vehículos al día, hace de las horas puntas una caravana casi permanente. Los vecinos tienen que armarse de paciencia para incorporarse con el coche a la calzada o para cruzar al otro lado. Dice Joaquín que no es sólo una cuestión de tiempo, también de seguridad.

En diciembre del año pasado cerró el pequeño supermercado que llevaba funcionando más de treinta años y ahora la tienda de la gasolinera de Repsol del otro lado ejerce de mercado. Los vecinos cruzan los dos carriles a diario para comprar el pan, leche, fruta o el periódico.

Eso es lo que hace Francisco Soto. Entre su casa y Repsol hay poco más de cien metros y emplea más de un cuarto de hora en recorrerlos.

En la orilla de la calzada espera cinco minutos a cada lado. «Con niebla es un peligro, aquí el día menos pensado nos siegan».

En el lado del surtidor, a la izquierda en dirección a Olivenza, también para cada día el autobús que lleva al colegio a los niños que viven en las casas de campo cercanas. Tienen que sortear también los coches y lo hacen a la hora más peligrosa.

En ese tramo horario, dicen los vecinos, cruzan el Corazón de Jesús trabajadores de Olivenza, San Rafael o Cheles que van a Badajoz y tienen una hora de entrada fija y arriesgan más para llegar a tiempo.

En teoría, por la travesía tienen que pasar a cincuenta y en el tramo posterior y anterior a setenta, pero muy pocos pasa respetan el límite. Eso lo ha comprobado Francisco Torvisco. Cada mañana, antes de las seis abre el mesón en el que trabaja y ve como el goteo en la carretera de primera hora se vuelve en un columna de coches a partir de las siete y media. «Aquí nadie pasa a cincuenta». Francisco recuerda que en la barriada llevan años pidiendo alguna solución y de momento, poco se ha hecho. La Junta, según se comprometió el consejero hace pocos días, invertirá 60.000 euros en mejorar la señalización de todo el tramo Badajoz y Olivenza y se reordenarán algunos accesos de los muchos que tiene la vía desde las fincas agrícolas. El representante de Fomento dijo que una vez que se compruebe que los coches pasan más despacio se trazará un paso de peatones iluminado. La solución, por tanto, no tiene fecha. Depende del éxito de la nueva señalización. Los vecinos recuerdan que la vía está perfectamente señalizada, el problema es que los conductores ignoran las indicaciones.