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A. GILGADO
Domingo, 17 de noviembre 2013, 10:17
Dice Jesús Gumiel, presidente de la Asociación para la Atención y la Integración Social de las Personas con Discapacidad Física de Extremadura (Apamex), que la idea le vino a la cabeza porque la vio en Liverpool.
De la ciudad inglesa le llamó la atención que en algunas calles había topes de caucho delante de los bordillos para evitar la invasión de los morros de los vehículos en las aceras. Discapacitados en sillas de ruedas o padres con carritos podían pasar sin problemas sin tener que bajarse a la calzada.
Gumiel exportó la idea a Badajoz y desde la Otaex (Oficina Técnica de Accesibilidad de Extremadura) elaboraron un mapa de esquinas y calles invadidas donde se podrían instalar las barras de goma. El Ayuntamiento también vio una forma de mejorar la accesibilidad y dio el visto bueno a la idea. A principios de octubre aprobó una propuesta de gasto de casi 17.000 euros para comprar 400 gomas de este tipo. Y si con esta remesa no hay suficiente, adquirirá más. En Apamex y en el Ayuntamiento lo ven como una solución barata, cincuenta euros cuesta cada barra, que solventa un problema de accesibilidad.
Los topes ya han aliviado los contratiempos de varios vecinos de la plaza de Santa Ana, que llevaban años sorteando los coches en el umbral de las casas. Josefa Romero llamó más de una vez a la Policía Local para poder entrar en su casa porque un coche le taponaba la puerta. Los conductores no tenían reparo en pegar el paragolpes delantero a la fachada.
En otra esquina del Casco Antiguo, la de la subida a la Alcazaba desde la rotonda de los Poetas, sufrían el mismo problema. Los coches se arrimaban al máximo al bordillo para no obstaculizar a los vehículos que suben y bajan esta calle, pero lo hacían a costa de comerse el espacio para los peatones. Ya era costumbre subirse al acerado y para evitarlo, en esta esquina de Porrina de Badajoz y José Lanot se pusieron hace cuatro días seis barras en el suelo a medio metro del bordillo. Ahora cualquiera que cruce en silla de ruedas o con carros de bebés no tiene que rodear por dentro de la calzada.
Más ambiciosa ha sido la actuación en la plaza Santa María de la Cabeza. En este caso se han instalado noventa en el suelo de toda la travesía y se han pintado las marcas para delimitar el sitio de cada vehículo. Como no hay mucho margen de maniobra, el tope se ha colocado a treinta centímetros de la acera.
En Otaex explican que la Policía Local estudia si resulta viable en cada punto, porque al restar varios centímetros tienen que comprobar que se mantiene holgura suficiente para el resto de vehículos que circulan por la vía. En una calle del Casco Antiguo se han descartado por falta de espacio.
La Otaex se ha centrado en las invasiones, pero también se tendrá en cuenta la anchura de la calle, si los coches paran en batería o en línea, y el giro que tienen que trazar para saber si al restar esos centímetros no se genera un problema de circulación.
Los puntos que han marcado desde Otaex al Ayuntamiento no se limitan sólo a los tres emplazamiento sobre los que ya han actuado: plaza de Santa Ana, Santa María de la Cabeza y Porrina de Badajoz. También quieren instalarlo en Adelardo Covarsí, junto a la parroquia de San José. La vía de acceso que discurre por Pereda Pila rodeando el solar de aparcamientos de Adeba cuenta con una acera de poco más de un metro con estacionamientos a ambos lados. Apenas hay espacio para moverse con soltura.
También han sugerido ponerlos en las traseras de la 'plaza del Pirulo'. Los conductores aprovechan los huecos entre las cocheras y aparcan pegados sobre una acera de poco más de un metro. Desde Apamex recuerdan que cualquier vecino que tenga problemas por la invasión puede presentar en el Ayuntamiento la queja, porque el Consistorio se ha quedado con algunas barras de goma en reserva para atender estas peticiones. Los técnicos que han trabajado en este tema también creen que en las calles de plataforma única se pueden sustituir por los bolardos. Las gomas sirven igualmente para separar el espacio que comparten coches y peatones.
Se han anclado al suelo noventa barras para ganar algo más de treinta centímetros a la acera.
Los vehículos estacionados daban en la pared de la casa y Josefa Romero no podía salir de casa.
Los conductores se comían la acera para dejar sitio a los que suben y bajan de la Alcazaba.
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