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P. CALVO
Lunes, 18 de noviembre 2013, 12:19
Víctor Santiago Tabares fue concejal socialista de Innovación y e-Gobierno durante la pasada legislatura (2007-2011) y ahora está escribiendo un libro en el que probablemente aparezca esta cita que le gusta repetir del psicólogo Richard Wiseman: «Se ha comprobado que por cada calumnia lanzada contra alguien, se requieren cinco cumplidos para compensar el daño infligido». El libro aborda su experiencia judicial tras la acusación de un empresario de que intentaba aprovecharse económicamente de las obras del Edificio Embarcadero, imponiendo un tipo de material para la ejecución de la bóveda en lugar del adquirido por la empresa adjudicataria. El juzgado número 7 archivó hace un año la causa contra él y los técnicos implicados, y la pasada semana se conoció que el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJ) también ha dado la razón al Ayuntamiento, al que exonera de indemnizar a Prinsa por la resolución del contrato.
Tabares nunca antes ha querido hablar públicamente de este episodio. «No hubiera sido creíble, pero ahora que ha terminado siento la necesidad de restituir el honor de mi familia, que es gente humilde, y mis apellidos, que no son patrimonio solo mío, sino de mi familia».
-¿Se puede decir que el Embarcadero está acabado si no se ha colocado ese material de la bóveda?
-No está finalizada la falsa bóveda. Al entrar en litigio quedó todo paralizado y supongo que el Ayuntamiento optará por acabarlo porque la última sentencia del TSJ permite con el aval recuperar unos fondos que se habían abonado a la empresa. Debería finalizarse porque no solo es un problema de acústica, sino sobre todo de aislamiento térmico. Además, creo que el Ayuntamiento debería querellarse contra el empresario y pedirle daños y perjuicios por el incumplimiento culpable. Yo también estoy pensando en hacerlo.
-¿No se habría evitado este mal trago si el Ayuntamiento hubiera adjudicado la obra de la cubierta a una empresa especializada y no a otra sin experiencia en ese terreno. Por qué se adjudica a Prinsa?
-Pues lo desconozco. Jamás he estado en la Mesa de Contratación del Ayuntamiento, que se rige por unos criterios técnicos. Es la Mesa la que propone la adjudicación y a partir de ahí mi Concejalía es la que se ocupa de la supervisión. Creo que, efectivamente, se debería ser mucho más escrupuloso a la hora de hacer una adjudicación y con su seguimiento. Es cierto que estábamos en un contexto de crisis económica, pero la empresa desde el principio dio muestras de no tener capacidad para ejecutar la obra. Es muy importante que se concedan los contratos no a quienes presenten únicamente las propuestas más baratas, sino a quien establezca una relación calidad-precio.
-Pero la adjudicación se hizo así. ¿Lo considera un debe en la gestión del gobierno socialista?
- Bueno... no, es igual que en el ámbito privado, que a veces no aciertas con alguien a quien encargas una obra. Aquí creo que fue un problema de carácter técnico en el proceso de ejecución, a la empresa además le sobrevino la crisis y lo que más ha influido fue la mala intención del empresario. Si nos hubiera advertido podríamos haber buscado una salida, por aquella época se estaba ejecutando el Plan E y varias empresas con obras adjudicadas que tenían dificultades nos avisaron y se resolvió bien el asunto. En este caso no fue así y se quiso culpar al Ayuntamiento.
Rescisión
-Entonces llega un momento en que se ve imputado en los tribunales. Una situación inesperada aunque un cargo público sabe a qué se arriesga con lo que firma.
-En este caso yo no firme nada, solo me correspondía supervisar, pero sí, cuando asumes responsabilidades políticas ante la ciudadanía pues hay que actuar con mucha prudencia y así fue como actuamos. Los profesionales técnicos en los que yo confié, que me parecen muy solventes, controlaron a la perfección el proceso. Ellos fueron los que me informaron en su momento de que la empresa no era capaz de ejecutar la obra. Yo propuse a la junta local de gobierno la rescisión del contrato porque se estaba causando un daño y repercutía además en la gestión de fondos europeos. El Ayuntamiento tardó casi un año en ejecutar administrativamente esa rescisión, y en ese periodo fue cuando llegó la denuncia de la empresa. En realidad era un conflicto entre técnicos y empresa en el que acabo apareciendo yo como por arte de magia. Tiene su lógica.
-¿Por qué?
-Pues porque en aquellas momentos, 2010 y 2011, cuando se decía en las calles eso de no hay pan para tanto chorizos y esas cosas, al empresario le venía muy bien meter a un político en el conflicto. Yo asumo mi responsabilidad, fuimos honestos defendiendo el interés municipal, como así se ha demostrado.
-Pero no solo es la denuncia de un empresario; tras conocerla, la Fiscalía acusa de varios delitos y el juez le imputa. ¿Tiene algún tipo de resquemor, cree que se imputa a la ligera?
-No es un problema del juez instructor, sino de la Fiscalía. Creo que debería haber sido mucho más prudente. Este mismo periódico publicó que después de cinco meses de investigación proponía la imputación, pero es que en realidad no hay nada de eso. La Fiscalía lo único que hace es que toma la acusación de la empresa y la traslada al juez instructor, que con esa denuncia que le llega de la Fiscalía, no de un privado, tiene que tomar declaraciones. En mi opinión, la fiscal debería haber indagado sobre la denuncia, recabar documentación del Ayuntamiento, escuchar a los denunciados además de al demandante, etcétera, y con toda esa información la Fiscalía podría haberlo parado. Creo que debe haber prudencia en el procedimiento judicial por parte de la Fiscalía, y también prudencia por parte de los medios de comunicación.
-Una vez que un político está imputado, como fue su caso, los medios difunden en titulares el hecho. ¿Cree que es exagerada o injusta esa 'pena de Telediario' a la que se somete al político que luego puede resultar exculpado?
-Los medios ponen el amplificador, y este caso concreto sobre todo este diario. Creo que también se debería haber sido más prudente. Yo me enteré de la acusación contra mí por el periódico y se pone en boca de la Fiscalía lo que dice la acusación, claro, porque solo había tramitado la denuncia. Eso tiene una repercusión tremenda. Es verdad que se me ofreció la posibilidad de hablar, pero en esos momentos no tengo ninguna credibilidad. Cualquier cosa que dijera hubiera despertado una lluvia de críticas porque la gente se queda, en general, con la parte negativa, tienen hecho su propio juicio. Ahora no lo digo yo, lo dicen las sentencias judiciales.
- ¿Durante este proceso se ha sentido arropado por su partido por sus compañeros o ha tenido que apechugar solo?
-Es verdad que he tenido que pagar de mi bolsillo los abogados pese a que me quedé en paro y he tenido que apechugar con eso porque mi partido no tiene dinero. Pero sí, he tenido muchas muestras de cariño y solidaridad de mis compañeros, todavía hoy. A lo mejor por algunas personas no lo suficiente, pero como hay tantos problemas pues para el partido el mío es uno más dentro de los conflictos entre políticos y la ley. Aunque también es verdad que lo que queda en la calle no es el nombre del concejal, que la gente ya no recuerda, sino el del partido. Yo sigo en cualquier caso comprometido y creo que hay que dignificar la idea de la política.
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