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¿Qué ha pasado hoy, 29 de marzo, en Extremadura?
Aimar posa en la cocina de un bar de su pueblo, Ortuella. :: FERNANDO GÓMEZ
«Aprendí de Arguiñano»
SOCIEDAD

«Aprendí de Arguiñano»

A los 3 años prefería ver al maestro del perejil que los dibujos animados. Con 9, el ortuellano Aimar San Miguel ha revolucionado 'Master Chef Junior' con su desparpajo

SERGIO LLAMAS

Viernes, 27 de diciembre 2013, 10:37

Muchos niños sueñan con estrellas. Pero este lo hace con las de Michelin. Aimar San Miguel es el benjamín de 9 años, cumplidos en noviembre, que triunfa por su desparpajo y su mano en los fogones del concurso 'Master Chef Junior' de TVE. El pequeño cocinero de Ortuella (Vizcaya) se ha ganado al jurado y a sus compañeros con un buen puñado de creatividad culinaria, una pizca de carisma, otra de facilidad de palabra y un buen chorretón de imaginación gamberra. Recién superado el ecuador de este 'show-talent' para críos, Aimar se ha atrevido a coronar una tarta con un oso de cresta punky tocando la guitarra. A sus escuetos zumos, los llama 'chupitos'. No vaya a creerse el tribunal que no le dio tiempo de exprimir todas las naranjas.

Hijo único, futbolista en el equipo de su pueblo -anima casi a partes iguales al Athletic y al Barça-, es aficionado a la gastronomía «desde los 3 años. Ya entonces prefería ver cocinar a Karlos Arguiñano que los dibujos animados». A los 6, preparaba sus propias pizzas y las ponía a hornear. Pese a su corta edad, ya ha elaborado comida hasta para una docena de comensales. Todos familiares, claro.

-¿No se te resiste ningún plato?

-Pues la verdad es que no.

-¿Ni siquiera los zumos?

-(Ríe) Estaba en el último minuto y no me daba tiempo. Los zumos se me dan bien, pero en un minuto no hago mucho, solo un chupito, lo que vísteis.

Habla con pasión, pero Aimar dice que es tímido y travieso a partes iguales. Le gusta cocinar de todo, pero quizás su especialidad sea el arroz. Casualidad, uno de sus platos preferidos: «Me queda muy bien, ni duro ni pasado». El talento le viene de sus padres, que no son cocineros. «Da gusto tenerle al lado porque quiere aprender. Si le gusta la cocina, tenemos que darle facilidades. La cocina es tremendamente educativa, instructiva e imaginativa», dice Juan Carlos, carpintero y padre de este trasto.

-¿Aimar, para quién te gustaría cocinar algún día?

-Siempre lo he dicho: para Karlos Arguiñano porque aprendí de él.

-¿Eres de guardar recetas?

-No mucho. La mayoría de las veces me gusta improvisar. A partir de un sofrito, por ejemplo, puedes hacer muchas cosas.

-¿Cuál ha sido tu mejor momento en la cocina?

-Cocinando con mi padre o con mi madre.

«Me reconocen bastante»

Los gustos del pequeño chef son sencillos e idénticos a los de cualquier chaval. Nada hace pensar que este alumno de cuarto de Primaria pueda preparar, con total naturalidad, una tartaleta de verdura y frutas o una merluza en salsa como las que ha cocinado en antena. Guisa cosas verdes y con espinas, sí, pero se relame con las chuches. Y los regalos de Navidad no difieren en nada de los que ha recibido cualquier crío de su edad: una pistola que lanza flechas de plástico y un juego de Lego.

En el patio del cole es otra cosa. A Aimar le frustra no poder conversar sobre su pasión con los compañeros de clase. «Es que no puedo hablar nada de cocina con ellos. No saben nada. La cocina no les llama la atención, solo les importa jugar y jugar». Habla sin ironía ni pedantería, como es él.

-¿Ya te reconocen por la calle?

-Sí, la verdad es que bastante. Me han pedido unas cuantas fotos.

-¿Y cómo lo llevas?

-Bien. No se me hace extraño porque mis padres ya me habían dicho que podía pasar.

Juan Carlos ha tenido mucho cuidado en advertir a su hijo de que las cosas cambiarían. «Es lo que hemos intentado hablar con él. Que supiera que iba a ser un cambio positivo en el sentido de que la gente le va parar por la calle o va a querer hacerse una foto con él porque les gusta, les ha caído bien y porque quieren guardar un recuerdo. Le intentamos enseñar que es positivo, que uno tiene que ser educado y tomárselo con calma y, sobre todo, que es algo pasajero. Que con el tiempo las cosas volverán a la normalidad, porque uno tiene que seguir siendo quien es. De momento, lo está llevando muy bien».

Aimar tiene un don para tratar con la gente. Y esta cualidad le ha hecho despuntar en un casting que pasaron 16 menores de entre 3.000.

-¿Por qué crees que te eligieron?

-Igual porque no era tan callado. Algunas personas son un poco calladas y tímidas. Yo digo muchas cosas. Si me viene algo a la mente lo suelto así, directamente.

-Y eso que los vascos tienen fama de serios y callados.

-Pero yo no.

-Durante el casting dijiste que si te cogían ibas a hacer paella para todo el pueblo. ¿Sabes que en Ortuella hay más de 8.000 vecinos?

-Bueno, he exagerado un poco.

Solo quedan dos programas para saber si el pequeño es coronado como Master Chef, o si el título se lo arrebata alguno de sus competidores. El lunes 30 se emitirá la tercera de las cuatro entregas del concurso, esta vez con Disneyland París como telón de fondo. Aimar es la guinda de ese pastel.

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