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A. GILGADO CASIMIRO MORENO
Lunes, 30 de diciembre 2013, 08:28
El último fin de semana del año ha servido para comprobar que en Badajoz basta cualquier excusa para disfrazarse.
En la ciclocabalgata del sábado se vieron muchos trajes de carnaval de otros años, pero la carrera San Silvestre de ayer fue aún más lejos.
Los dos mil corredores que a las once de la mañana salieron desde el arco del Peso bien podrían pasar por un desfile precipitado del mes de febrero.
En esta segunda edición se ha rebajado el recorrido a poco más de tres kilómetros y medio para atraer a todos los públicos. Hubo quien se lo tomó en serio, pero la mayoría hizo el trayecto sin preocuparse por el cronómetro, sin prisas, parándose cada pocos metros a retratarse con el móvil y subir la foto a las redes sociales. Ayer no era día para competir, fue un ambiente festivo y familiar, pero no le falto exigencia. En la subida final del Campillo hasta la plaza Alta se pegaban a las piernas al suelo.
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