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SUSANA GAVIÑA
Lunes, 30 de diciembre 2013, 01:03
Celso Albelo se ha convertido en solo siete años en la voz lírica española con mayor proyección internacional. En poco tiempo ha pasado de cantar boleros en pubs y en la tuna universitaria a interpretar óperas como 'Pagliacci' y 'La sonámbula' en la Scala de Milán o el Covent Garden. Los galardones, como el Oscar de la Lírica de la Fundación Verona per l'Arena, que recibió hace un par de años, y su debut en todos los grandes templos operísticos -se le resistía el Met de Nueva York y hace unos días cerró un compromiso para dentro de un par de temporadas, «pero no puedo desvelar el título», se adelanta antes de que se lo preguntemos- le han aupado a un lugar privilegiado. Para colgarle más méritos hay que decir que es de los pocos cantantes españoles que forman parte de la programación del Teatro Real en un papel protagonista, a excepción de Plácido Domingo y Ainhoa Arteta (en los últimos años).
Después de su debut en el coliseo madrileño hace tres temporadas con 'Rigoletto', en el que compartió escenario con su padrino y amigo Leo Nucci (quien protagonizó el primer bis del Real en tiempos modernos), ha regresado hace unos días por la puerta grande con el papel de Nemorino, en 'L'elisir d'amore' de Donizetti. Un personaje con el que Albelo ha pasado ya a la historia de la ópera gracias al aria 'Una furtiva lágrima', que tuvo que repetir ante las demandas del público de la Fenice de Venecia, el teatro Massimo de Palermo, la Ópera de Hamburgo y también en el Palacio Euskalduna. Casi nada. Una hazaña que coincidió en el tiempo con los bises de otro grande de la lírica, Juan Diego Flórez (por el aria 'Ah mes amis', de Donizetti). El tenor, que tiene compromisos hasta 2017, cerró pasado día 20 su actuación en Madrid, para debutar el próximo mes de enero en el Liceo de Barcelona con 'La sonámbula', de Bellini.
- Tengo que preguntárselo. ¿Piensa en los bises antes de salir al escenario?
- Uno no empieza una producción pensando en el bis. Eso son circunstancias que pasan, no es una regla general. Es algo que sucede muy de vez en cuando. Ya se verá...
- En la producción de Damiano Michieletto la acción se ha trasladado a la actualidad, y se desarrolla en una playa, con chiringuito incluido. ¿Qué le parece este montaje?
- Yo canté con este montaje en Palermo, y está muy bien hecho. Siempre he sido muy crítico cuando cambian las óperas de época, pero aquí está muy lograda. La gente va a ver una playa en plena Navidad (se ríe). Es muy realista, y es una de las producciones de 'L'elisir' que más me gustan.
- Año de celebraciones del bicentenario de Verdi, su 'Rigoletto' también ha marcado positivamente su carrera.
- Junto con 'L'elisir' es la ópera que más he representado. La habré cantando en 80 representaciones, representaciones pagadas, claro... (se ríe), como diría Leo...
Admiración por Leo Nucci
- Se refiere a Leo Nucci, imaginamos, persona fundamental en su carrera.
- Conocerle fue un momento de suerte en mi vida. Siempre le digo que le debo la carrera; y me contesta que «al final el que se sube al escenario eres tú». Yo estaba estudiando en la Academia de Busseto con Carlo Bergonzi, alguien muy importante también para mí. Había ahorrado algo de dinero dando conciertos escolares y decidí invertirlo en aquel viaje. Tenía entonces 29 años.
- ¿Y qué ocurrió?
- Allí me pasaron dos cosas. La primera, que conocí al director de orquesta Nello Santi, que me hizo una audición con 'Don Pasquale'. Recuerdo que le canté hasta el índice. Me preguntó si era capaz de cantarlo en Zúrich, y le contesté que si él era capaz de llevarme yo lo cantaba. La segunda sucedió en el concierto de fin de curso, donde el principal invitado era Leo (Nucci), que me preguntó con quién trabajaba y le dije que no tenía agente, que esa era mi última oportunidad. Me pidió los datos... y hasta el día de hoy, que estoy trabajando con su agente.
- Usted, que casi llegó por casualidad a la ópera, en siete años ha tocado el cielo. ¿Se ha parado a pensar en todo lo que le ha sucedido en este tiempo?
- Una vez que descubrí la música quise vivir de ella, pero de otra manera. Nunca me esperé estos premios. Lo cierto es que esto me llegó con casi 30 años, cuando ya tienes ciertos criterios de la vida y sabes que es muy bonito, que es muy sacrificado, pero también que lo verdadero de la vida de una persona no lo encuentras en el mundo de la ópera. Yo lo he intentado asimilar con la mayor tranquilidad. Es cierto que no me han regalado nada, estudio muchísimo. Aunque la gente me compara o dicen que imito a Alfredo Kraus, y sí es cierto que para mí es un punto de referencia, pero yo pretendo hacer las cosas a mi manera. Además, representamos dos etapas en la lírica que no tienen nada que ver la una con la otra.
- Como Kraus, usted tiene un repertorio muy concreto del que no se sale.
- En estos siete años he cantado muchos roles, y en todos me he sentido bien. La virtud que he tenido y sigo teniendo es que el producto que yo ofrezco es justo lo que me demandan.
- La gente sigue queriendo escuchar bel canto, aunque dicen que faltan buenas voces para interpretarlo.
- Es la eterna discusión. Sucede como en el deporte, que antes se batían más récords, se corría mejor y más rápido. Yo no estoy de acuerdo con que todo lo pasado es mejor. Es diferente y no se pueden medir por el mismo rasero. Hay que entender cada momento según los contextos históricos.
- De no haber hecho carrera en la música, alguna vez ha dicho que habría terminado siendo un gamberro de barrio...
- Tal vez. Yo empecé en la tuna y tocando la guitarra en los pubs, cantando boleros. Vivía la noche, me gustaba mucho y me divertía mucho.
- ¿Ya no le divierte?
- ¿Sabe cuándo me di cuenta de que estoy cumpliendo años? Cuando hace poco me fui a tomar un vino con mi hermano y me escuché a mí mismo diciendo: 'Esto ya no es lo que era'. Y pensé: 'Estoy mayor'. Sí, claro que me gusta la noche y la diversión. Y creo que soy una persona muy simpática para salir. Siempre busco el lado positivo de las cosas. (Risas).
Sin derecho «al pataleo»
- Algo de lo que muchos cantantes se quejan es de la soledad de los hoteles cuando pasan largas temporadas lejos de casa.
- Al final te acostumbras. Yo elegí esto y he asumido lo que conlleva. A veces no es fácil, pero menos fácil es trabajar y no saber si llegas a final de mes. Yo no tengo derecho al pataleo.
- ¿Va a ampliar su repertorio?
- Acabo de interpretar en China, en la Ópera de Guangzhou (donde le han nombrado asesor artístico honorífico, junto con otras personalidades como Mutter y Ashkenazy) el papel de Alfredo de 'La Traviata'. Y el debut en Europa de este papel lo haré en La Coruña, donde me apoyaron siempre. Luego, en enero de 2015, debutaré en el papel de Arnold en 'Guillermo Tell'.
- Hace dos años decía que aún no había llegado el mejor Celso Albelo. ¿Está al caer?
- No, no va a llegar nunca. Ser inconformista nunca fue malo. Es algo que no me quita el sueño.
- Acaba de cumplir 37 años, se acerca a la cuarentena, una edad crítica para los tenores. ¿Le preocupa? ¿Se lo ha planteado?
- Sí, es algo para lo que me estoy preparando, escuchando cada vez más el aparato, mi voz, con paz, calma y sosiego. Hay que saber entenderlo. La gente habla de carreras de 30 o 40 años, pero que me digan quién ha hecho carreras tan largas. Podemos citar a Plácido Domingo, que es extraterrestre; o Leo Nucci... Son unas excepciones.
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