

Secciones
Servicios
Destacamos
CARLOS BENITO
Martes, 31 de diciembre 2013, 01:12
Ya que estamos en una aldea global, a lo mejor hay hambrientos de fiesta que quieren tomarse hoy las uvas con el horario de Samoa y del atolón de Kiritimati, los primeros lugares del planeta que entrarán en el año nuevo. Deben ponerse a ello a las once de la mañana, hora de la España peninsular, y así estarán perfectamente sincronizados con todos los turistas que han viajado hasta esos rincones del Pacífico en busca de Nocheviejas adelantadísimas y cálidas. Si la experiencia sabe a poco, se puede repetir quince minutos después, a las once y cuarto: es el momento en el que comienza el nuevo año según los relojes de las islas Chatham, un archipiélago de Nueva Zelanda que va a contrapié y nos lleva doce horas y tres cuartos de ventaja. Y, así, entre uvas y brindis, podemos alargar esta borrachera mareante y mundial hasta las doce del mediodía de mañana, que será cuando llegue 2014 a la Samoa Americana, el territorio más tardío en esto de cambiar de jornada y de año.
La distancia entre las dos Samoas es solo de unos 125 kilómetros, pero, durante una hora de esta mañana, en uno de esos territorios será ya el 1 de enero de 2014, mientras que el otro seguirá todavía en el 30 de diciembre de 2013. La culpa de esas 25 horas de diferencia la tiene la línea internacional de cambio de fecha, que divide en dos el Pacífico y se entretiene en marcados zigzagueos, como abrazando en un baile a algunos países que se interponen en su trayectoria. Tanto Samoa como Kiribati, que es el país al que pertenece Kiritimati, mantienen relaciones problemáticas con ese trazado imaginario, que en algunos periodos les ha complicado la vida en campos tan poco abstractos como el comercio. De hecho, en su historia ha quedado un hueco de un día, la jornada que se saltaron para colocarse al lado 'bueno' de la línea.
En Kiritimati, esa fecha que no existió fue el 1 de enero de 1995, porque en la Nochevieja de 1994 pasaron directamente al día 2. La República de Kiribati es, seguramente, el país más extraño de la Tierra: se compone de 32 atolones y una isla de coral que suman una superficie como la de Lanzarote, pero están repartidos por tres millones y medio de kilómetros cuadrados de océano, una extensión similar a la de Argentina y Chile juntas. A causa de esa peculiar configuración, las distancias entre algunos puntos del país llegan a superar los 3.000 kilómetros. Kiritimati se encuentra en el archipiélago más oriental, que tradicionalmente iba rezagado un día con respecto a las islas occidentales, pero las autoridades estaban hartas de que esa discrepancia de calendario les complicase la vida, dejándoles solo cuatro jornadas hábiles a la semana para tratar los asuntos que incumbían a territorios de ambos lados de la línea. A mitad de los 90 hicieron el cambio y Kiritimati se convirtió en una anomalía del sistema horario, como un apéndice del futuro rodeado de islas extranjeras que van un día por detrás. También fue el primer lugar del planeta que cambió de siglo y milenio, algo que le dio cierta relevancia turística.
El refugiado climático
Claro que la mayor singularidad de Kiribati, indeseada y terrible, es su condición de tierra condenada: solo se eleva unos pocos metros sobre el nivel del mar, algo que obligaba a los misioneros de antaño a dar explicaciones cada vez que el sermón mencionaba una montaña, así que el ascenso del océano amenaza con tragárselo todo en unas pocas décadas. Las autoridades han contemplado medidas drásticas para refugiar a la población, desde adquirir una vasta parcela en Fiyi hasta construir una plataforma flotante, y el presidente ha expuesto a la ONU la necesidad de una «migración digna». A principios de este mes, la Justicia neozelandesa ha rechazado las pretensiones de Ioane Teitiota, un hombre de Kiribati que aspiraba a convertirse en el primer 'refugiado climático'.
En Samoa, el día perdido fue el 30 de diciembre de 2011, pero en cierto modo lo compensan porque, más de un siglo antes, habían saltado la línea internacional de cambio de fecha en el sentido opuesto. El rey samoano quiso entonces coincidir con Estados Unidos, para favorecer las transacciones con los puertos californianos, y eso obligó a repetir el 4 de julio de 1892. Es decir, hubo dos jornadas seguidas con la misma fecha. Con el tiempo, aquella decisión se convirtió en un engorro, ya que las relaciones comerciales samoanas habían cambiado de rumbo, hacia Australia y Nueva Zelanda: ocurría, como en Kiribati, que la diferencia de calendario 'alargaba' el fin de semana y entorpecía las gestiones.
Con la nueva modificación, Samoa y la vecina Samoa Americana se quedaron en distintos días, y el propio primer ministro supo ver las ventajas de esta rareza: «Puedes celebrar dos cumpleaños o dos aniversarios de boda sin dejar el archipiélago samoano», se congratuló Tuilaepa Sailele Malielegaoi. Con la tranquilidad que dan las 25 horas de diferencia, también resulta fácil estrenar dos veces el mismo año.
Es un atolón perteneciente a Kiribati, poblado por 5.000 personas. En gilbertés, la lengua local, la sílaba 'ti' se lee 's', de modo que Kiritimati es solo otra manera de escribir el nombre en inglés del atolón, Christmas. En toda la República de Kiribati viven actualmente unos 100.000 habitantes.
El Estado de Samoa, en el Pacífico Sur, está formado por un conjunto de islas que rondan los 200.000 habitantes.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Multas por las gallinas 'sin papeles'
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.