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M. GARCÍA
Sábado, 18 de enero 2014, 13:40
El escritor Alberto Escudero (Badajoz, 1943) publicará todos los sábados, desde esta semana, relatos cortos en las páginas de Trazos del diario HOY. Escudero es ingeniero -ha trabajado más de 40 años en el diseño de centrales eléctricas, sobre todo nucleares, aunque se jubiló hace cinco años-, licenciado en Ciencias de la Información, escritor y cantautor. Autor de libros de poesía, minicuentos, cuentos, novelas cortas, novelas y ensayos, su último libro editado es 'La naturaleza humana es relática o no es humana' (Editorial Manuscritos, 2010), 97 cuentos que tienen el eje común de la sociobiología, «y dentro de ella la neurosociobiología, que trata sobre neuronas, instintos, autoestima, todo lo que pudiera ver un psiquiatra», afirma.
En 1987 publicó en Alfaguara un libro de relatos, 'La piedra Simpson', «lo que ahora se ha dado en llamar microrrelatos, que yo siempre he llamado cuentos cortos, que fue el primer libro de microrrelatos enteramente que se hizo en España. Fue una pequeña revolución, aparecieron muchas antologías». Asegura que 'La piedra Simpson' es multifacético, «relático es todo, no solo costumbrismo y tragedia, hay relato en una factura o en un prospecto de farmacia, en esa amplitud del universo de lo narrable, es lo que vengo haciendo en todos mis relatos». Asevera que sus cuentos están basados en observaciones que ha hecho más que en su actividad personal «la mayor parte de los cuentos son relatos sobre relatos».
Escudero manifiesta que «en mis cuentos exploré los límites de lo narrable, acabé perdiéndome, porque lo narrable es tan infinito como el lenguaje». En su novela 'El estenotipista en la Academia Universal' (Acantilado, 2002), dice que amplió esta investigación, digiriendo a Ricoeur a duras penas, hasta concluir que «el relato es la única forma de inteligibilidad del mundo: de relatos estamos hechos, y con ellos enunciamos tanto nuestro auto-constructo (lo que creemos ser) como el resultado de la percepción (lo que hay afuera)».
Escudero, que atestigua que ha conseguido que dedicarse a la literatura no le cueste dinero, está trabajando ahora en un libro de microrrelatos sobre cuadros del Museo del Prado, «estoy escribiendo un catálogo de los cuadros que desaparecieron del Museo el Prado, son todos inventados, es un microrrelato donde cuento el cuadro».
Sostiene que sus influencias literarias son, sobre todo, Jorge Luis Borges y Octavio Paz, ya que considera que ellos elevaron el ensayo a categoría literaria, «los plagio y me quedo a medio camino entre el relato ensayístico y el ensayo relático». «Tanto Borges como Ítalo Calvino introdujeron las posibilidades reláticas del ensayo, yo hago ensayo narrativo o prosa ensayística y la gente huye de ello como de la peste, prefieren los best sellers, que son todos lamentables, desde 'El tiempo entre costuras' de María Dueñas a Ken Follet», declara, al tiempo que confirma orgulloso que lo que él escribe no es literatura comercial.
«Moriré con el boli en la mano»
Escudero empezó a escribir de pequeño, «mi padre nos llevó a mi hermano y a mi a una biblioteca en la que sólo había dos niños, nosotros, ya que en los años 50 no leía ni dios. Nos leímos todo lo que había, y si te acostumbras a leer, fácilmente escribes. Siempre le he estado dándole a la tecla, me moriré con el bolígrafo en la mano».
«He leído todos los cuentos interesantes del siglo XX, sobre todo Cortázar a Edgar Allan Poe (porque las traducciones son más del XX que de su época), y todas las novelas desde Proust hasta Joyce, pasando por 'El Quijote' veinte veces. Soy un forofo de la literatura, pero lo que yo intento hacer es algo nuevo», afirma Escudero. Dice que 'El estenotipista en la Academia Universal' «es metarrelato, relato sobre relato, es una academia que es como un convento en el cual se junta gente para hablar de relatos y contarlos de viva voz. Es una especie de antología de toda la literatura narrativa a partir del XIX, intento hacer algo nuevo, pero es difícil inventar algo. En literatura no hay revoluciones, si alguien aporta algo, bienvenido sea, pero ni Proust ni Joyce ni ninguno de los del siglo XX han revolucionado la literatura»
Entre los premios literarios que Escudero ha ganado está el Torres Naharro de la Diputación de Badajoz con la obra 'Ensayo de una revuelta de esclavos, con asistencia del emperador romano', «fue un poco movido aquello porque la obra es bastante crítica con los terratenientes, habla sobre los esclavos y el poder. En una entrevista que me hicieron en la televisión puse a parir a los caciques extremeños, y parece ser que el presidente de la diputación de Badajoz era un cacique con bastantes ínfulas, con lo cual dijeron que ni me la representaran ni me la editaran, pero al final afortunadamente la pasta pude cobrarla y gastármela».
A Escudero no le gustan ni el costumbrismo ni el realismo mágico y considera que la narradora de relatos Alice Munro, recientemente galardonada con el Premio Nobel de Literatura «es un coñazo, hace costumbrismo, cuenta las cosas que hay por la vida, hace periodismo y malo. Para mí eso no es literatura, el periodismo no es literatura. La literatura está basada en cosas inventadas, no imagino a Homero contando costumbrismo, le hubieran apedreado, la literatura siempre tiene un componente de imaginación. El costumbrismo para mí es subliteratura lamentable, y Munro es una experta en el asunto, como la mayor parte de los norteamericanos que escriben relatos».
Asegura que el realismo mágico, género metalingüístico y literario de mediados del siglo XX que utilizaron principalmente los escritores hispanoamericanos «es otra trampa, de pronto sale un tipo debajo de la máquina y resuelve la situación. Si tú haces literatura por muy no realista que sea, lo que sí tiene que tener es una articulación dentro del relato, que sea más o menos verosímil, lo que no puede haber es literatura inverosímil, eso sí que se carga la literatura. Conseguir una verosimilitud a base de costumbrismo es un truco muy tonto, voy a contar lo que me ocurrió ayer por la tarde, vaya literatura... pero si cuento lo que quizá me pudo ocurrir ayer por la tarde es distinto. El problema del realismo mágico es que es inverosímil».
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