Las academias aumentan su actividad y los contratos por las oposiciones

En el número 8 de la avenida Virgen de Guadalupe no deja de sonar el teléfono, pero Mirian Jiménez, la encargada, no está en condiciones de cogerlo. Varias personas hacen cola para preguntarle un detalle, un apunte, una duda. Algo parecido sucede en el número 12 de la calle Viena. Ana María Sánchez no tiene ni medio minuto para desconectar. Cuando parecía que podría hacerlo un par de chicas se asoman al mostrador y la asaltan a propósito de las clases de informática, precios, requisitos y material. A menos de medio metro un hombre de mediana edad aguarda turno para preguntar por lo suyo.

«Estamos desbordados. Esta convocatoria ha sido un alivio», coinciden en reconocer en las academias cacereñas consultadas. Las oposiciones convocadas por la Junta de Extremadura han disparado la actividad en los últimos días. También en el edificio Múltiples, donde los funcionarios se han multiplicado para atender a las decenas de aspirantes que han hecho cola para entregar la documentación.

«Llevamos un año funcionando y para nosotros estas oposiciones son un empujón importante en estos tiempos. Estamos teniendo mucho movimiento», afirma Mirian Jiménez, una joven emprendedora que comprueba atónita la «espectacular» respuesta que está teniendo esa convocatoria de plazas. En total son 576, 270 de funcionarios y 306 de laborales.

Auxiliar de enfermería (12 plazas), técnico de educación infantil (19), ayudante de cocina (13) y ordenanza (8) son las más solicitadas en la academia que dirige. Con las dudas que suscita la crisis y la incertidumbre que generó la congelación de ofertas de empleo público, para el negocio de Mirian, las oposiciones de la Junta de Extremadura han supuesto mucho más que brotes verdes. En su caso, eso se ha traducido ya en seis nuevas contrataciones de profesores. En algunas clases se han formado varios grupos de más de una veintena de personas. Por ejemplo, en camareros y limpiadores, de momento, 22 alumnos y tres grupos diferentes.

«Lo vimos negro con la suspensión de las oposiciones de Secundaria pero esto nos compensa muchísimo. Estamos teniendo solicitudes incluso de especialidades con las que no contábamos por sus pocas plazas», indican desde uno de los centros de referencia de la capital, Centro de Estudios San Jorge, en la calle Viena. Relaciones Laborales (4 plazas) y terapia ocupacional (3) son algunos ejemplos de ello. San Jorge, que lleva 14 años en funcionamiento, cuenta con una veintena de personas que se prepararán las oposiciones de informática (19 plazas). Las clases arrancaban ayer. Sus responsables también han tenido que reforzar plantilla, en este caso con unos 15 profesores. «Todos han aprobado el examen que se encargarán de preparar a sus alumnos», inciden desde el centro de formación.

Los precios de preparar esa cita con el momento culminante, la prueba final, oscilan. Dependen de la academia elegida pero también de la modalidad. Oscilan entre los 60 y los 150 euros, con la matrícula y los textos incluidos.

La actividad ha ido en aumento en el Múltiples a medida que se acercaba el último día para presentar la inscripción (lunes 20). Las colas han sido mayúsculas, con un trasiego continuo de personas en el edificio administrativo. Una de ellas es Cati Mendoza, que llegaba desde Torremocha para entregar los papeles de su hijo Ubaldo. «Lleva un año en el paro y no ve ninguna salida. Se presenta a camarero y ordenanza. Al menos tiene una oportunidad», relata.

Menos optimista se muestra Víctor Rey. Tiene 23 años, terminó Terapia Ocupacional y ahora estudia un doble grado Derecho-Ade en Málaga. Lo compaginará con el idioma ruso, en el que avanza, y las oposiciones. «Lo voy a intentar porque apenas hay salidas laborales, pero no tengo muchas esperanzas. Son solo tres plazas». La resignación con la que este joven cacereño afronta los exámenes contrasta con el dinamismo de los centros formativos. Para ellos, tanto o más que para los que buscan salida al desempleo, las oposiciones son un oasis.