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Correr, la evasión de los extremeños
Extremadura

Correr, la evasión de los extremeños

El marketing, el tiempo libre que da el paro, desconectar de la realidad o la imitación al ver que otros lo hacen son algunos factores que explican el auge La afición al 'running' llena calles de gente entrenando y desborda las carreras populares de la región

JUAN LÓPEZ-LAGO

Domingo, 26 de enero 2014, 20:14

No hay más que echar un vistazo a las calles y caminos del extrarradio de las ciudades extremeñas para comprobar que lo que hace años era casi una excentricidad, entonces denominada 'footing', hoy es una práctica común a la que recientemente se le ha empezado a llamar 'running', dos palabras para un mismo ejercicio: correr.

Aficionados a esta práctica más o menos veteranos citan factores de todo tipo para encontrar una explicación al auge de esta actividad, desde el márketing o el tiempo libre que brinda estar en el paro, a la necesidad de desconectar de trabajos sedentarios o el efecto multiplicador de que unos ven a otros conocidos salir a correr, se animan y se 'enganchan', como suelen decir los recién llegados. Pero la explicación menos rebuscada es la que da el presidente del Club Maratón Badajoz, Eduardo Subirán, quien cree que esta afición ha crecido, sobre todo, «por motivos de salud y porque correr es algo que sabe hacer todo el mundo, no requiere de una habilidad especial, como el tenis, el fútbol o cualquier otro deporte. Más feo o más bonito, cualquiera sabe correr».

El otro factor que sí puede medirse y que estimula a los que han adquirido el hábito son las carreras para aficionados. En Extremadura se han multiplicado, tanto en pruebas como en participantes.

Badajoz se apuntó a la tradición de organizar una San Silvestre hace dos años, esa cita deportiva que celebran localidades de todo el país el día de Nochevieja. Las inscripciones superaron la previsión más optimista -más de 2.000 personas, se agotaron los dorsales- para una carrera que acogió por primera vez en 2013 Villafranca de los Barros, otro éxito con 870 participantes cuya recaudación fue a parar a Cruz Roja. Ésta es otra moda reciente, las carreras solidarias, donde la recaudación de las inscripciones se destina a un fin social. Suelen ser distancias asequibles -sobre diez kilómetros- con una prueba paralela para los más pequeños en las que la organización cierra el cupo varios días antes.

La última que celebró la capital pacense fue en septiembre del año pasado contra el cáncer, con casi mil atletas populares inscritos, desbordando las previsiones por segundo año consecutivo.

En Mérida ocurrió casi lo mismo el año pasado con la San Silvestre, con su Fondo Popular que celebra en agosto o con la media maratón, «carreras en las que cada vez hay más participantes», explica Juan José Samino, directivo del Club de Atletismo Diocles de la capital autonómica.

De hecho, la que se celebra el próximo día 2 y que organiza la asociación de madres y padres de alumnos de Los Salesianos en esa ciudad se va a organizar por primera vez repartiendo microchips porque ya era imposible llevar el control. «Empezó como una convivencia hace ya 22 años por la festividad de San Juan Bosco, pero hace dos años se apuntaron más de 400 personas, el año pasado fueron más de 600 y hubo problemas en la llegada porque se formaban colas para entregar el dorsal en la meta. Es una carrera de siete kilómetros que acaba en cuesta, pero es que ya viene gente de toda la región», explicaba esta semana Remedios Caballero, presidenta del Ampa de este centro escolar.

Ejemplos de carreras que superan la previsión de participantes hay decenas en Extremadura. Fernando García, que abrió una tienda dedicada al 'running' en Montijo hace cuatro meses, también decidió organizar junto al club de atletismo de su pueblo una San Silvestre el pasado día 31 de diciembre. «Era la primera que hacíamos y calculamos unas 300 personas. Al final salió el día lluvioso, pero se inscribieron 750 y tuvimos problemas para repartir gorros de Navidad», contaba el jueves este empresario que ya está organizando un duatlón en su localidad para el próximo verano.

Según Eduardo Subirán, «ahora mismo no existe prácticamente ninguna población extremeña que no celebre una carrera popular o una media maratón», y cita de cabeza un listado de municipios que parece no acabar.

En Coria son conocidos por los atletas sus cross populares, en Cáceres la cifra de carreras para aficionados también se ha multiplicado y Almendralejo, que suele celebrar dos eventos al año -un cross y una media maratón-, en 2013 sumó un tercero a su calendario promovido por el colectivo de jóvenes empresarios.

Cuenta Laura González Reyes, de Guareña y afincada en Mérida, que a sus 22 años se aficionó a correr el verano pasado, y junto a su pareja decidió apuntarse a todas las carreras populares de la región para recorrer localidades con esta excusa. «Cada fin de semana íbamos a una, en La Zarza, en Santa Marta, en Don Benito...», dice esta joven que practicaba la gimnasia rítmica y cuando lo dejó notó que le faltaba algo. «Empecé yo, que salgo una media hora cinco días a la semana, después se aficionó mi pareja, que ya corre más que yo, y a las carreras ha empezado a venir ahora también mi sobrino».

Para recuperar la forma

Al margen de los atletas de toda la vida, entre los nuevos 'runners' lo habitual es encontrar gente que en algún momento de su vida ha practicado algún deporte, lo dejó, engordó y cuando ha querido recuperar la forma ha elegido el 'running', como lo llaman las marcas comerciales que fabrican zapatillas y complementos cada vez más variados enfocados a este deporte.

Jesús Castelló, de Cáceres, es uno de ellos. Tiene 36 años y empezó a correr de forma habitual hace cinco años. Dice que nunca ha sido deportista de competición, aunque sí una persona activa. «Me apunté a un gimnasio por bajar de peso y sentirme bien, lo completaba con salir a correr y desde entonces no lo he dejado. Mi trabajo (tiene una consultora de ingeniería) es muy estresante y para mí salir a correr supone una forma de desconectar, me evade de la vida laboral. Empecé poco a poco y puedo decir que inicialmente no engancha y debes tener fuerza de voluntad, porque al principio corres diez minutos y te cansas enseguida, pero si empiezas de manera adecuada tu cuerpo se va adaptando y al final ya estás enganchado», dice este empresario que sale a correr, como mínimo, tres veces en semana. «Aunque si estoy preparando una carrera intento correr un día sí y otro no. El año pasado hice todas las que pude, unas doce o trece en Mérida, Plasencia, Malpartida...».

Correr para evadirse de las responsabilidades laborales es la respuesta habitual. La dan el fiscal de Tráfico en Badajoz, Diego Yebra, y el notario Juan Manuel Ángel Ávila, ambos con una trayectoria como corredores consolidada, aunque siempre como amateur.

«A mí me gusta correr al aire libre -cuenta Yebra- y lo hago para desconectar del trabajo, normalmente una hora al día. Lo veo como un rato que tienes exclusivamente para ti. Cuando estoy muy apurado de trabajo salgo solo, pero si tengo tiempo voy con gente, ya que me viene muy bien conocer otros ambientes y escuchar historias, pues en mi trabajo no debes estar en el despacho todo el día sin ver la realidad», dice este gallego de origen que además alterna la carrera con la bici y la natación para evitar lesionarse, una combinación que le ha llevado a entrar en el 'top ten' de duatletas (bicicleta y carrera) de la región.

Preguntado el notario sobre si hizo un paréntesis durante los años que dedicó a preparar su oposición, Juan Manuel Ángel responde que no, todo lo contrario. «No había nada que me desestresara más que el rato de la carrera, más que el rato de siesta o de televisión. Era mi escape».

De hecho, admite que le cuesta explicar lo que siente corriendo. «No sé si es una filosofía, una rutina o un modo de vida, pero gracias a esto yo he tenido sensación de liberación en determinados momentos de estrés. La gente lo hace también por salud y bienestar y como se sienten bien pues siguen. Luego empiezan a participar en pruebas y al final te enganchas. Yo animo a la gente. No hace falta hacer maratones, pero siempre es necesario levantar un poco los pies tengas la edad que tengas. Mi mujer, María Jesús, se ha enganchado a correr hace año y pico», dice desde su despacho rodeado de trofeos y fotos en pantalón corto este pacense de 51 años que prácticamente cada mañana empieza a trotar a las siete.

Según Laura García, la joven emeritense recién enganchada al 'running', es sorprendente lo que puede hacer esto en la sicología de una persona. «Yo estoy en paro y se lo recomiendo a todas las personas que se encuentren en esta situación. En vez de quedarse tiradas en el sofá o enviando currículos por Internet, que salgan a correr. Cuando tengo días tristes o de bajón, es ponerme las zapatillas y subirme el ánimo. Piensas en tu próximo objetivo, en el siguiente entrenamiento, en los kilómetros que vas a hacer y se te olvida todo lo malo».

Las maratones como turismo

Médico deportivo durante más de dos décadas y con 66 maratones en sus piernas a sus 63 años, el pacense Eduardo Subirán opina que entre los corredores populares no suele haber muchas lesiones «porque son más conservadores, pero recomiendo a la gente que escuche a su cuerpo, que suele dar señales cuando algo va mal. La rodilla es la articulación que más sufre, por eso es recomendable un buen calzado con amortiguación y huir del asfalto para correr por caminos».

Según Castelló, que entiende de urbanismo, «Cáceres es una ciudad muy mal preparada para correr porque no hay caminos iluminados, todo lo contrario que Mérida y Badajoz gracias a los senderos que hay junto al río o los arroyos».

Subirán sabe de muchos casos en que los corredores se fijan como meta correr una maratón, un reto al que conviene llegar poco a poco. Las claves para empezar a correr son «paciencia, prudencia y constancia. La primera para no esperar resultados de un día para otro, la segunda para no dar el quinto paso antes del primero y la constancia para poder ver los resultados. Yo recomiendo que la gente se haga de un club, tanto porque aporta compañía a la hora de entrenar como por las facilidades que da para inscribirse en carreras más cortas y viajes». En su caso, reconoce que si no es por correr la maratón de Nueva York quizás nunca hubiera viajado hasta esta ciudad.

Como Diego Galindo, policía local de Almendralejo, que con la excusa de las maratones ha conocido con su mujer Praga, Roma y París. «Y este año toca Bruselas», dice este agente al que le «apasiona» correr y que queda cada domingo con un grupo de unas treinta personas de entre 25 y 50 años para hacer 'tiradas' -como se dice en el argot- de una o dos horas de duración. En Extremadura solo Badajoz celebra esta dura prueba de 42 kilómetros y 195 metros. El año pasado cumplió su XXI edición y superó su récord de participantes con 665 inscritos.

El notario Juan Manuel Ángel se acuerda perfectamente de su primera maratón. Fue en 1985, cuando estaba en cuarto de carrera. Desde entonces ha hecho entre treinta y cuarenta. El cacereño Jesús Castelló, casado y con dos hijos, hizo el año pasado un viaje familiar a Rusia con el objetivo de completar esta prueba por primera vez en San Petersburgo. «Mi mujer no entrena como yo, pero hizo la carrera paralela de diez kilómetros y lo pasamos genial».

Al margen de este tipo de viajes, todos coinciden en que si correr se ha puesto de moda es en parte por lo barato que sale. Es cierto que unas buenas zapatillas cuestan más de cien euros y que un fanático gasta dos o tres pares de suelas al año.

El deporte más antiguo

Pero a partir de ahí todo es accesorio. Como las camisetas transpirables, y a ser posible reflectantes -los corredores suelen estar más concienciados en este aspecto en cuanto a seguridad que los ciclistas», advierte el fiscal de Tráfico Diego Yebra-. O las medias compresoras para sujetar la musculatura de la pierna y otros extras, por ejemplo para escuchar música: «Yo me engancho con una pinza el nano ipod y me bajo música especial para motivarme», reconoce el cacereño Jesús Castelló. El último capricho que se ha dado es un pulsómetro de más de 300 euros que además del ritmo cardíaco mide tiempos, velocidad y permite volcar la información en mapas y aplicaciones para compartirlas con los demás. Unas prácticas que no considera imprescindibles para disfrutar corriendo, seguramente el deporte más antiguo del mundo, ahora de moda y adaptado plenamente al siglo XXI.

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