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MARÍA JOSÉ TORREJÓN
Lunes, 27 de enero 2014, 15:39
La ermita del Paseo Alto lució ayer su fachada recién blanqueada para la ocasión. Pero todos los que accedieron al interior del templo pudieron contemplar las humedades que arrastra esta construcción. La hermandad de los Santos Mártires, que hace uso de la ermita y organiza la romería anual, hizo un llamamiento la semana pasada para conseguir la implicación de las instituciones con el objetivo de arreglar la cubierta del edifico y poner fin a los problemas de filtraciones.
El obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres, Francisco Cerro, se ha mostrado dispuesto a «colaborar y a apoyar» a la cofradía en esta empresa. No obstante, el prelado ha aclarado que en estos momentos la Diócesis tiene que hacer frente a una serie de intervenciones de carácter más urgente en diferentes templos de la provincia. Francisco Cerro fue el encargado presidir una misa que se celebró al aire libre. Durante su homilía, tuvo unas palabras de reconocimiento para todo el equipo humano que hace posible que la romería de los Santos Mártires siga existiendo. «A Juanita y a todos los que trabajan de una forma tan desinteresada para seguir manteniendo estas tradiciones», dijo en referencia Juanita Franco, la mayordoma de la cofradía y alma de la fiesta.
Juanita no pudo escuchar sus palabras. La suya fue la gran ausencia de la jornada. Motivos de salud la mantuvieron ayer alejada del Paseo Alto. Fue ella quien el pasado miércoles, durante la rueda de prensa ofrecida para presentar la cita, solicitó a la alcaldesa, Elena Nevado, ayuda para arreglar el tejado de la ermita. Se trata de una construcción levantada a mitad del siglo XIX, en 1860. El templo pertenece a la Diócesis de Coria-Cáceres y depende de la vecina parroquia de San Blas.
La romería de los Santos Mártires, que llegó a desaparecer del calendario festivo cacereño, se recuperó en 1980. En la actualidad, 34 años después, nadie duda de su óptima salud. Ayer la afluencia de público fue buena porque, a pesar del viento, el sol convirtió la explanada del Paseo Alto en un buen escenario para disfrutar de la mañana de domingo.
«Ha habido mucha gente», valoraba por la tarde Pedro Muriel, el secretario de la hermandad, al terminar de contabilizar todo el dinero recaudado. Esta vez se han conseguido 2.456 euros. La cifra es superior a la del año pasado, cuando se obtuvieron 300 euros menos. La cofradía logró agotar las 1.500 roscas de anís puestas a la venta, uno de los grandes reclamos de esta cita. Esta vez la hermandad ha rebajado a la mitad el pedido, ya que en 2013 se encargaron 3.000 y sobraron más de la mitad. El frío y la amenaza de lluvia de los Santos Mártires de hace un año restaron público al encuentro. Por eso hubo tanto excedente. Ayer también se agotaron los pinchos de queso, tortilla y patatera que degustaron los asistentes por un euro, junto a la bebida.
Una vez que la cofradía pague las facturas pendientes, destinará el dinero restante a ACISJF, el colectivo que trabaja con mujeres en situaciones desfavorecidas, y a Cáritas.
Actuaciones musicales
La de ayer fue una romería muy especial para las hermanas Josefa e Isabel Mena. «Este año venimos con la ilusión de participar», apuntaban vestidas con el traje regional. Son dos de las integrantes del coro de mayores de Aldea Moret, que se subió por primera vez al escenario instalado en el Paseo Alto. No fue la única actuación musical de la jornada. También tocó la Banda Municipal de Música y el grupo Alborada volvió a cantar durante la misa. «Cantamos en esta romería desde hace 15 años. Hemos vivido días de sol, lluvia, niebla...», enumera el padre Gianni, director del grupo, aferrado a su acordeón.
La romería de los Santos Mártires es un punto de reencuentro. Este es el principal motivo que empuja a Santi Rodríguez a acercarse cada año hasta este rincón de la ciudad. «Me gusta el ambiente. Es muy entrañable. Vengo siempre. Otros años, cuando tenía la tienda, cerraba antes para no perderme la romería. Pero este año, como ya estoy jubilado, me puedo permitir venir a la hora que quiera», confiesa el veterano vendedor de recuerdos de la Plaza de San Jorge.
Francisco Palomino parecía dispuesto a no perder detalle tras el objetivo de su cámara fotográfica. Le gusta, cuenta este aficionado a la fotografía, inmortalizar en instantáneas este tipo de manifestaciones culturales y religiosas. «Se ven cosas diferentes: otras caras, otras poses... Me gusta buscar aquello que se sale de la rutina», explica.
Vestidos para una foto estaban ayer Gema Pavón, Javier Barra y Alma Sepúlveda, ataviados con vestimentas de antaño. Él llevaba un traje de gala típico de Arroyo de la Luz y ellas, vestidos de campuza. Y de foto son también los coquillos que cada año Ricarda Martín despacha en el Paseo Alto. La próxima semana, avanza, también estará en la romería de San Blas.
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