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MARÍA FERNÁNDEZ
Domingo, 2 de febrero 2014, 09:51
Mediodía en San Blas. La imagen que presenta la avenida ya invita a la fiesta. Raciones de prueba y ponche gratis, roscas de anís por un euro, los tradicionales cordones, rastrillo benéfico, tómbola, cacharritos varios y muchas ganas de disfrutar y festejar la romería en un día con temperaturas bajas pero en el que lució el sol. Desde las siete de la mañana llevaba Paco Pavón preparando la carne, que asaba en una hoguera de leña. Es vecino del barrio de San Blas desde hace 27 años. «Más o menos echo, así a ojo, entre siete y ocho kilos de carne por tanda. Hay que dejar que repose bien. Aquí abajo hay que dejar que la carne se tome su tiempo y una vez arriba, no tarda nada en desaparecer», cuenta. Diego Carrasco se encarga de ir subiendo los calderos llenos de carne para ofrecer a los cacereños. Es la una de la tarde y un centenar de personas hacen cola para saborear los pinchos. Isabel, Paula, Julia, Mari Paz y Paco van sirviendo los platos tan rápido como pueden. La asociación vecinal lleva dos años ofreciendo prueba de cerdo y anteriormente, repartía chuletas. La iniciativa surgió en 2006 para recuperar el ambiente festivo por la mañana. En esta ocasión, en dos horas y poco ya habían despachado todas las raciones.
Natividad Quintana estaba, un año más, a cargo de la venta de los cordones dentro de la parroquia. El pequeño aumento de precio hasta los 60 céntimos no hace varias las colas para adquirir uno por cada miembro de la familia. Según la tradición, previenen dolencias en la garganta. «No damos abasto, la venta va muy bien», se disculpa la voluntaria. En la tómbola, María Antonia Castro reparte las papeletas. Peluches, exprimidores, cerámica, libros o camisetas conforman el expositor de regalos, que donan los voluntarios. Dos papeletas cuestan un euro y la recaudación se destina a la parroquia de San Blas y a las familias necesitadas que atienden. «Va un poco regular la cosa, a ver si la gente se va animando», señala Castro.
Las roscas de anís bajan a toda prisa. A las seis y veinte de la tarde, ya no quedaba ni una de las 5.000 puestas a la venta. «Han hecho falta unas 500 más», reconoce el párroco de San Blas, Antonio Pariente. «A pesar del frío como ha salido el sol la gente se ha animado mucho. Estamos contentos. Y los cordones se han vendido sus 5.000 unidades», señala.
Es el tercer año que se utiliza el sistema de tiques previo pago para adquirir los dulces. «Yo ya llevo 48 años con esto de las roscas», dice María, que se encarga junto Flori, Carolina y Nati de entregar las unidades. Al fondo, ya se preparan los productos para la mesa de ofrendas, dulces artesanales donde no faltan las floretas o las roscas. Pasada la una y media de la tarde se cita a los niños vestidos con trajes tradicionales que se preparen para el desfile. «El mío se llama Rodrigo y tiene 13 meses. Lo baila todo igual, no para», dice una madre orgullosa. Este año, 35 niños se habían apuntado al sorteo. Juan Antonio Hernández, presidente de la asociación de vecinos, agradeció a las familias el esfuerzo. «Esto es lo que pretendemos. Que los niños y niñas vengan vestidos con el traje típico», reseñó el responsable vecinal. En la fiesta también hubo representantes municipales, entre ellos, José María Asenjo, el concejal de Festejos. Ya por la tarde, la fiesta continuó con actuaciones de grupos regionales de coros y danzas y con la entrega de regalos para los mejores trajes regionales.
Hoy continúan los actos por San Blas. Desde las 9 horas, la ermita estará abierta y venderá roscas. A las 17 horas, se celebrará la misa del santo y después, la procesión por los alrededores de la ermita que cerrará, un año más, una de las romerías más populares de la ciudad.
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