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La vida feliz de una extremeña en Senegal
REGIONAL

La vida feliz de una extremeña en Senegal

«Estoy disfrutando una experiencia increíble», dice la joven pacense, que vive «en un chozo muy parecido a los de los pastores extremeños» Elena Mellado, periodista de Higuera de la Serena, trabaja para el instituto Jane Goodall en Senegal

ANTONIO ARMERO

Domingo, 2 de febrero 2014, 10:38

A Elena Mellado le importa más bien poco si su teléfono móvil pertenece al universo Apple o al Android, y tampoco le presta demasiada atención a los millones de píxeles de la cámara de fotos, si es que la incorpora. Lo importante en su caso es que el aparato tenga una buena linterna. En Dindefelo, en el sureste de Senegal, cerca de la frontera con Mali y Guinea (Conakri), a quince horas de viaje de Dakar, la linterna no se usa para buscar monedas bajo el sofá del salón mientras hay anuncios en la tele, sino para que haga de bombilla o de lámpara.

«Estoy disfrutando una experiencia increíble, la verdad». En una frase, Elena Mellado Martín (de Higuera de la Serena, 30 años) resume doce meses de vida en África, donde a estas horas ya habrá regresado tras pasar un mes con su familia de sangre. A la otra, la segunda familia de su vida, la conoció el 19 de enero del año pasado, cuando empezó su aventura africana en un extremo de Senegal que en los mapas aparece en verde, frente al amarillo desértico que domina alrededor. «Como el resto de voluntarios, vivo con una familia del lugar, en mi caso formada por el matrimonio y cinco hijos», cuenta esta periodista pacense que no se arredró al leer la oferta de trabajo publicada en Facebook que le pasó un amigo. «Lo que decía era como para pensárselo», recuerda ahora. Se buscaba un periodista dispuesto a «vivir en situación límite, estar expuesto a ataques de animales, a la comida monótona, a temperaturas extremas...».

Entrevista por Skype

Se apuntó, por teléfono y por Skype -un sistema de videoconferencia gratis por Internet- pasó la entrevista y entró a formar parte de la delegación española del Instituto Jane Goodall España, fundado por la conocida primatóloga británica, que como recuerda Elena, «no es la de 'Gorilas en la niebla'». Esa es Dian Fossey, zoóloga, estadounidense de pelo moreno que dedicó su vida a los gorilas y falleció en 1985. Jane Goodall, británica, tiene el pelo blanco, se hizo famosa por su labor con los chimpancés y aunque está a dos meses de cumplir ochenta años, «dedica unos trescientos días al año a viajar», detalla Elena Mellado, que se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid -incluida una estancia de un curso como becaria Erasmus en Lisboa-, trabajó en HOY y en la Mancomunidad de Municipios de La Serena y en una vuelta de tuerca a su vida, se fue a vivir a Dindefelo.

Allí trabaja sin cobrar. Más aún: afronta diversos gastos, entre ellos lo que paga a la familia que le ha dejado una habitación en su casa o los cuatrocientos euros, aproximadamente, que le cuesta la ida y vuelta a España. Ejerce como responsable de comunicación del Instituto Jane Goodall España en Senegal y Guinea. Y cumple una ilusión. «Siempre me llamó la atención hacer algo así, y además me gusta mucho todo lo que tenga que ver con la naturaleza», se sincera la periodista pacense, que cree que la eligieron «por mi disponibilidad y la experiencia en el medio rural, aunque el medio rural español tiene poco que ver con el de allí».

En lo que sí hay semejanza, incluso un sorprendente parecido, es entre los chozos en los que viven los habitantes de este rincón, «de los más olvidados del país», y los que durante años fueron la vivienda de pastores extremeños, apunta Elena, que ha acabado por acostumbrarse a comer arroz con salsa de cacahuetes y a utilizar el agua sólo cuando es necesario. Todo ello para conseguir por un lado, que se mantenga la población de los últimos chimpancés, una especie en extinción, de Senegal, y por otro, tratar de enseñar a la población local a sacar el mayor provecho de la riqueza natural de la zona, y a hacerlo siempre con la sostenibilidad y el respeto al medioambiente como bandera.

La reserva

Elena y el resto de voluntarios del Instituto Jane Goodall España en el sureste de Senegal y norte de Guinea -alcanzarán la veintena estos días, en cuanto lleguen cuatro nuevos- han propiciado la creación de una reserva natural comunitaria (la de Dindefelo), que ha generado mano de obra en la zona y que lo seguirá haciendo según vaya ganado peso el turismo que ya llega hasta el lugar.

«Compensa ver resultados -valora Elena Mellado- como que cada año se tale menos de manera indiscriminada, que los niños enseñan a sus mayores que tirar las pilas cerca de las fuentes de agua les puede perjudicar o que los gestores locales de la Reserva vayan cogiendo poco a poco más responsabilidades». Y no sólo eso. «También compensa por cosas como que las familias con las que vivimos los voluntarios nos acojan como a uno más, hasta el punto de darnos sus apellidos o de ponerles nuestros nombres a sus hijos».

De momento, en Dindefelo no hay más Elena que la periodista extremeña que ejerce el voluntariado a 3.500 kilómetros de casa. Aguantando cincuenta grados centígrados durante varios meses al año y sometida a un menú que convierte una ensalada -pasaron dos meses hasta que alguien le ofreció una- en una emocionante maravilla. «No lo paso tan mal como podría pensarse con el tema de la comida -dice la periodista extremeña-. De hecho, a mí me parece un momento precioso el de la comida, con toda la familia sentada alrededor de un cuenco que se comparte».

Normal que la pasada Navidad, en su casa familiar de Higuera de la Serena, Elena anduviera algo perdida ante la variedad de cacerolas y otros utensilios típicos en las cocinas de esta parte del mundo, donde la mayoría se compra el teléfono móvil sin comprobar antes si tiene linterna.

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