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NATALIA REIGADAS
Viernes, 14 de febrero 2014, 13:10
Carlos, Lolo, Chicote, Edu, Quique, Marco, Toni, Cristo, Feli, Pedro, Carlinos, Rafa, Ale, Simón, José Luis y Vázquez. O mejor, Los Espantaperros. La murga ganadora del año pasado se distingue por sus disfraces voluminosos y una puesta en escena grande y llamativa y este año tampoco defraudará. Más que una murga, es un espectáculo.
Se dieron a conocer hace solo dos años, pero en su debut lograron colarse en la final con los bollos de La Cubana. El año pasado montaron una enorme boca que se abría y se cerraba en el teatro López de Ayala y lograron el primer premio como dientes. Ahora, en su local de la barriada de Llera, se gesta su siguiente montaje. No quieren desvelar su tipo pero Paco Chicote, letrista del grupo, avanza que es una mezcla de sus dos anteriores propuestas. Por una parte hay trajes individuales con muchos detalles y además un decorado sorprendente y con movimiento. Las nuevas tecnologías también estarán presentes.
Chicote explica que, al crear la murga, decidieron llevar una línea de disfraces grandes, puesta en escena y trabajo por grupos, que es lo que han ido manteniendo. Son una murga muy organizada y con cierta disciplina. Se dividen por comisiones para llevar todos los aspectos y tienen el repertorio muy ensayado y limado. «Hay seis pasodobles preparados para el concurso, pero a lo mejor hemos probado 14 y hasta nueve cuplés para quedarnos con seis también», indica el letrista. Este oliventino lleva 17 años en el Carnaval, pero solo cuatro en Badajoz, donde llegó con la murga La mala compañía.
El año pasado su puesta en escena encantó, pero también suscitó críticas porque tardaban mucho en montar. El letrista indica que no fue para tanto, pero añade que este año están preparados para tenerlo en diez minutos. Será importante que lo hagan porque las bases han incluido una nueva sanción que les restará todos los puntos por puesta en escena si superan ese límite.
Trabajan duro, pero también les gusta divertirse, matiza Paco Chicote, que espera mantener el nivel del año pasado aunque asegura que no tienen presión. «Solo la que nos damos nosotros mismos, pero también queremos ir a los bares, a la calle, a disfrutar con la gente aunque no podamos ir con el escenario».
Por otra parte, admite que les gusta competir y «lograr un buen lugar. Si no, no invertiríamos un dineral en trajes y vestuario», añade.
Su decorado y sus trajes están diseñados por ellos mismos. Posteriormente, un experto en figuras de corcho los ejecuta y la murga finalmente da los últimos detalles. Les gusta añadir muchos guiños para que el público se sorprenda. Subvencionan esta importante inversión con publicidad y patrocinadores, una práctica que se ha extendido entre las murgas en los últimos años.
Por lo demás Los Espantaperros son unos chicos muy normales. Parte de ellos de Olivenza y el resto de Badajoz. Hay jóvenes que estudian y más mayores entre los que cuentan con un mecánico, un director de oficina, un herrero, dos funcionarios o un profesor. Compaginan sus trabajos y sus familias con muchas horas de ensayo y preparación.
Tanto esfuerzo, aseguran que les une. Toni Gastón, al que muchos recordarán como el bollo de leche o el diente de oro, destaca que, si quedan a las cinco para trabajar, se presentan todos los que pueden. «En cuanto lo piden, aquí estamos pinchados. Somos una familia».
En cuanto a este joven, que se ha convertido en un personaje del Carnaval, lleva regular su fama y que le reconozcan por la calle. Gastón, antes de Los Espantaperros, estuvo en Los auténticos coplillas. Su mayor ilusión era llegar a una final y lo consiguió hace dos años. Asegura, incluso, que fue más especial que el primer premio. El año pasado, sin embargo, fue un sueño para la murga, según Carlos Álvarez, otro de los componentes. «Todo el mundo nos paraba, se hacía fotos con nosotros por la calle. Íbamos a un bar y se sabían nuestras canciones. No te lo crees».
A pesar de su éxito, mantienen los pies en el suelo en esta edición. Paco Chicote admite que el certamen notará las ausencias de grandes grupos como Los Niños o La Caidita, pero cree que el nivel continuará muy alto. «Hay murgas que van pisando fuerte».
Entre Los Espantaperros habrá otras novedades este año: hay una voz nueva y una guitarra más para mejorar la música. En cuanto al repertorio, habrá pasodobles serios, cuplés divertidos y un popurrí humorístico. Le cantarán al traje, que da mucho juego, pero también habrá actualidad.
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