Sandro, el ídolo pródigo

Hay jugadores que no necesitan presentación. Ni dentro de su recién llegado vestuario ni en la grada. Ni el grupo ni la afición son nuevos para Sandro. El gran capitán blanquinegro regresa a su casa. El fútbol extremeño ya le echaba de menos y la masa social del CD Badajoz también. Pero el centrocampista lusopacense anhelaba aún más volver a pisar el césped y sobre todo la adrenalina de la competición.

No jugaba desde el 16 de junio de 2012 tras caer con la UD Badajoz inmerecidamente eliminado de la fase de ascenso a Segunda B frente al Alzira en la tanda de penaltis. Fueron sus últimos 120 minutos. Hasta este domingo en Valdelacalzada. El CD Badajoz 1905 le puso de nuevo en activo y el equipo volvió a ganar fuera de casa. «Necesitaba sentir ese gusanillo de competir, que el entrenador te machaque la cabeza, es curioso pero hasta que no estás fuera no te das cuenta de lo mucho que lo echas en falta».

Sandro Renato Pereira Pacheco (Palmela -Portugal-, 1982) reconoce que estos ocho meses como espectador se le han hecho largos. «No pensaba en jugar ya este año. Quería jugar, pero aquí, en Badajoz, y estaba loquito, pero pasaba el tiempo y nada». Le llegaron varias propuestas e incluso el Badajoz CF trató de convencerle hasta el último día del cierre del mercado de invierno para retenerle. «Necesitaba esa cosa de competir y cuando mis amigos José Chino y Píriz firmaron por el Olivenza tiraron de mí. Los entrenamientos eran allí y no podía por mi trabajo. Mi idea era que si jugaba tenía que ser en Badajoz».

Por su jornada laboral como repartidor de El Corte Inglés le impedía compatibilizarlo con su continuidad en el ambicioso proyecto de Ángel Alcázar, cuya primera decisión fue fijar los entrenamientos por las mañanas. «El Badajoz CF quería que jugase con ellos, tenía mucho interés, pero me resultaba imposible por mi horario de trabajo de mañana y tarde. Incluso me plantearon dejar el trabajo, pero no podía hacerlo. La UD Badajoz me ha tratado muy bien, como todos los clubes en los que he estado, la verdad, y les estoy muy agradecidos. Una vez que ya no pudo ser ha sido cuando en el Badajoz hablaron conmigo».

Sandro cuenta cómo se fraguó su fichaje por el líder de Regional Preferente. «Lolo se puso en contacto conmigo y me dijo que hablara con Víctor López por si me interesaba jugar con ellos. Me pusieron las cosas claras y hay un buen grupo». Y expone que el mal arranque de año le animó a tomar la decisión definitiva para volver a un club del que fue su capitán durante tres temporadas. «Me han tirado los resultados negativos. Si puedo aportar algo positivo, tirar de ellos y volver a animar a la gente. Aquí en Badajoz pierdes dos partidos y parece que vayas a descender. Las cosas se están haciendo bien, pero esto es fútbol y las cosas no siempre salen como quieres».

El Nuevo Vivero recupera de esta forma a uno de sus ídolos. «Por la afición un 10. Me ha recibido con los brazos abiertos. Que la gente me dé la enhorabuena por la calle me llena de orgullo. El Badajoz es mi club, es mi casa. Y con los compañeros sólo puedo tener palabras buenas. Ya existe una amistad fuera y cuando llegas es más fácil. Me bordean por los pelos, pero ya les tocará a ellos. Este buen ambiente nos hace más fuerte».

'Novato' entre otros ilustres

Con Sandro se da una circunstancia peculiar. Llega como 'novato' a un vestuario plagado de ilustres del fútbol extremeño como Copito, Marco Ortega, Golo, Gugu o Pata. Un capitán sin galones, pero con mando en plaza. «Soy uno más. No he estado desde el principio y el equipo sigue una planificación. Pero todos tenemos que ejercer de capitanes, tanto jóvenes como no. El club y mis compañeros me han abierto las puertas para que aporte mi punto de vista, ya sea crítica buena o mala, todos unidos para conseguir el objetivo de ascender a Tercera».

Con una dilatada trayectoria por Segunda B y Tercera, en el CD Badajoz conoce la cara más modesta del fútbol. «Todos somos de Preferente hoy en día y tenemos que hacer que este club crezca para llevar al Badajoz donde merece estar». Y avisa que le queda cuerda para rato. «Vengo con las pilas cargadas y espero que por mucho tiempo. No me quiero mover de mi ciudad, que es donde tengo que estar».