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FRANCISCO APAOLAZA
Jueves, 20 de febrero 2014, 11:39
No lo habrán visto en las portadas, pero un conflicto soterra desde hace unos meses las bases de la hermandad del pueblo estadounidense. Es una brecha profunda y peligrosa entre los que odian y los que adoran a Gwyneth Paltrow. Es curioso cómo esa cara de ángel, de mamá divertida de las fiestas del club de campo, incluso de icono de sexy 'blonde' es capaz de arremolinar en torno a ella tanto titular, tanta polémica y tanto loco que quisiera verla desastrada por el tiempo, vieja y fea. La última etapa de esta guerra fría por la actriz ha sido la no publicación de un reportaje sobre ella en 'Vanity Fair', una escalada del absurdo que ha terminado con el director explicándose en un artículo de 1.500 palabras y comparándola con el dictador coreano Kim Jong-un.
Salvo misiles nucleares, se han tirado casi de todo. Nunca un artículo en un cajón ha dado tanta guerra. Esta historia comenzó muy bien, en una reunión matinal de la redacción del 'Vanity', cuando en el corrillo de periodistas se comentó que la actriz de 41 años era la más odiada según la revista 'Star' y la más guapa según 'People'. El director, Graydon Carter, encargó a Vanessa Grigoriadis, una de sus firmas talismán, que hiciera un tema sobre la intérprete. En noviembre, después de meses de trabajo, el 'The New York Times' publicaba un correo en el que la rubia pedía a sus amistades que no respondieran a 'Vanity Fair', que la quería llevar a su célebre portada. El titular liberó el 'kraken' de los rumores: se dijo que Gwyneth y Chris Martin, el cantante de Coldplay, estaban rompiendo, que ella le había sido infiel con un tal Sam y otra nutrida variedad de personajes.
El asunto fue tomando vuelo hasta este número de marzo, cuando Graydon Carter ha cortado con la guerra, se ha rendido y a entregado sus armas de papel. Se sentará encima del reportaje que, de momento, no se publicará. Han podido con él. Asegura que el texto no es para tanto, pero que no va a publicar nada sobre el asunto después de haberlas pasado canutas. Desde que el ángel (o el demonio, según se mire), se negó a esa entrevista en la que podía participar ella misma con sus aportaciones, las presiones fueron en aumento. Ambos contendientes tuvieron una conversación de 20 minutos sobre el texto que ella misma leyó. Y no le gustó. Entonces, según Carter, presionó a 'celebrities' como George Clooney para que no apareciera en su revista, y amenazó con organizar una cena paralela a la tradicional fiesta de los Oscar que monta 'Vanity' y que el director se bebiera el champán él solito. «Kim Jong-un no lo hubiera hecho mejor», explica él. Del otro lado del frente, recibió una carga terrible de críticas, correos y amenazas de los anti-Gwyneth por no publicar la historia. «Ni nuestras grandes exclusivas han generado tantos problemas a la revista».
Todos los odios son irracionales, pero nadie sabe a ciencia cierta por qué tanta gente quiere mal a la actriz. Tal vez sea por las citas que se le atribuyen, como estas: «No quiero ser rica, ni famosa», «No tengo amigos que se emborrachan; los míos son gente adulta» o «Soy quién soy y no puedo pretender ser alguien que gana 25.000 al año». En Facebook, sus 'haters' tienen hasta grupos, de los moderados y los radicales.
Entre Hollywood y Toledo
En España, en cambio, el amor que se le profesa es casi una cuestión de estado. Con 15 años, la ganadora de un Oscar pasó su intercambio estudiantil en La Mancha. En Talavera de la Reina han pasado muchísimas cosas, pero dos de las más recordadas son que un toro mató allí a Joselito y que Gwyneth Paltrow vivió un tiempo en la localidad toledana.
Entonces era solo una guiri más de las que llegan a España, y se quedó prendada del cariño (y la tortilla de patata) de su familia, con la que sigue manteniendo contacto. Ella los adora. Realmente, ama a España entera. No deja de hablar del jamón y lleva en la boca el país allá por donde pasa (hace unos años protagonizó un programa de cocina en el que hablaba de los manjares españoles).
De vez en cuando, aprovecha para visitar a sus amigos de Talavera, aunque nadie en el pueblo, salvo ellos, se entera de su llegada (la última en 2013 junto a Chris Martin). Hace diez años el ayuntamiento la nombró Hija Adoptiva de la ciudad. Allí a nadie se le ocurriría decir lo que ha escrito la columnista Tanya Gold en 'The Guardian': «Lo que más se le puede echar en cara es que no ve más allá de sus narices, cosa habitual tratándose de un actor». Su columna va por los 853 comentarios: es la guerra.
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