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Sábado, 22 de febrero 2014, 01:06
No todos los extremeños destinados en Líbano se despiertan, viven y se acuestan en la base Miguel de Cervantes. El despliegue de Naciones Unidas en la zona incluye dos puestos avanzados, desde los que se controla la situación en torno a puntos más conflictivos, allí donde se localizan más violaciones de la línea azul (la franja imaginaria que separa Israel y Líbano, trazada en su mayor parte pero no en su totalidad, en teoría libre de armamento y que discurre junto a la frontera entre Líbano e Israel). Esas dos posiciones avanzadas se identifican por una combinación de letras y números, y en cada una de ellas hay entre 50 y 60 militares. Allí, la vida es diferente. No tienen las instalaciones deportivas de las que disfrutan en Marjayoun, pero también disponen de mayor autonomía. Son menos soldados, pero también menos mandos de alta graduación. La base es más pequeña, y eso facilita que se estrechen los lazos afectivos entre quienes se ven las caras a diario estando a más de 3.500 kilómetros de casa.
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