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MARÍA JOSÉ TORREJÓN
Domingo, 23 de febrero 2014, 09:27
«Mis tíos se fueron a Alemania a buscarse la vida sin saber alemán. Empezaron a trabajar haciendo piezas para coches y terminaron siendo profesores en la Universidad». Lo cuenta Jaime García, cacereño de 21 años y estudiante de Formación Profesional en la especialidad de carrocería y pintura. Varias generaciones después, este joven seguirá los mismos pasos de sus familiares. El próximo mes de mayo hará las maletas para marcharse a una población cercana a Hanóver, donde trabajará para el fabricante de automóviles Volkswagen durante, al menos, tres años y medio. Pero, a diferencia de sus tíos, tiene algunas ventajas.
Es uno de los 14 españoles que participan en un proyecto promovido por el Ministerio de Trabajo alemán y que consiste, básicamente, en ofrecer un contrato de formación en empresas germanas que demandan mano de obra española. De la selección y acompañamiento de los candidatos se ha encargado el Rotary Club. Cada alumno-trabajador percibirá una paga de 818 euros. En Cáceres las pruebas selectivas se realizaron el 24 de octubre. 150 personas se interesaron por la convocatoria. Se buscaban jóvenes, de entre 18 y 35 años, con estudios básicos, ESO, EGB o algún módulo de Formación Profesional. Los universitarios quedaron descartados.
Jaime acudió a la entrevista porque leyó el anuncio en el periódico. Es uno de los dos cacereños seleccionados para formar parte de esta 'aventura' laboral. El otro es Héctor Fernández, de 20 años. Caprichos del destino, ambos coincidieron hace tiempo en las aulas el IES Javier García Téllez, en el ciclo de mecánica. Pero ninguno lo terminó. Jaime se cambió al ciclo de carrocería y Héctor optó por trabajar de forma esporádica como dj. Antes de que este proyecto se cruzara en su vida, estaba en el paro. «Me enteré porque me lo comentó mi madre. Siempre me ha gustado Alemania. Es una cultura totalmente distinta», afirma.
Héctor y Jaime vivieron el pasado 29 de enero una experiencia que tardarán en olvidar. Junto al resto de candidatos seleccionados de todo el país, cogieron un vuelo con destino a Alemania. Aterrizaron en el aeropuerto de Hanóver y, desde aquí, varios rotarios alemanes les condujeron a un hotel cercano. Aquí se encontraron con un nutrido grupo de empresarios locales dispuestos a ofrecerles trabajo. Les llovían las ofertas. Eran ellos los que podían elegir. «¡Podíamos elegir entre 14 trabajos distintos¡», exclama Héctor. «Nosotros teníamos que elegir con quién nos queríamos quedar», apostilla Jaime.
Él optó por firmar con la Volkswagen, ya que esta empresa le daba la opción de ocupar un cargo en el área de carrocería. Y Héctor trabajará para una firma de compra-venta de coches como mecánico. Cuando describen el panorama a sus amigos, las caras de asombro no tardan en aparecer. Ellos les cuentan que este interés de las firmas germanas por querer contratar a chavales españoles como ellos se debe a que «los alemanes tienen estudios superiores pero estas empresas necesitan mano de obra».
Tras el subidón por poder elegir entre varias empresas y poner un pie en Alemania, la expedición retornó ese mismo día a España. «Cogimos cuatro aviones en un mismo día», cuentan.
Desde esta semana, Héctor y Jaime viven en Madrid, donde acuden todos los días al Instituto Goethe -el equivalente al Instituto Cervantes- para hacer un curso intensivo de alemán. «Llevamos tres días y ya nos han hecho un examen», indican. «Ya sabemos presentarnos y preguntar por nuestro salario en alemán», añaden entre risas. El curso durará dos meses. Será entonces cuando partan definitivamente a su nuevo destino. Allí seguirán perfeccionando el idioma durante otros dos meses. Lo harán por la tarde porque en horario de mañana tendrán que estar incorporados a sus respectivas empresas.
Con mudanza y piso pagado
Las firmas, apuntan, corren con los gastos de la vivienda en Alemania, además de pagarles el billete de avión y la mudanza. De momento, en sus horizontes no aparece una fecha de regreso. Ni se lo plantean. «Si nos va bien, haremos allí nuestra vida. Es una pena que nos tengamos que quedar allí. Pero si España no nos da un futuro, tendremos que irnos donde nos lo den», dicen convencidos. «Además, tenemos que aprovechar ahora que somos jóvenes», concluyen desde el piso que ambos comparten en Leganés. Están ilusionados. Tienen por delante un cambio de vida y, lo que muchos añoran en este país, un contrato de tres años y medio. «Es un trabajo formativo. Vamos a ser aprendices. Poco a poco iremos ascendiendo», matizan.
Héctor y Jaime pasarán en breve a formar parte del grupo de cacereños residentes en el extranjero. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), desde el inicio de la crisis hay 2.000 cacereños más viviendo en otros países. En 2007 había censados 11.569 y en el mes de octubre de 2013, cuando se realizaron las pruebas de selección para Alemania, ya eran 13.804.
euros cobrarán en Alemania, cantidad a la que hay que sumar el seguro y la seguridad social. Trabajarán y recibirán formación al mismo tiempo. Se trata de un proyecto amparado por el Ministerio de Trabajo germano.
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