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CLAUDIO MATEOS
Martes, 11 de marzo 2014, 08:50
Las orugas se convierten algunas primaveras en un problema en las zonas verdes de la ciudad, sobre todo donde hay pinos los años en los que suben bruscamente las temperaturas tras varias semanas de lluvias, como está ocurriendo ahora. Por eso Jardines de Plasencia está llevando acabo la segunda fase de una labor preventiva que comenzó en otoño con un tratamiento para matar a las larvas, y que se retoma durante estas semanas localizando los árboles en los que hay nidos de orugas, podando y quemando los nidos para evitar su propagación.
Pese a este trabajo de prevención, las orugas han alcanzado algunas zonas pobladas. Vecinos del barrio de La Esperanza se han dirigido al Ayuntamiento para pedirle que actué contra las procesionarias que se están propagando por esa zona. Los insectos están provocando erupciones en la piel a algunas personas, sobre todo niños, que son los más sensibles a este tipo de reacciones producidas por las orugas.
El Ayuntamiento confirmó ayer que le han llegado esas peticiones y anunció que actuará tanto en esa como en otras zonas de la ciudad durante los próximos días. De hecho, pide a cualquier persona que detecte la presencia de orugas en el casco urbano que contacte con los servicios municipales para que vayan a eliminarlas.
En todo caso, Jardines de Plasencia asegura que este año la población de orugas no está siendo especialmente importante en la ciudad, donde incluso hay menos que en temporadas anteriores, cuando sí que se llegaron a convertir en un problema. Así ocurrió por ejemplo en abril de 2011, cuando Los Pinos ser vieron afectados por una plaga de más de 200 nidos y la UTE llegó incluso a solicitar permiso para dispararles con escopetas de perdigones con silenciador para acabar con ellos, el cual le fue denegado por la Junta de Extremadura. Al final se controló la plaga con métodos más tradicionales, pero no sin antes tener que desplazar hasta otros parques a los usuarios habituales de Los Pinos por los problemas en la piel que las procesionarias estaban causando a muchos niños.
Desde el año 2008 las orugas no se controlan mediante pesticidas químicos, que acababan afectando a los pájaros que se comían a los insectos, sino mediante un tratamiento fitosanitario por medio de bacterias que atacan a las larvas para provocar su muerte antes de que se desarrollen. Ese tratamiento sólo es efectivo contra la larva de la procesionaria del pino.
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