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Adiós al edificio de la cartelería
CÁCERES

Adiós al edificio de la cartelería

El bloque, construido en 1940, tiene 2.720 metros cuadrados y se encuentra en situación de semiabandono pese a estar en una de las mejores zonas urbanas Los propietarios del número 2 de Gil Cordero limpian la fachada por orden municipal

MANUEL M. NÚÑEZ

Miércoles, 12 de marzo 2014, 11:34

Los cacereños dicen adiós al edificio 'de la cartelería'. Un apodo lleno de matices y segundas intenciones que servía -ya no- para referirse al bloque que inicia una de las vías más cotizadas de la capital, Gil Cordero.

La referencia tiene que ver con un inmueble que parece sacado de otra época, en estado de semiabandono, y en el que apenas quedan inquilinos. Solo unos cuantos buzones de los 28 que hay tienen grabados los nombres y apellidos de los residentes. Humedades, grietas y cableado saltan a la vista en las zonas comunes. Por fuera, una fachada de primera mitad del siglo pasado a la que se ha parado el reloj, el cartel de una constructora ya desaparecida y 44 ventanales. El mensaje de alquiler que cuelga de uno de ellos casi no se ve. Nadie se asoma desde allí a Gil Cordero, una de las calles más pobladas. 437 cacereños tienen sus casas en esa vía.

Los locales comerciales del número 2 se han distinguido durante años por ser los más cotizados. Quienes pretendían alquilarlos para montar allí un negocio se encontraban con la negativa de sus dueños. Sin embargo, los que querían anunciar algún evento, fuese concierto, mitin político, charla sobre las técnicas adivinatorias o cualquier otro, tenían un sitio privilegiado para pegar sus carteles.

La escena de unos encima de otros ha pasado a formar parte del paisaje urbano. Ya no se volverá a ver. El Consistorio dio órdenes, vía Boletín Oficial de la Provincia (BOP), de su limpieza. La reacción de la propiedad ha sido inmediata.

La que era una de la señales de dejadez más visibles de Cáceres ha dado paso a una imagen de más normalidad, con las cristaleras de los bajos despejadas de anuncios. La orden se publicó en el BOP del 31 de enero y su ejecución ha sido cuestión de semanas. Un edicto de Alcaldía informaba de la imposibilidad de localizar a los herederos de María del Carmen Lozano Méndez para notificarles que «inmediatamente procedan a la limpieza y retirada de los carteles publicitarios de la fachada».

La decisión municipal se basa en un informe de la Unidad de Inspección de Servicios de septiembre en el que se aludía al «mal estado» de los locales, por estar «siendo utilizados como lugar de pegada de carteles publicitarios, con la consiguiente falta de ornato». El Consistorio lanzó una advertencia a los propietarios. Si no actuaban se procedería a una ejecución subsidiaria «a su costa». Además, se exponían a recibir «hasta diez multas coercitivas» por un valor del 10 por ciento del total.

La respuesta no se ha hecho esperar. Hace unos días un operario de limpiezas Adarve despejaba de publicidad, años después, las cristaleras. Los dueños también han seguido las instrucciones del Gobierno al colocar una nota de advertencia en la que se especifica que la colocación de carteles pasa a ser responsabilidad de la empresa anunciadora. Parece el adiós definitivo al edificio de la cartelería.

«Asunto de familia»

Pese a ello, la imagen exterior del gran bloque de Gil Cordero sigue siendo la de hace décadas. La sensación de tiempo detenido la ilustra un viejo Renault 4 'lata' en lo que fue un almacén. Una construcción enorme (2.720 metros cuadrados, según el Catastro), triste, antigua (se levantó en 1940), semiabandonada a su suerte saluda a quienes pasean por una de las áreas, curiosamente, más cotizadas. El metro de un piso de segunda mano puede llegar a pagarse a más de 1.600 euros.

A la pregunta de por qué no alquilan la mayoría de sus viviendas ni los locales que abren la calle uno de los propietarios responde con un lacónico: «Es un asunto de familia». Se limita a reconocer que han cumplido la orden del Consistorio y que si aquello era antes un atentado contra la buena imagen de Cáceres no fue por culpa de ellos. «La gente pegaba allí los carteles y no podíamos hacer mucho». Una papelería y una ferretería fueron los últimos negocios de los locales cerrados. El alquiler de ambos podría superar con creces los 4.000 euros mensuales. La propiedad no da pistas: «Es una cuestión privada. No es de interés general», resume.

«Ésta es la mejor calle de Cáceres. Llevo aquí más de 25 años y es increíble que esos locales estuvieran como estaban. Supongo que la explicación es que son varios propietarios, los herederos del ferretero Patricio Fernández», comenta el gerente de la empresa de suministros industriales que ocupa la misma acera. La versión la corrobora un antiguo inquilino. Vivió allí durante años y las deficiencias del inmueble empezaban a hacerse notar, comenta.

Menos problemas plantea Joaquín, uno de los últimos residentes. En realidad, aquello «no esta tan mal» y los dueños, aclara, solucionan los problemas que surgen cuando se les llama. Ni siquiera tienen relación, puntualiza: «Ingresamos el alquiler mensual en una cuenta».

La operación de una posible venta millonaria del bloque se evaporó hace años. «Al final no se pudo hacer, pero había interés. Es un punto estratégico», confirman desde una inmobiliaria local. Según esa versión, el 'edificio-anuncio' perdió su gran oportunidad con la crisis.

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