Deslucida novillada en Las Ventas

Un cartel, a priori, con notable interés. Había expectación por ver a tres novilleros que, cada uno con su estilo, pueden funcionar y una ganadería de las que suelen también servir para hacer el toreo. Y al final, sin ser un espectáculo triunfal, ni mucho menos, hubieron detalles que, en parte, salvaron la tarde, principalmente la buena actitud mostrada por los de luces, pero, sobre todo, las agallas del catalán Jesús Fernández, el nombre destacado de la función.

Abrió plaza un novillo noble y con buen fondo, aunque medido de fuerzas y raza, con el que Fernández anduvo tesonero y, sobre todo, suficiente en la cara de un antagonista que a medida que transcurría el trasteo fue quedándose cada vez más corto. Buena estocada, que le valió una ovación. Rodilla en tierra recibió Fernández al cuarto, blando y mansurrón en los primeros tercios pero al que, a base de suavidad y mucho temple, logró afianzar brevemente el de San Boi en la muleta. Novillo a menos y novillero con agallas y solvencia para justificarse más que de sobra.

Juan Ortega tardó en coger el aire a su primero. Medios muletazos, y acompasando más que sometiendo; pero todo con pinturería y elegancia. No estuvo fino en la suerte suprema, dando tiempo a dos avisos. En el quinto, novillo pegajoso y un punto descompuesto, estuvo Ortega nuevamente en las cositas aisladas, sin poder estructurar una faena llena de voluntad.

El primero de Tomás Campos cumplió un más que notable tercio de varas. Con movilidad pero con tendencia a buscar la querencia, donde acabó refugiándose, lo que provocó que Campos no pudiera pasar de los detalles. Final por manoletinas y mal a espadas. El blandengue sexto impidió a Campos pegar dos muletazos seguidos.