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J. LÓPEZ-LAGO
Domingo, 6 de abril 2014, 12:09
Cada vez es más frecuente ver grupos de escolares guiados por sus profesores alrededor de las murallas de Badajoz, cuyas batallas, de las que aún quedan cañonazos a la vista, contienen buena parte de nuestra historia a partir del siglo XVII, cuando franceses, portugueses y otros invasores pretendían conquistar la ciudad.
Si en el siglo XX y lo que va del XXI las murallas y baluartes pacenses han sufrido algún asedio ése ha sido el de las pintadas. A día de hoy la mayoría de los grafitis se han borrado y el entorno de esta fortaleza discontinua ha mejorado con parques y jardines. Pero hay un tramo de la muralla, el que corresponde al Parque Infantil y que se sitúa entre los baluartes de San Vicente y San José, cuyas murallas están pintarrajeadas prácticamente a cada metro. Hasta noventa grafitis ha llegado a contar este diario en el Parque Infantil y el auditorio Ricardo Carapeto que hay en su interior.
No se trata de simples firmas hechas con prisa. Algunos de ellos son de gran tamaño, también abundan las letras de trazo grueso y coloreadas. Incluso se da la circunstancia de que al menos ocho pintadas se han realizado sobre el paño de muralla del siglo XVIII que tiene encima varias ventanas de la Jefatura Superior de Policía. En este lugar no se libran del spray ni las garitas de vigilancia, igual que los paneles explicativos sobre este espacio, también garabateados.
Pero si hay una zona especialmente castigada en este tramo considerado Bien de Interés Cultural es el foso que rodea el auditorio Ricardo Carapeto, pese a estar vallado. La otra zona que también concentra un número exagerado de pintadas son la escaleras cubiertas de acceso al parque y que atraviesan la muralla.
La Virgen de la Soledad erigida allí en 1954 a pocos metros también ha sido objetivo predilecto de los vándalos últimamente. De hecho, una brigada del Ayuntamiento se encargó de restaurar durante varios días el aspecto de esta escultura y su hornacina el diciembre de 2012. Desde entonces no ha vuelto a sufrir pintadas.
El Ayuntamiento destinó el año pasado 183.000 euros a una cuadrilla de dos personas que está exclusivamente dedicada a borrar grafitis, despegar chicles de las aceras y limpiar grasas que los vehículos echan sobre la calzada. Este personal está adscrito a la Concejalía de Medio Ambiente. Disponen de una baldeadora limpiadora y otro material específico para estas tareas.
Su titular, el edil Antonio Ávila, explicaba esta semana en cuanto a los grafitis que en lo que va de año, esta brigada ha limpiado ya 115 en toda la ciudad. Y aunque señala que no hay un plan específico para monumentos o lugares de valor patrimonial, afirma que «la tarea en la Alcazaba es casi constante. El otro día quitaron uno de una zona recién restaurada».
En el caso del Parque Infantil, atestado de pintadas, declara que su concejalía no da la batalla por perdida. Y recuerda que en agosto de 2013 fueron identificadas y denunciadas dos menores que habían pintarrajeado las murallas de este enclave histórico. Su detención fue posible porque subieron las fotos a Internet. Sin embargo, no hay muchas más personas que hayan sido 'cazadas' en Badajoz afeando con pintura o sprays el patrimonio local. Por tratarse de lugares protegidos, Ávila recuerda que cuando se trata de agresiones en estos lugares el Ayuntamiento irá contra los autores por la vía penal.
Según dice, los guardas de los parques colaboran para mantener el buen aspecto de estos espacios, pero debido a la dificultad para coger 'in fraganti' a los autores apela a la colaboración ciudadana.
Resto de la fortaleza
Desde el punto de vista de las pintadas, el resto de la muralla de Badajoz está en mejor estado que el citado Parque Infantil. Sin embargo, tampoco el resto de baluartes y las murallas que quedan en pie se libran de los vándalos. Solo el foso que contiene la pista de patinaje abandonada, conocido como semibaluarte de Palmas, tiene ocho pintadas, algunas de gran tamaño.
El baluarte de Santiago, que acoge el aparcamiento de la Memoria de Menacho, concentra casi todas sus pintadas -unas catorce- en uno de sus extremos más ocultos. El resto del paño tiene unas diez más y solo está limpio el tramo de muralla que da a la calle Pablo Julio Martínez Miranda. Hay que tener en cuenta que en este lugar hay cámaras vigilando desde las traseras de la Delegación del Gobierno.
Puerta Pilar, habitualmente grafiteada, está limpia en estos momentos. En el resto de la muralla de esta zona conocida como Salto de Caballo las pintadas están en la parte superior intramuros, toda una hilera de más cien metros totalmente garabateada que queda oculta. Del otro lado, a la vista, apenas se ven cuatro pintadas, todas en las esquinas.
Tras la brecha que se abre en el baluarte de San Roque en cuyo interior está el Palacio de Congresos aparece el Baluarte de Santa María, a cuyos pies se extiende el conocido como Parque de los Sitios, remodelado en abril de 2012. Aquí apenas se ven tres pintadas más, justo donde la vegetación que cubre la muralla de piedra lo permite. El resto está impecable.
Después de la siguiente brecha existente en la muralla se sitúa el parque de la Legión, donde los grafiteros se han ensañado con las casetas de mantenimiento que hay en un lateral del colegio Juventud, pero no con la fortaleza, con excepción de las esquinas, que sí presentan algún garabato que destaca sobre el mármol.
En el otro tramo del Parque de la Legión, al que se accede por puerta Trinidad (ahora rehabilitándose) sus murallas también presentan buen aspecto si exceptuamos tres de ellas de gran tamaño en uno de sus rincones cercanos a lo que se conoce como Caño de la Loba.
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