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A. GILGADO
Lunes, 21 de abril 2014, 09:20
badajoz. De comercios de barrio se ponen siempre dos ejemplos en la ciudad. Carolina Coronado en la Margen Derecha y Ricardo Carapeto en San Roque. Pero en los últimos años hay un tercer pilar: María Auxiliadora.
El corredor conecta el centro con Valdepasillas y la alineación de dos grandes edificios en la acera del McDonald's (el colegio Salesiano y las sedes de asociaciones de la Diputación) traslada toda la oferta comercial a una sola acera. En los poco más de 400 metros hay más de treinta negocios, desde bares hasta tiendas especializadas en vídeojuegos y móviles. Un síntoma saludable es que sólo cuatro locales vacíos se alquilan. Pocas avenidas de la ciudad pueden presumir hoy de mantener una tasa de ocupación tan alta.
Los comerciantes cuentan que la crisis no ha frenado la famosa rotación. Cuando se va un negocio, a las pocas semanas ya hay otro. En algunos casos apenas dista una semana entre dos inquilinos.
Rocío Cáceres trabaja en una tienda de regalos y decoración. Lleva ya varios años en la avenida y ha visto como algunos locales se han alquilado sin necesidad de colgar el cartel de la inmobiliaria.
El continuo paso de gente atrae a los empresarios hasta la acera y los alquileres no cotizan como en el centro. Un local medio de 80 o 90 metros cuadrados se arrienda por mil euros. Rentable para una avenida tan expuesta al público. Pero todas estas bondades las lastra, en parte, la falta de aparcamientos, que convierte en algunos momentos los carriles en dirección al centro en un embudo.
Para Luis Manuel Álvarez, se trata de la única pega que ve en su calle. Regenta una tienda de deportes especializada en fútbol y hace un balance más que positivo de su apuesta por María Auxiliadora. «No puedo estar más contento, ahora es un mal momento para todos, pero no se ha perdido el paso de gente, que es el fuerte», afirma.
El goteo constante de peatones por la acera fue también la razón por la que la ONCE trasladó a Pepín Soto desde el hospital Perpetuo Socorro hasta la puerta del estanco de María Auxiliadora.
Pepín advierte que los puntos donde se ponen los cuponeros no se eligen al azar. La organización para la que trabaja estudia los más transitados para poner allí sus vendedores. «Si te asignan este punto no es por casualidad».
Se coloca en una esquina estratégica, junto al paso de peatones que cruza desde el colegio y próximo a una administración de la Onlae.
Se pasa todo el día en la acera y calcula que el paso de potenciales clientes en María Auxiliadora no tiene nada que envidiar al que puede registrar, por ejemplo, Juan Carlos I, o la propia avenida de Villanueva. «Aquí todo se concentra en una acera. No hay dispersión».
La concentración favorece la oferta comercial. Las panaderías y las fruterías, por ejemplo, atraen a mucho público de las calles que suben hasta la estación de autobuses. En el barrio no hay un gran supermercado cercano.
Valdepasillas
A los residentes de compra diaria se une el público que atrae el colegio de los Salesianos. Aunque muchos padres recogen a los niños en coche, la mayoría cruza por el paso de peatones de la Casa de la Mujer y acceden por la acera. «Hay muchos padres que cuando dejan a los niños entran en las tiendas», cuenta el cuponero.
Los comercios también se nutren de los vecinos de Valdepasillas. En primavera más gente se mueve a pie por la ciudad y la amplia acera de más de siete metros con sombra durante toda la mañana tiene más concurrencia. «Clientes de Valdepasillas o incluso de la barriada de Llera pasan todos los días varias veces», cuenta María Luisa Fernández. Despacha en una panadería y es de las que también se muestra encantada con la ubicación de su negocio.
Cuenta que ahora paga novecientos euros por un local mucho más grande que otro que ocupó en Téllez Lafuente. De allí se fue precisamente porque la renta no compensaba y cuando se puso a buscar otro sitio donde establecerse, varios comerciantes del barrio le aconsejaron María Auxiliadora. Al principio le frenó la competencia, en algunas esquinas traseras en dirección a la estación de autobuses también abrieron varias panaderías y no quería caer en la sobreoferta. Durante meses observó el trasiego y le convenció. «Vi que había mucha doble fila, pero me di cuenta que por las mañana no para de pasar gente».
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