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La historia de amor de dos pintores norteamericanos en Berzocana
CACERES

La historia de amor de dos pintores norteamericanos en Berzocana

Bert L. Long y Kelly Constance vivieron 12 años en Berzocana; ella murió de cáncer en 1997 y desde entonces él no ha vuelto al pueblo en donde permanecen sus recuerdos

SANJOSÉ

Lunes, 17 de diciembre 2007, 08:58

Hace frío en Berzocana. El pueblo tiene a su espalda la Sierra de las Villuercas, grandes murallones de rocas peladas que quizá esta Navidad se cubran de nieve.

Este hermoso pueblo ensombrecido por la fama de la cercana Guadalupe (a 38 kilómetros), tiene una iglesia como una catedral y es conocido, sobre todo por tres cosas: por tener las reliquias de dos hermanos santos del siglo VI (San Fulgencio y Santa Florentina); por haber nacido aquí el cantante Luis Pastor; y también por ser el lugar en donde vivió durante doce años un afamado pintor norteamericano, de color y de unos dos metros de estatura, junto con su pareja, una pintora también de color.

Berzocana tiene oficialmente 497 habitantes y todos los que tienen más de 15 años se acuerdan del gigante negro de larga barba canosa, que siempre llevaba un enorme medallón al cuello.

En el estanco-tienda que está al lado de la Plaza de España, Cipriano Pastor Sánchez (primo hermano de Luis Pastor) sonríe al preguntarle por Bert L. Long. «No puedo hablar mal de él, porque hasta me estaba enseñando el inglés. Disfrutaba mucho de nuestras fiestas. Le gustaba comer y beber. ¿Cómo comía las sardinas asadas! Estaba siempre haciendo fotos de todo. Yo soy carnicero y me hizo una foto con la cabeza de un cordero, muy bonita. De vez en cuando nos enseñaba las fotos que hacía en la Casa de Cultura».

Quien más sabe de él en Berzocana seguramente es Lorenzo Domínguez Díez, que regenta uno de los bares de la plaza. «No sabemos si está vivo o muerto. Bueno, hace un año sí que estaba vivo, que nos envió una felicitación de Navidad», cuenta Lorenzo. Él y su mujer recuerdan que Bert Long (o Berto el largo como le decía alguno al traducir su nombre), llegó al pueblo sobre el año 1985, «vino en un Chevrolet oscuro con su compañera, y con un carpintero que conocieron en Guadalupe. Los dos vivieron un año en Guadalupe, en un hostal, y antes habían estado en Roma».

Bert y su compañera Kelly Constance querían la tranquilidad de Berzocana, buscaban una casa en la que vivir y Lorenzo les alquiló una casa en la que estuvieron 12 años viviendo.

«Era un hombre estupendo. En el pueblo nos acordamos bastante de él», cuenta Juan Pedro Escobar. «Le gustaban mucho nuestras tradiciones. En las matanzas estaba desde primera hora de la madrugada hasta que se hacía el último chorizo, siempre haciendo fotos. En la romería iba de encina en encina fotografiando a la gente. Estaba en la Semana Santa, en la vaquilla, en el ofertorio... Se desvivía por ayudar a los demás. Nunca le vi enfadado. Era muy buena persona. Ella era más introvertida, al principio no disfrutaba tanto del pueblo, pero al final sí. Ella no hablaba también el español como Bertol».

En 1997 ella enfermó. Tenía un cáncer de pulmón. La trataron en el Hospital San Pedro de Alcántara y volvió al pueblo durante un tiempo. «Bert tenía siempre dos pasajes de avión en la cartera, estaba preparado para irse con ella a Estados Unidos cuando las cosas fueran peor», comenta Lorenzo.

Kelly se puso peor y se marcharon a Houston. «Al poco nos llamó por teléfono para decirnos que ella había muerto». Sus amigos de Berzocana esperaban que volviera «le tenemos mucho aprecio»; pero han pasado diez años no lo ha hecho. Quizá Berzocana le recuerde demasiado a ella.

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