¿Qué ha pasado hoy, 14 de marzo, en Extremadura?
CACERES

La ermita olvidada

El templo en honor a Santo Vito, en San Blas, es una edificación ruinosa, semiabandonada, que vive de su pasado convulso

ANTONIO JOSÉ ARMERO

Domingo, 20 de enero 2008, 02:34

San Vito, el del baile. La mayoría identificará al santo por la frase oída a padres o abuelos -«niño, parece que tienes el baile de San Vito», les habrán dicho-. Es mucho más probable eso que asociar su nombre al de una ermita levantada en el siglo XVI en lo que ahora es el barrio de San Blas.

Publicidad

Aunque, en sentido estricto, habría que plantearse qué queda de ermita en la ermita de Santo Vito. A los ojos de hoy, se presenta como una edificación ruinosa, en estado de semiabandono. Es una casa destartalada, que de forma vaga recordará a lo que un día fue. «Hace tiempo pensamos en que se hiciera algo con ella, que fuera una ermita más de las que hay en Cáceres, pero no encontramos mucho apoyo en quienes podían hacer algo», recuerda Juan Antonio Hernández, presidente de la asociación de vecinos Universidad-San Blas.

Él es uno de los muchos que conoció de primera mano una de las peores épocas de ese lugar. Durante años, la ermita de Santo Vito fue refugio de quienes no tenían otro lugar mejor donde pasar la noche, y un punto de venta de droga. En definitiva, un reducto de marginalidad, un lugar de visita poco aconsejable.

Es como si esa construcción tuviera escrito acabar como un lugar en el que recoger a quienes no pueden dirigirse a otro sitio más apropiado. Lo mismo que El Refugio, un edificio cercano construido durante la República por iniciativa del alcalde socialista Antonio Canales (el que ahora da nombre a la conocida popularmente como plaza de Italia), la ermita sirvió para acoger a transeúntes y otro tipo de necesitados. En el año 1920, el Ayuntamiento pagó cuatrocientas pesetas y se la entregó al Obispado, para su uso religioso.

El estado actual

Pero de aquello queda poco más que el recuerdo. La mejor época del templo en honor al patrono de los epilépticos, al santo que cura las mordeduras de serpientes, pasó hace mucho. Santo Vito no es ya la ermita que fue. Tampoco el refugio de drogadictos. Ni algo que admirar por su valor patrimonial. Hoy, no es casi nada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad