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A. R. R.
Sábado, 2 de febrero 2008, 11:13
Un Ibarra relajado y divertido puso ayer voz a los pacientes de afecciones cardíacas en su intervención en el Cardioforo Interactivo 2008, donde el ex presidente de la Junta de Extremadura volvió a dejar patentes sus dotes de comunicador.
Ibarra, que sufrió un infarto agudo de miocardio en el año 2005, contó su experiencia de forma pormenorizada, como si de un monólogo del 'Club de la Comedia' se tratase, arrancándole a la audiencia carcajadas y empatía en dosis similares.
Admitió que, como la mayoría, nunca pensó que podría tener un infarto, sobre todo por falta de información: «No reconocí los síntomas cuando tuve 'el accidente'. Todos sabemos la teoría: vida sana, no al tabaco, algo de deporte... Pero nos nos consideramos candidatos, yo no al menos», reconoce.
Aún así, el que fuera jefe del Ejecutivo extremeño durante 24 años, confesó su parte de culpa: «Yo disfrutaba del estrés porque era una manera de vivir al límite, sin pensar que podía ser perjudicial. Entendía mi profesión como un torero: o por la enfermería o por la puerta grande. Y me daba morbo vivir al filo de la navaja».
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El ex presidente se puso serio al recordar las horas previas hasta ingresar en el Clínico San Carlos de Madrid describiendo los síntomas y las «señales» que al final le llevaron a recurrir a su, por entonces, consejero de Sanidad, Guillermo Fernández Vara, que fue el encargado de llamar a los servicios de urgencia, aquella madrugada del 6 de noviembre. Relató que su única obsesión cuando iba en la ambulancia que le trasladaba desde el hotel era llegar al hospital: «Mi único pensamiento era llegar porque había leído en algún sitio que una de cada dos personas que sufre un infarto muere antes de su ingreso, así que, de alguna manera, cuando me vi allí me entró una gran alegría».
Pese a lo dramático del episodio, Ibarra se las arregló para concluir la parte 'dura' de su relato con una nueva broma: «Hubo un momento en el que ya no sentía dolor. Pero lo peor de todo es, sin duda, cuando te quitan el esparadrapo de la femoral», bromeó.
Haciendo balance de los cinco «momentos más duros» se su vida, Juan Carlos Rodríguez Ibarra lo tiene muy claro: «Un ataque de la multitud en un pueblo en 1979, cuando creí que me mataban, el 23F, la riada, un accidente serio de coche y el infarto. He cambiado mi vida y mis hábitos por miedo a un nuevo ataque», agregó sincero y señaló que, de hecho, lo primero que mira cuando va a viajar a cualquier ciudad del mundo es sus hospitales y sus servicios de cardiología.
Aprovechando la presencia de la consejera de Sanidad, Ibarra le solicitó dos cosas: más información y los medios necesarios para la prevención. «Si existieran técnicas no invasivas para saber como están las arterias sería un descanso para mí», sugirió.
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