Cáceres recibe esta tarde, engalanada, a la Virgen de la Montaña

Dioni Rebollo saca lustre a la fachada con la brocha empapada en cal. Lo hace todos los años cuando se avecina la bajada de la Virgen de la Montaña, la patrona de Cáceres. Vive en el número 45 de la calle Caleros, la casa donde nació. «Antes todos los vecinos encalábamos nuestras fachadas para recibir a la Virgen. Pero la tradición se está perdiendo, ahora sólo lo hacemos los más antiguos», comenta mientras mueve con desparpajo la caña a la que tiene atado el pincel.

Dioni vestirá hoy sus balcones con sábanas y colchas. Igual que María Jesús Nevado, que reside en el número 14. Esta tarde tiene invitados. «Hoy viene toda mi gente a ver a la Patrona», dice la mujer. El paso de la Virgen de la Montaña por la castiza calle Caleros es uno de los momentos más emocionantes de la procesión, que parte hoy a las 18.30 horas del santuario. Lo dice Javier Acedo, vicemayordomo de La Montaña. La calle Caleros tiene, de hecho, el título de hermana de honor de la cofradía. Por algo será.

El móvil de Javier está que echa humo estos días. Todo tiene que estar listo para la bajada de la Patrona. Los cacereños que ayer por la tarde subieron a La Montaña pudieron comprobar que la imagen estaba ya vestida con el manto que luce todos los años para la ocasión. Se trata del manto que le regaló la ciudad de Cáceres con motivo de las bodas de plata de su coronación. Es de tisú de plata fina y está bordado a mano con oro fino de alto relieve. Esta mañana Pepi Perera, la camarera de ornato, y sus ayudantes se encargarán de adornar el paso con claveles rosas y blancos. Las flores se compran en varios establecimientos de la ciudad.

Una hora antes de que comience el descenso, los hermanos se darán cita en el templo para ataviarse con la túnica azul, capellina blanca, cinturón y guantes blancos y zapatos negros. «Aunque hay muchos que ya vienen vestidos de casa», precisa Acedo. La Cofradía de la Virgen de la Montaña cuenta en la actualidad con 4.223 hermanos. De ellos, 120 cargarán con la imagen en cuatro turnos.

El recorrido

A las seis y media la Virgen saldrá de su santuario e iniciará el camino hacia la Concatedral de Santa María. En el tramo comprendido entre El Calvario y la ermita del Amparo se produce uno de los momentos más esperados por los cacereños, ya que es cuando los devotos pueden llevar a la Virgen. «Los hermanos de carga se separan del paso y, como si fuera un imán, la gente se acerca a la Virgen para poder cargarla», describe el vicemayordomo.

En el Amparo los hermanos vuelven a portar a la Virgen, a la que la Cofradía del Cristo del Amparo agasaja con una ofrenda floral. La siguiente parada está fijada en Fuente Concejo, a las ocho y media. Es aquí donde se da el recibimiento oficial a la Patrona por parte de la alcaldesa, Carmen Heras, y el obispo de la diócesis de Coria-Cáceres, Francisco Cerro Chaves. Los dos viven hoy la primera bajada de la Virgen como representantes institucionales. Alcaldesa, obispo y el resto de autoridades se sumarán al desfile, que iniciará su recorrido hacia Caleros acompañado por la banda municipal de música y la banda de la Diputación Provincial.

La procesión se detendrá a la altura de la ermita del Vaquero, donde un coro juvenil cantará 'Virgen morenita'. Al llegar a la plaza de Santiago, la Patrona recibirá otra ofrenda. Esta vez, por parte de las hermandades del Nazareno y de la Sagrada Cena y de los grupos scouts de Cáceres.

Desde la plaza de Santiago, la procesión tomará las calles Camberos y Muñoz Chaves. Y al alcanzar la Plaza del Duque -las cuatro esquinas- sonarán los temas de la tuna. «Los tunos tiran las capas al suelo para que la Virgen pase», apunta Javier Acedo.

Es en la Plaza Mayor donde la Patrona recibe la bienvenida más multitudinaria en el transcurso de una celebración en la que la alcaldesa y el obispo le dirigen unas palabras. Es la última parada de un recorrido que terminará en la Concatedral de Santa María, donde la imagen permanecerá hasta el 4 de mayo.

Durante el trayecto, la Patrona encontrará una ciudad engalanada para la ocasión con arcos de palmeras, flores, colchas en los balcones y fachadas remozadas, como la de Dioni Rebollo, la vecina de la calle Caleros.