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PPLL
Domingo, 15 de febrero 2009, 20:27
- ¿Cree que su nieto seguirá los pasos artísticos familiares?
- ¿Espero que no! (Risas). Su madre desde luego no quiere y dice que tiene que hacer una carrera, algo seguro, que traiga una paga segura cada mes. Y no sea artista. Pero es posible, porque tiene unos ojos que... lo mira todo y no se le pierde nada.
- ¿Quién le impresionó más, Gala de Dalí o Yoko Ono?
- Gala, por favor. Yoko Ono no tiene nada que ver con Gala. Gala era una mujer muy fuerte; bueno, aunque yo la pondría en la lista de mujeres antipáticas con Yoko Ono también.
- ¿Conoció a muchos extremeños en Alemania?
- ¿Extremeños? No. Bueno, una vez, sí, fue una cosa muy bonita. Recién llegada a Alemania, en el mes de febrero, Vostell me llevó en tren (porque vivíamos entonces con sus padres en Leverkusen) a Colonia, a ver el carnaval, que es muy famoso. Casualmente veo en la estación a una cacereña, Teresa Sánchez Mata, la hermana de José Luis Sánchez Mata, el dramaturgo. Y entonces como en Cáceres nos conocíamos todos de vista, le dije «Tere, ¿qué haces aquí?» Y nos pasamos aquel día juntos.
- ¿Ha aprendido a conducir?
- Sí, claro.
- ¿En España o en Alemania?
- En Alemania, pero no directamente. Aprendí después de diez años, porque al principio no me atrevía. Colonia es una ciudad con cuestas, tenia los niños pequeños, las mujeres entonces no conducíamos y lo aprendí después de diez años de estar allí.
- En Alemania ¿qué es lo que más echaba de menos de Extremadura?
- Perdona que te lo diga, no echaba nada de menos. Estaba tan enamorada de Vostell, de Alemania, de todo, que no echaba nada de menos.
- Se casaron en la iglesia de Santiago de Cáceres, ¿pero dónde celebraron el banquete de boda?
- En el único sitio entonces posible, en el Hotel Toledo, en la calle Pintores. Me acuerdo que el salón de baile estaba arriba, en un balcón que daba a la calle Pintores y siempre que había bodas se oía la música en la calle.
- Vostell dijo: «Son las cosas que no conocéis las que cambiarán vuestra vida». ¿Qué cosas han cambiado la vida de Mercedes Guardado?
- Muchísimas. La primera cosa que me cambió la vida fue él. Cuando le conocí, lo primero que aprendí, ya en Guadalupe, fue a desenredarme de mis prejuicios. Los prejuicios los perdí completamente porque lo conocí a él y me di cuenta cómo era; ¿sin decirme él nada| Por ejemplo, que con mi amiga nos fuéramos al campo a hacer pic-nic, solas, dos maestras, con dos artistas, como sabía que no estaba haciendo nada malo, yo no tenía preocupaciones ninguna.
- ¿Cáceres ha valorado como debía la existencia del Museo Vostell Malpartida?
- Nada. No lo ha valorado. No quiero contar una cosa que va a pasar ahora en Cáceres y entonces quizás ya lo van a valorar y me van a valorar a mí. Pero hasta ahora Cáceres no lo ha valorado porque no nos hicieron caso nunca. Desde el principio, era el año 1974 cuando llegamos aquí, Franco murió en 1975, la democracia llegó después y las autonomías todavía después ¿no? Tratamos con la Diputación, parecía que sí, esas cosas de los extremeños, sí pero no... No nos ayudaron nada. Ni siquiera los artistas y los intelectuales. Solamente la Universidad ha sido la que se ha preocupado de Vostell y del museo desde el primer día. Con María del Mar Lozano Bartolozzi, Manuel Garrido Santiago y Sánchez Lomba. Esos tres profesores siempre, desde el principio, estuvieron al lado. Pero quitando la Universidad, las demás instituciones, nada.
- La Diputación colaboró en los primeros momentos ¿no?
- Ahora sí, está en el Consorcio. Pero cuando vino Vostell, no. Y él tenía ese sentimiento. A pesar de que yo soy cacereña y que Malpartida es Malpartida de Cáceres.
- ¿Le gusta Zurbarán?
-Mucho, claro, ¿cómo no me va a gustar si conocí a Vostell al día siguiente de su visita al monasterio?
- ¿Qué libros leía Vostell, cuáles eran sus autores favoritos?
- Leía muchísimo, porque su biblioteca era imponente (pertenece al archivo del Museo y está toda allí). Nunca solía leer el libro entero, pero leía cuatro páginas y ya conocía el libro porque además tenía una memoria imponente, lo que leía no se le volvía a olvidar. Ha leído de todo, sobre todo historia, la historia le gustaba muchísimo.
- ¿Y usted tiene algún autor favorito?
- ¿De literatura? ¿Universal? Borges me gusta. Españoles de ahora no puedo decirte porque ya no tengo tiempo de leer. Y de los alemanes, aunque no me gustaba pero lo leía porque creía que era importante, Günter Grass, y Feudiwanger, que escribió sobre Goya y los judíos de Toledo.
- ¿A usted qué es lo que más le inquieta personalmente? ¿Quizás la muerte?
- A mí la muerte no me asusta nada, absolutamente nada. Lo que me asusta es de qué manera voy a morir. Dolores. No quiero tener dolores. Me gustaría dormirme y no despertarme. Le tengo miedo a las tonterías del mundo, a las guerras, a los criminales...
- Desde el punto de vista artístico ¿qué le preocupa, qué le inquieta?
- Pues ahora mismo, por ejemplo, que los jóvenes van muy despistados. No saben por donde van. Los artistas de hoy necesitan de exposiciones de maestros como Vostell, porque en España hay un gran hueco del arte de los años 60 y 70 que aquí no se conocen; ellos tienen muy buenos pintores pero no han tenido artistas conceptuales. Los artistas jóvenes en general están haciendo cosas que ya están hechas. Están un poco despistados. El siglo XXI es un siglo difícil para los nuevos artistas.
- ¿A Vostell le interesó alguna vez el deporte?
- Nada absolutamente.
- ¿Y a usted?
- Tampoco, absolutamente nada. Odio el deporte. Bueno, perdona, el deporte como cosa de salud, sí, pero el deporte como competición es horrible, una cosa muy mala. No se puede aguantar. Estoy en contra de las olimpiadas y todo eso.
- ¿Cómo vivió la caída del muro de Berlín?
- Fue muy fuerte. Estábamos aquí [en Malpartida de Cáceres], mi hijo el mayor estaba en Berlín y el pequeño lo teníamos con nosotros. Ya estábamos pensando que algo podía pasar. Teníamos todo el día la televisión puesta para enterarnos porque periódicos alemanes aquí no se podían comprar. Cuando nos enteramos que había caído el muro mi hijo mayor llamó muy emocionado a la una de la mañana y nos decía que se estaban emborrachando, que estaban bebiendo champán y todo el mundo en la calle. Nos fuimos al día siguiente en avión y Vostell nada más llegar a su estudio cogió un lienzo inmenso y se puso a pintar uno de sus cuadros más importantes. Lo tengo aquí en la casa.
- ¿Se considera una persona religiosa?
- Absolutamente nada. No creo en ninguna religión. Soy atea completamente. La religión para mí es el arte. El arte tiene toda la moral y lo que se necesite para vivir sin hacer cosas malas.
- ¿Donde ha pasado las mejores vacaciones?
- Yo estoy siempre en vacaciones. O no tengo nunca vacaciones, una de dos. Porque donde quiera que he ido he llevado siempre conmigo a Vostell y donde iba Vostell había trabajo, y si estaba aquí en casa, lo mismo. Hemos viajado muchísimo por el trabajo de él. No hemos ido nunca a un sitio por entretenernos, siempre ha sido porque había allí un trabajo. Pero siempre hemos combinado el trabajo con el entretenimiento si llevábamos a nuestros hijos, procurando que ellos se divirtieran en los tiempos libres. Si tuviera vacaciones me aburriría.
- ¿Le gusta alguna ciudad especialmente, por ejemplo Nueva York?
- Nueva York, no por favor. (Risas). La que más me gusta es Berlín.
- ¿Tiene aficiones al margen del arte?
- ¿Al margen del arte? No sé qué otra cosa. Amigos. A mí me encanta ver museos, galerías, hablar con amigos, cenar con amigos, ir a un bar y charlar con amigos, beber una copa con amigos... Los amigos y el arte. Y la familia, claro, pero eso no hace falta decirlo.
- ¿Ve mucho la televisión?
- Cuando me aburro o no sé otra cosa que hacer. O cuando me interesa mucho alguna cosa. Pero te diré que cuanto mayor me voy haciendo, más me aburre la televisión. Llega un momento en que no soy capaz de ver nada completo.
- ¿Entonces no va al cine?
- No, no, una película entera, no.
- ¿Se siente orgullosa de que se haya hecho el Museo Vostell Malpartida?
- Me siento orgullosa no solamente por haber hecho algo por mi tierra y todo eso, sino porque Vostell y yo hemos puesto la semilla del arte contemporáneo de Extremadura. Nosotros hemos traído la semilla; entonces no había nada antes. Y después ha traído todo ese fruto. De lo que nosotros hemos sembrado. Primero fuimos nosotros, después vino el Museo de la Casa de los Caballos, después vino el MEIAC y ahora va a venir el Centro Helga de Alvear. Es el fruto nuestro. Por tanto, estoy muy orgullosa.
- ¿Qué cree que es lo que más sorprende a quien visita por primera vez Los Barruecos y el Museo?
-Yo creo que lo que más sorprende a la gente es lo que Vostell quiso hacer y lo consiguió: una unidad entre la naturaleza y el arte en la parte de afuera y, dentro, entre la arquitectura rústica y el arte. O sea, no quiso hacer un arte en el que la gente mirara la arquitectura y no viera el arte, ni que mirara el arte y no viera la arquitectura. Él ha integrado la arquitectura, la naturaleza y el arte.
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