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Hasta el PSOE tiene su escudo pétreo en la puerta de la sede. /ESPERANZA RUBIO
Quintana, la del granito
EL PAÍS QUE NUNCA SE ACABA PORJ. R. ALONSO DE LA TORRE

Quintana, la del granito

En Quintana de la Serena, o tienes un escudo de granito o no eres nadie

PPLL

Domingo, 20 de septiembre 2009, 14:04

Aquí hay dinero. Sí, nada más llegar a Quintana de la Serena, lo primero que notas es que se mueve el parné. Por ejemplo: se ven buenos coches y además, se presume de ellos, lo cual indica que no solo hay dinero, sino que es dinero reciente, del que hacen ostentación los nuevos ricos. Porque esos coches están estacionados en la plaza principal con su dueño al volante, sin moverse durante su buen cuarto de hora y con la música a toda pastilla.

Lo de los coches es significativo: en 2007, había 3.397 vehículos en el pueblo y en 2009 abundan los 'tuneaos' y las calles parecen a ciertas horas un ferial de norias y carruseles con música de rap, de Camela y de El Barrio atronando desde los autos locos.

En medio de este calorreo musical, llama la atención una discoteca abandonada en medio del pueblo, se llama Xanadú y tiene un aire decadente de jardín romántico con hojarasca y columnas. Es un magnífico escenario para becquerianas almas en pena purgando su desamor.

Todo bueno, todo granito

El caso es que vamos paseando por Quintana y todo parece de primera calidad: buenas casas, buenas tiendas, buenos bares, buenas aceras, buenas estatuas, buenos bancos, un grupo escultórico en cada rotonda. Todo de granito, naturalmente. También es de granito un curioso monumento, caso único en Extremadura y quizás en España e incluso en el mundo: se trata de un pozo dedicado al arquitecto técnico local.

Como la villa es rica y se mueven el dinero, el comercio, la hostelería y el tráfico; en cuanto das un paseo por el centro urbano, notas intensidad, tensión, vida. Venimos de Magacela, que es uno de esos pueblos 'slow' tan de moda: relajado, armónico, silencioso, lento. Y llegas a Quintana, que es todo lo contrario, y te puede un cierto vértigo.

La culpa de todas estas sensaciones la tiene ese granito que marca el presente de este pueblo de la Serena. En el pasado, Quintana fue reconquistada por los caballeros de la Orden de Alcántara en 1232. Hasta el año 1595 fue aldea de Campanario. Ese año compra su derecho de villazgo al rey Felipe II y se convierte en villa exenta.

Desde entonces hasta hoy, las canteras de granito han ido cobrando más y más importancia hasta convertir el pueblo en una singular isla económica dentro de Extremadura. Baste un dato: en Quintana, el 47% de la población trabajadora se dedicaba (datos de 2007) a la industria. Es el porcentaje de empleo industrial más alto de Extremadura.

El caso de Quintana de la Serena solo es comparable al de San Vicente de Alcántara y su industria del corcho, donde el 44'9 de la población activa se dedica a la industria. Después vendrían Jerez de los Caballeros (42'7%) y Zafra (25'5%). Estas serían las cuatro villas más industriales de El País que Nunca se Acaba.

La culpa, del batolito

La culpa de esta singular estructura productiva la tiene el batolito granítico sobre el que está asentada la villa de Quintana de la Serena. Las canteras rodean completamente el pueblo por el lado sureste: un llamativo anillo kilométrico al aire libre que se puede recorrer con el coche por caminos y carreteras de circunvalación, que recorren la dehesa boyal y La Lagunilla, donde se encuentran los yacimientos.

Es un espectáculo sorprendente contemplar las vastas extensiones de bloques inmensos de granito, los grandes pedruscos configurando un inquietante paisaje desolado que, sin embargo, proporciona pingües beneficios a partir de esa desolación tan gris, tan pétrea.

La especialidad quintaneja es el granito Gris Quintana, que posee una belleza sobria y elegante, una dureza característica y destaca por su nobleza al ser labrado por el cantero. Con él se reconstruyó el puente romano de Mérida en los años 50 del pasado siglo y se hizo el Banco de España de Cáceres, hoy Delegación de Hacienda, además de múltiples edificios emblemáticos en todo el mundo.

Los datos económicos oficiales hablan de que en Quintana hay 17 productores de granito y cinco distribuidores. Los acabados del granito tienen diferentes nombres: abujardado, flameado, pulido, serrado y rústico. Aunque la mejor manera de ver el muestrario completo es pasear por Quintana fijándose en adoquines, fuentes, bancos, columnas, peldaños, lápidas, panteones, jambas o revestidos de fachadas.

Aunque no solo del granito vive Quintana de la Serena. En el pueblo hay 94 industrias, 81 comercios al por menor y 25 bares. La Sepulvedana une el pueblo por autobús con Madrid y Lisetur, con Badajoz. Quintana mantiene su población: el año 2000 tenía 5.134 habitantes y en 2008 contaba con 5.113, aunque según el ayuntamiento, serían 5.347. En 2007 había 70 inmigrantes en el pueblo y el año anterior, nacieron 35 quintanejos y fallecieron 60.

A pesar del apabullante granito urbano y de la intensa vida económica de la villa, Quintana de la Serena cuenta con deliciosas islas de quietud y sosiego. Hay agradables calles peatonales con su parque y sus terracitas para refrescarse y reponer fuerzas.

Visitas interesantes

Merece la pena visitar la iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Milagros, del siglo XV con transformaciones en el XVIII, y la ermita de los Mártires, que fue mandada construir por la Orden de Alcántara en el siglo XVII. También es interesante la Casa de Cultura.

Quintana está en la Ruta Arqueológica de la Serena, que permite explicar su proceso romanizador e incluye Zalamea con su castillo y su estilo sepulcral, Cancho Roano, que queda en la carretera de Quintana a Zalamea, Magacela, con su fortaleza, sus pinturas esquemáticas y su dolmen, y Quintana, con su yacimiento arqueológico de Hijoviejo.

También el entorno natural de Quintana de la Serena tiene un interés muy singular. Las dehesas y las grullas lo protagonizan. Para ayudar a disfrutarlo, se ha aprovechado la antigua estación de ferrocarril quintaneja para instalar un aula de la naturaleza dedicada a la educación ambiental. Todo ello, en un albergue situado a 7 kilómetros de Quintana, en medio de una zona adehesada donde invernan las grullas.

Cuestión aparte es el Carnaval de Quintana de la Serena. Está considerado el tercero en importancia de Extremadura, tras los de Badajoz y Navalmoral de la Mata. Dos jueves antes del Martes de Carnaval, se comen las rosquetas, típico dulce quintanejo propio de ese jueves, llamado popularmente Jueves de Compadre.

Aunque la gastronomía típica de Quintana abarca también su rica chacina, sus quesos y dulces tan curiosos como la rejeñía, elaborado a base de manteca de cerdo, azúcar, harina, canela y miel.

Para probar los productos de la zona, un buen lugar es el restaurante San Francisco, 'el del hotel', dicen los quintanejos. Hay otro restaurante, Atenea, pero estaba cerrado el sábado de nuestra visita. El San Francisco tiene aparcamiento privado y un comedor tranquilo, cómodo y agradable, aunque la televisión encendida quiebra la tranquilidad.

El gazpacho es casero y rico, con su guarnición de jamón, tomate, pepino y pimiento. Buen pan y una paletilla de cordero (12 euros) sabrosa, blandita y mantecosa, Las patatas fritas eran congeladas, una lástima, pero es un buen restaurante con precios muy ajustados y platos tan apetitosos como el jamoncito de cochinillo ibérico (12), la paloma torcaz en su jugo (12) o un rico sorbete (3) para finalizar.

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