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Sábado, 26 de septiembre 2009, 02:13
El restaurante São Rosas de Estremoz es una de las referencias indiscutibles de la gastronomía alentejana. A sus mesas peregrinan personas de todo el país, ansiosas por comprobar por sí mismas el reconocido prestigio de la casa. Ubicado en el que es probablemente el enclave más atractivo de Estremoz, en el recinto del castillo y junto a su célebre Pousada, São Rosas es uno de esos restaurantes que ningún amante de la buena cocina portuguesa debe dejar de visitar. No en vano, su propietaria, Margarida Cabaço, ha sabido construir su sueño de ofrecer un restaurante donde priman los productos de altísima calidad con el trato esmerado del personal de sala y una extensa carta donde reina la cocina tradicional alentejana junto con otros platos portugueses, en paralelo a una cuidada bodega con más de trescientas referencias nacionales y de importación. Todo ello enclavado en un lugar de gran contenido histórico (el corazón de la villa) y con una sala que recupera con rigor y amabilidad lo mejor de las estancias alentajanas, con techos de vigas de madera y suelo de barro cocido. Todo invita, pues, a la buena mesa, y la de São Rosas es de las mejores: además de las excelentes entradas (donde destacan las «tuberas» con ajo, el revuelto de espárragos trigueros y los sorprendentes champiñones con gambas), merecen un lugar destacado en este santuario de la gastronomía alentejana las migas con costillas de cerdo (excelentes), las carrilladas -o carrilleras- de ternera o el esmerado rosbife, acompañado por un cuidado paté de aves y cebolletas asadas. Entre los postres encontramos algunas de las referencias clásicas de la dulcería conventual de la región, todos con el sello de identidad de la elaboración propia en la cocina del restaurante: natillas caramelizadas, tarta de chocolate, encharcada, papo de anjo, una sorprendente e intensa tarta de limón y pudín de agua de Estremoz, una deliciosa apuesta de la casa por mantener vivas las tradiciones ancestrales de la tradición alentejana.
São Rosas es, sin duda, una apuesta segura para el paladar y los sentidos, un restaurante de alta cocina tradicional a precio medio, donde disfrutar de una velada inolvidable. Una última recomendación. Pidan los vinos producidos por la propietaria del restaurante (Monte dos Cabaços) y prueben a finalizar la comida o la cena mezclando en el paladar el pudim de agua de Estremoz con vino tinto. Una experiencia inolvidable.
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