La gélida procesión de las Candelas

La de hoy ha sido una jornada de abrigos y guantes en toda España. También en Cáceres. Las bajas temperaturas han restado algo de público a la procesión de la Virgen de las Candelas, que cada 2 de febrero recorre la distancia que hay entre su ermita (situada a unos pasos de la Plaza de Santa Clara) y la parroquia de San Mateo. Un centenar de personas han acudido a esta cita, todo un clásico en el calendario de tradiciones cacereñas.

El frío también pudo ser la causa de que ningún niño nacido durante el último año haya acudido al acto organizado por la parroquia. Al igual que ocurre con la Virgen de la Montaña durante su novenario, desde San Mateo se quiere implantar una nueva costumbre: que los recién nacidos en la ciudad pasen bajo el manto de la Virgen.

Este acto se puso en marcha por primera vez en 2011 y contó con la asistencia de ocho bebés. Pero hoy no había ninguno en San Mateo cuando su párroco, Paulino Hernández, ha indicado que era el momento de llevar a cabo la ceremonia.

El desfile salió de la ermita de las Candelas a las cinco de la tarde, después de que el sacerdote bendijera las velas de los asistentes. La imagen desfila con la vela apagada para evitar que se repita el desgraciado accidente ocurrido en 1994, cuando la talla se quemó.

La Virgen de las Candelas lució el manto de raso blanco bordado en hilo de oro que le regaló hace años el feligrés Pepe Miño. Una decena de palomas recibieron a la imagen en la puerta de la ermita. Las aves proceden de un criadero de la ciudad, que cada año las cede para la ocasión. Una vez emprendido el vuelo, las palomas retornan a su domicilio habitual.

Emilio Santano, jefe de paso de la cofradía de la Vera Cruz,ha sido el encargado de conducir el paso de la Virgen de las Candelas por las calles de la Ciudad Monumental. Bajos sus andas se han situado dos concejales del Ayuntamiento, Jorge Carrasco y José María Asenjo, además de otros fieles de San Mateo.