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Ángel Sanchís
El pasado extremeño del "padrino" de Bárcenas
Ángel sanchís

El pasado extremeño del "padrino" de Bárcenas

El empresario, que llegó a Badajoz con veinte años, montó empresas y explotó gasolineras y se marchó cuando fue multado y expropiado por fraudes

M. M.

Domingo, 7 de abril 2013, 15:44

Hasta hace una semana Ángel Sanchís Perales, que ocupó portadas por el "caso Naseiro" en los años noventa, había sido olvidado por los medios de comunicación. Dedicado a su hacienda argentina, La Moraleja, el nombre de Sanchís se había ido borrando de la memoria de los españoles, saturada de casos de corrupción presuntos y reales. Pero la reactivación del "caso Bárcenas" ha devuelto a Sanchís a las páginas de los periódicos. Según publicó HOY el pasado sábado, parte de los 22 millones de euros que Luis Bárcenas había acumulado en su famosa cuenta suiza podían haber ido a parar a los negocios argentinos de Ángel Sanchís, a la finca argentina de 30.000 hectáreas dedicada al cultivo de cítricos. Una hacienda de tales dimensiones que el abogado pacense Luciano Pérez de Acevedo, antiguo amigo de Sanchís, no duda en calificar como la empresa agrícola más grande de Argentina.

Pero la trayectoria empresarial de Ángel Sanchís no comenzó en el Cono Sur, sino en Badajoz, muchos años antes de convertirse en tesorero y diputado del Partido Popular. Se inició a principio de los años sesenta.

Ángel Sanchís, que hoy supera los 70 años, llegó a la capital pacense en 1958 para hacer la mili. Aquí se casó con Carmen Herrero Gordo, con la que tuvo tres hijos, Rafael, Carmen y Ángel. Asentado en Badajoz, inició un negocio de insecticidas, Fedina, donde se elaboraban productos para combatir la oruga de la encina. Estaba ubicado en unas naves de la carretera de Olivenza. De esta empresa también montó una sucursal en Elvas para tratar de expandirse en el mercado portugués.

Pero Ángel Sanchís era un hombre inquieto, muy listo, según quienes le han conocido, y no se conformó con esos negocios. Se introdujo en el mundo de las gasolineras, un sector en expansión en la España del desarrollismo franquista y el "seiscientos". Consiguió explotar las estaciones de Monesterio, Zafra, Santa Marta de los Barros y Talavera la Real. Esta última estaba a nombre de su esposa.

Pero ahí ya tuvo más problemas y el negocio acabó mal. No porque no le diera beneficios, sino porque fue "pillado" con prácticas fraudulentas. Inspectores de Campsa, que en aquellos años funcionaba como un monopolio, detectaron adulteraciones en el gasoil que vendía.

El Ministerio de Hacienda le multó y le expropió dos de las estaciones porque consideró que estaba realizando un fraude en la venta de gasoil. Según la investigación, mezclaba este carburante con otro producto, Paratex, un derivado del queroseno que era mucho más barato que el gasoil. Mientras el precio del gasóleo agrícola era entonces de seis pesetas el litro, el Paratex costaba una peseta, con lo que la ganancia era enorme. Este producto era comprado en Puertollano y distribuido por sus gasolineras con un camión. La mezcla de ambos productos no era adecuada para los motores y les producía daños.

Una vez investigado el fraude, Campsa le expropió las estaciones de servicio de Zafra y Monesterio, los dos lugares en que se pilló el fraude de manera flagrante. En Santa Marta y Talavera la Real la adulteración se demostró a través de análisis de las muestras recogidas en la las gasolineras.

Un banco nuevo

El descubrimiento del engaño, las multas que le impuso Hacienda y las expropiaciones empujaron a Sanchís a abandonar Badajoz y regresar a Valencia, su tierra natal. Años más tarde, sin embargo, volvió a Extremadura para fundar el Nuevo Banco, una entidad que después vendió a un grupo financiero. La sede de la capital pacense se encontraba en la Avenida de Europa. Aunque abandonó Extremadura, Ángel Sanchís seguía manteniendo sus vínculos familiares con Badajoz. De hecho, cuando salió a la luz el caso Naseiro y HOY habló con él, afirmó tener un magnífico recuerdo de Badajoz y una excelente relación con los amigos que había hecho en la capital pacense. Llegó a declarar «soy un pacense más», orgulloso de su vinculación con Extremadura.

Quienes le conocen consideran que su relación con la política ha sido anecdótica. Su interés son los negocios, no la política. Él mismo declaraba en 1990, cuando fue investigado dentro del caso Naseiro, que la política, en la que entró en 1981, le había costado «decenas de millones de pesetas».

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