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Lunes, 13 de febrero 2023, 21:30
El aceite de oliva es uno de los productos más utilizados para cocinar en los hogares españoles y también uno de los que más está tensionando el IPC por su repercusión en la subida de la cesta de la compra. No es raro ver el litro de aceite de oliva a más de seis euros por botella en las estanterías, cuando hace apenas un año costaba tres euros e incluso menos.
Con la campaña casi finalizada, en Extremadura se ha producido un 35% del aceite de oliva que se elaboró en la anterior temporada. Ha sido una de las peores cosechas de los últimos años, llegada además después de haber vivido la mejor campaña oleícola de los últimos diez años en la región.
Tras la acusada merma de la producción están la ausencia de lluvias en primavera, el exceso de calor en verano, que han reducido la cantidad, calidad y tamaño de las aceitunas. «La puntilla la puso la ola de calor de mayo, coincidiendo con la floración del olivo y acabando con cualquier perspectiva medio buena para el sector. Es así hasta tal punto que tendremos una campaña desastrosa, con un 80% menos de producción respecto a la pasada», recalcaba Eusebio Pérez Rangel, presidente de la sectorial de aceituna de mesa de Cooperativas Extremadura el pasado diciembre.
Y de aquella meteorología llegan ahora las consecuencias, con unos precios mucho más elevados. Además, se une una demanda de este producto cada vez mayor después de los problemas de importación de aceite de girasol.
Con las importaciones comprometidas (los otros grandes productores sufren los mismos problemas) y las existencias de aceite entre el fin de una campaña y el inicio de la siguiente estimado en 450.000 toneladas, las existencias rondarían los 1,2 millones de toneladas. Si comparamos esta cifra con el 1,6 (1,1 en exportaciones y algo más de 500.000 en consumo interior) de la campaña anterior, nos encontramos con mercado muy tensionado pero sin problemas de abastecimiento.
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha pedido al sector olivarero un esfuerzo por moderar los precios, que en origen ya se sitúan en los 5,209 euros el kilogramo para el aceite de oliva virgen extra, los 4,540 euros para el virgen y los 4,375 para el lampante.
«Es muy importante que el aceite de oliva siga siendo un producto de la clase media», afirmaba a finales de 2022, confiando en una «contención en los precios de los alimentos» que no se ha producido por el momento.
Por su parte, las principales organizaciones de agricultores y productores creen que se trata de una petición incoherente dado el incremento de los costes registrado desde el encarecimiento del gasoil o los fitosanitarios a la entrada en vigor del impuesto a los envases de plástico no reutilizables.
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