Las etiquetas de la miel recogerán el porcentaje de sus procedencias

Las etiquetas de los envases que se comercialicen deberán incluir el país o países donde la miel haya sido recolectada y el porcentaje que aporta cada uno de esos orígenes en caso de que haya mezcla.

Esa es la principal novedad que aporta la modificación de la norma de calidad de la miel aprobada por el Consejo de Ministros a principios del mes de febrero. Sin embargo, su entrada en vigor no será automática. «Hay plazo hasta julio del año 2026», expone Paulino Marcos, presidente de la Asociación Cacereña de Apicultores.

El objetivo es clarificar el origen del producto en las etiquetas, una reclamación que del sector llevaba años efectuando y con la que se incorporan a la legislación nacional las novedades de la directiva europea. «Se mejora un poquito», dice Marcos, que considera que se trata de un pequeño avance en las necesidades que tiene el sector. «El paso definitivo es llamar a las cosas por su nombre y eso significa prohibir la mezcla de miel nacional con las de otros países y que eso se venda como producto de España, porque lo contrario es engañar al productor y al consumidor», detalla.

En este sentido mantiene sus dudas respecto al impacto que pueda tener incluir la relación de orígenes y el porcentaje de los mismos en el etiquetado. «¿Cuánta gente mira la etiqueta? –se pregunta el presidente de los apicultores cacereños– Habrá que ver a qué tamaño lo ponen, porque sabemos que los mayores consumidores de miel son las personas mayores, aunque igual sirve de algo», dice poco convencido.

Otra de las novedades de la nueva norma de calidad de la miel es la eliminación de la variedad 'miel filtrada' de los lineales. «Aquella a la que se le haya retirado una parte importante del polen será considerada miel para uso industrial y no podrá comercializarse directamente al consumidor final».

El Ejecutivo defiende que con estas modificaciones se pretende «proteger y aumentar la competitividad de las mieles de origen español y reforzar el mercado nacional, al dotarlo de mayor transparencia e información, y posicionar los productos frente a las mieles importadas».

El sector no tiene tan claro que se vaya a conseguir. Según sus cálculos, a los apicultores extremeños les cuesta producir cada kilo de miel entre 3,40 y 3,60 euros. «Con los acuerdos con Mercosur sabemos lo que va a pasar: China venderá miel a Argentina y Argentina a España; así tendremos miel en los supermercados españoles a 1,40 euros el kilo», pronostica Marcos.

Una posibilidad que seguiría complicando la supervivencia de una actividad de la que viven entre 1.500 y 1.700 familias de forma directa en Extremadura. «Tenemos unas 630.000 o 650.000 colmenas y tres cooperativas de primer grado que se agrupan en una cooperativa de segundo grado que es Euromiel», repasa Marcos los números del sector extremeño, que representa prácticamente la cuarta parte del nacional, donde hay unas 2,8 millones de colmenas.

Para mejorar su competitividad, más allá de las modificaciones de la norma de calidad o de las demandas del sector, los apicultores se enfrentan a otros problemas más relacionados directamente con su actividad. «Tenemos una mortalidad de entre el 40% y el 50% de las abejas», asegura Marcos para citar el ácaro varroa como el principal responsable de esas muertes.

Se trata de un parásito ataca las colmenas y mata a las abejas. «No se consigue controlar porque no progresamos, seguimos utilizando los mismos tratamientos que hace 30 años y la varroa se va inmunizando», lamenta el presidente de los apicultores cacereños.

Ante esta situación, el sector pide a los laboratorios avanzar en la investigación y reclama a la administración inversión pública para atajar un problema al que se unen las muertes que causan los abejarucos y la amenaza del avispón asiático y del avispón oriental. «Uno entra por Cantabria y los Pirineos y el otro nos llega por Andalucía», afirma Marcos.

Sin embargo, las soluciones no terminan de llegar y el sector lo achaca a su escaso tamaño, sobre todo en relación con otras actividades agrícolas, y por tanto al poco peso que tiene en las decisiones políticas y empresariales. «No se tiene en cuenta que la apicultura fija a mucha gente en los pueblos; solo en la asociación de Las Hurdes tenemos 400 explotaciones», comenta Marcos sin olvidar que otras comarcas productoras en Extremadura, como la Siberia o Villuercas-Ibores, también están muy afectadas por la despoblación.

Sí ve el sector una nota positiva en las buenas previsiones para las futuras campañas. La lluvia caída a lo largo del invierno hace que los apicultores esperen una primavera positiva para sus explotaciones, a lo que ayudará que la floración no vaya a ser muy temprana. «Esto puede cambiar con cualquier helada», mantiene la prudencia Marcos, que recuerda que el año pasado la situación era similar y que tendrán que dedicar el mayor esfuerzo a la repoblar la cabaña ante la elevada mortalidad que sufren.