Un seguro que no resulta atractivo para los agricultores. Apenas un 5% de las explotaciones de cereza del Valle del Jerte están aseguradas. Las modificaciones ... implementadas en los últimos años, aunque han servido para que aumenten significativamente las pólizas firmadas por los productores, no están sirviendo para generalizar los seguros en el cultivo de esta fruta.
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El principal motivo es que los seguros diseñados no se ajustan a la realidad de la comarca. Las explotaciones de cereza son, en su inmensa mayoría, de carácter familiar y está divididas en pequeñas parcelas repartidas por el territorio. Es la forma que tienen los productores de poder hacer frente a la recogida.
Con fincas situadas a diferentes alturas por el valle del río Jerte, los agricultores consiguen que no toda la fruta de su explotación madure al mismo tiempo. Así alargan la campaña y es más fácil que el núcleo familiar asuma la cosecha.
Los daños más habituales en el cultivo de cereza eran provocados por tormentas. Con lo que era muy extraño que estas descargaran sobre todas las parcelas de un agricultor y en el momento de maduración de la fruta que más daño podía hacer el pedrisco a la lluvia al cultivo. Es decir, esa división también disminuía el riesgo de perder toda la cosecha. Sin embargo, los seguros no tienen en cuenta esas peculiaridades y valoran los daños producidos en el conjunto de la explotación a la hora de pagar las indemnizaciones.
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Esa es la principal razón, así como el precio de las primas, que se percibe como muy elevado, para que el volumen de parcelas aseguradas sea muy reducido, sobre todo si se compara con otros cultivos. En el caso del olivar, el tomate o la uva, la implantación de los seguros roza el 100% de las explotaciones. Es evidente que en estos casos sí son rentables para los productores.
Además, en el coste de los seguros de la cereza influyen otros factores, como que se trata de una fruta muy delicada, a la que hace mucho daño la lluvia, pero también las plagas. Ese mayor riesgo eleva la inversión que deben hacer los dueños de las explotaciones para asegurar su cosecha.
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En la presente campaña, los daños en la cereza no se han producido por tormentas aisladas, sino por las persistentes lluvias. Por ello, es la totalidad de la cosecha la que se está viendo afectada. Los cálculos apuntan a que se ha perdido entre el 70% y el 80% de la campaña. Un perjuicio económico para los agricultores que no tienen asegurada su producción.
Esta situación ha llevado a los alcaldes de la zona a solicitar que la zona sea declarada como catastrófica. «Es imposible la recogida del fruto del trabajo de todo un año», expusieron los responsables políticos de la comarca.
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Y es que las pérdidas económicas son elevadas para muchos de los productores de cereza, que en su mayoría se dedican exclusivamente a este cultivo. La inversión realizada a lo largo del año no se compensará con la venta de la fruta, ya que los daños que presentan las que se puedan recoger impedirán que lleguen al mercado.
La escasez de superficie asegurada agrava el problema.
Al final, los seguros son minoritarios, pese a que se han tratado de incluir mejoras para que se adapten mejor a las necesidades de los agricultores. En concreto se ha trabajado en el módulo 3C, que es exclusivo para la provincia de Cáceres, y en el que se ha constatado un ligero aumento en los últimos años.
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Entre las posibilidades que recoge ese módulo destacan la de valorar el daño por el granizo a nivel de parcela y no en el conjunto de la explotación. Eso permite que los productores puedan cobrar del seguro si una de sus fincas sufre daños que se valoren entre el 10% al 30% de la producción. Antes, los daños debían superar el 10% en el global de la explotación.
Es una opción que todavía no existe para la lluvia, que es el fenómeno que este año está causando estragos.
Igualmente se ha buscado hacer más atractivo el seguro vía subvenciones, con las que se ha abaratado el coste de las primas hasta en un 35%.
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Desde Agroseguro y Cooperativas Agro-alimentarias de Extremadura se insiste en la necesidad de contratar seguros, porque se considera el único sistema que puede garantizar liquidez a los agricultores si sus cosechas, como ha sucedido en la presente campaña, se pierden.
Por su parte, en las organizaciones agrarias mantienen, como demuestra la poca implantación de los seguros en la zona, que las coberturas que se ofrecen son deficientes. «Hace 15 años se realizaban alrededor de 3.500 pólizas de seguros agrarios, cuando el seguro era efectivo y garantizaba de verdad las pérdidas producidas por lluvia», señalan desde La Unión.
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Sin embargo, los cálculos que realizan es que actualmente hay poco más de 200 explotaciones de cerezas aseguradas. Algo que ha sucedido por el «negocio de Agroseguro y la dejadez de las administraciones», señalan desde La Unión.
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