La sequía abrasa al cereal
Cosecha adelantada ·
La falta de agua rebaja drásticamente la producción y obliga a las cosechadoras a entrar mucho antes en las fincas ante la falta de granoCosecha adelantada ·
La falta de agua rebaja drásticamente la producción y obliga a las cosechadoras a entrar mucho antes en las fincas ante la falta de granoEn la finca El Herrador, a unos dos kilómetros del casco urbano de Castilblanco (864 vecinos, comarca de La Siberia), Paco Martín espera la llamada del dueño del terreno para intercambiar impresiones y ver qué cosecha. Su Class Lexion 580, una máquina cosechadora que se ... convierte en su herramienta de trabajo entre la primavera y el verano, está sin arrancar a la espera de saber qué hacer. «En condiciones normales podría trabajar en 130 hectáreas. En este año, podremos recoger 50 ó 60», confiesa Paco a su hijo y al encargado de la finca. «Está la cosa muy mal. No hay para grano y lo que se va a cosechar es en verde para hacer pacas. Va a dar poca producción, pero algo es algo», sentencia.
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Francisco Martín Murillo, de 60 años, se dedica desde 1992 a la cosecha de todo tipo de cereales: trigo, avena, cebada, maíz, arroz, proteaginosas... Es de Obando, una pedanía de Navalvillar de Pela, a medio camino entre las Vegas Altas del Guadiana, La Siberia y las Villuercas.
«Mi padre se jubilará al frente de la empresa (Cosechadoras Martín Jimeno) pero yo no llego, fijo. Cada año se está poniendo la cosa peor porque hay menos superficie, menos producción y encima tenemos unos problemas enormes para encontrar mano de obra durante las campañas», reflexiona su hijo Paco, de 33 años.
La familia Martín Jimeno es referencia entre cerealistas extremeños, tanto de secano como de regadío, pero también tiene una parte importante de su clientela en Castilla y León, en las provincias de Burgos, Valladolid y Palencia, adonde suele ir a cosechar a partir de mitad y junio. En tierras castellanas trabajan (y viven, porque allí trasladan su residencia) durante dos meses. Es el territorio cerealista por antonomasia en España.
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«Esta campaña, los que tenemos cosechadoras tenemos poco trabajo en Extremadura. Desgraciadamente muy poco. Es muy mala la cosecha, que encima hemos tenido que adelantar 25 días sobre lo normal», empieza a explicar al equipo de HOY en El Herrador, una finca sembrada de heno en otoño que hoy presenta un aspecto poco alentador.
«Esto, a estas alturas de la primavera, tenía que estar verdísimo y ni nos ocurriría recogerlo hasta después de San Isidro por lo menos. Pero he hablado con el dueño de la finca y tenemos claro que si quiere salvar algo para el ganado debe cosecharse ahora. No hay grano, por lo que no se puede esperar a eso», relata compungido.
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«Se está intentando segar todo lo que se pueda. Es lo que nos piden los agricultores y los ganaderos. Pero es que en algunos sitios no hay para nada», sentencia Reyes Valor, de 43 años, dueño de una cosechadora que igualmente se gana la vida año tras año entre Extremadura y Castilla y León.
«Todo lo que se pueda cosechar siempre que no les cueste más meter la máquina que lo que se pueda sacar. Una cosechadora no es el principal coste para un agricultor o ganadero pero tal y como está la situación en algunas parcelas ni les compensa contratar este año cosechadora», afina este trabajador autónomo de Don Benito.
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Desde la segunda o la tercera semana de abril se está viendo en muchas zonas de Extremadura una imagen inédita: cosechadoras en los campos.
«Los que han podido tener algo para hacer pacas, lo han hecho ya, pero lamentablemente aquí y en muchos sitios no hay nada que rascar», comentaba en la segunda semana de abril Cándido Méndez, agricultor de 58 años y miembro de una familia productora de cereal desde hace generaciones.
Vive en Llerena (5.670 vecinos), el segundo municipio más poblado de la Campiña Sur, el tradicional granero del secano extremeño. «Se ha perdido toda la producción. No hay nada que cosechar. Es una catástrofe como yo no lo recordaba», subrayaba este agricultor natural de Casas de Reina y presidente de la cooperativa Agrollerena y Comarca.
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Según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos del Ministerio de Agricultura, el año pasado se contabilizaron en Extremadura 191.100 hectáreas de secano y 36.090 de regadío. En total, 227.191 hectáreas de cereal en Extremadura.
De ellas, 93.563 de trigo blanco y semiduro y 50.776 de avena, en secano. En regadío, la mayor cantidad de hectáreas de cereal de invierno fueron las 5.361 de trigo blando y semiduro.
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«Cada vez se siembra menos y encima las producciones son cada vez peores. Pero la de este año no la recuerdo en mucho tiempo», reflexiona Martín, mientras su hijo se sube a la máquina y empieza a trabajar. «Esto es una desgracia para todos, porque si no recoges cereal, el agricultor pasa problemas, y el ganadero y yo también porque tengo que hacer frente a las letras para pagar la hipoteca de una máquina que vale 500.000 euros», sentencia.
En la pasada campaña –agrega– la cosecha de cereal fue regular pero lo peor llegó con el arroz. Apenas se sembraron hectáreas en Extremadura debido al recorte de agua en el Canal de Orellana. «No pudimos recoger este producto y eso también fue un palo muy gordo. Y ahora tenemos esto», dice.
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En La Siberia –cuenta– la situación no es tan negativa como en la Campiña Sur. Se está recogiendo cereal exclusivamente para hacer pacas con destino a alimentación animal. Pero las fincas no llegan a consolidar el grano. Por eso se está cosechando mucho antes de lo normal.
«No solo se trata de que haya, sino en qué estado. Ahora es el momento, porque si esperas unos días más, pensando en una posible lluvia, se va lo poco que ahí. Cuánto menos fuerza tenga la planta, menos rendimiento. Y también hay que recordar que más riesgos hay de incendio y de que la cosechadora tenga problemas mecánicos con poco cereal», remata su hijo.
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La situación del cereal de invierno de secano, mayoritario en la región, hace mirar más que nunca al cultivo en regadío. A expensas de saber las hectáreas que se han cultivado ahí, van a ser mucho más que las habituales porque se plantaron en buena medida a finales del año pasado.
En noviembre, agricultores de las Vegas del Guadiana se encontraban ante la realidad de unos embalses con poca agua para afrontar la próxima campaña de riego. Al mismo tiempo, debido a factores como la guerra de Ucrania, el cereal tenía unos precios más que atractivos para ser sembrados, y con muchos menores costes que el de plantar tomate o maíz. Por este motivo, se sembraron decenas de nuevas hectáreas de cereal en regadío.
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«El caso es que tampoco va haber mucha producción ni siquiera en el cereal de regadío. El año también es malo en esto», cuenta Reyes Valor. Con su cosechadora ha empezado a coger heno hace unos días y hoy viernes tiene pensado recoger colza sembrada en parcelas de las Vegas Altas del Guadiana. «Me dice el dueño que meta la máquina, a ver qué sale pero que no hay mucha producción», indica.
Él, como casi todos en su sector, cobra su trabajo en función de las hectáreas cosechadas. No lo hace en función de los kilos recogidos, salvo que se presente un 'cosechón', algo que desgraciadamente no ocurre en esta ocasión.
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«Hay muy pocos kilos», confirma Valor mientras concluye que la sequía o las heladas de enero y febrero también tiene su repercusión en trabajadores como ellos, que no tienen, dicen, el paraguas de las ayudas de las administraciones ante situaciones meteorológicas de este tipo.
«El año pasado me puse a buscar una cosechadora nueva y la voy a estrenar en este, cuando es el peor año que recuerdo desde que me dedico a esto. Y debo hacer frente a unos costes muy altos. La verdad es que está claro que cuando llegan heladas o sequías pierden primero los agricultores y los ganaderos pero también perdemos otra gente como la que trabajamos para ellos y encima no tenemos ayuda alguna», finaliza.
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