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La carne de cordero extremeño es de calidad superior, lo dice el carnicero y lo dice el chef. Sin embargo, no acabamos de conseguir que sea una carne tan popular y consumida como las de pollo, cerdo o ternera. Y todo esto quizás se deba ... a que al cordero le falta literatura. En esto de comer, la novelería es fundamental. Antes, del cerdo ibérico conocíamos la panceta, la papada, el solomillo, las chuletas, la costilla, el lomo... Con esos nombres, no seducíamos en el restaurante ni en la carnicería, pero desde que las partes del cerdo criado en montanera tiene nombres peculiares que antes no se conocían (presa, pluma, lagarto, landra, secreto, abanico), el ibérico se ha convertido en la estrella de la sección de platos principales de los restaurantes.... Y la carne de ternera es moda y suculencia desde que se presenta como vaca madurada durante 40 días o recibe apelativos como tomahawk, que no es otra cosa que una chuleta conservando el hueso completo para que tenga espectacular forma de hacha comanche, o T-Bone, resumiendo, la parte baja del lomo. Con el pollo pasa algo parecido. Como no hay mucho más que muslo, pechuga o alas, se han inventado los nuggets, los fingers crispy o las lagrimitas y el pollo triunfa. La conclusión es evidente: para vender más cordero extremeño hay que inventarse partes, nombres, cortes... No podemos seguir con lo de pierna, pecho, chuleta y paletilla. Sin novelería, la carne no mola. Así es la vida

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hoy Cordero y novelería