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Extremadura, con una amplia superficie de tierras cultivables, juega un importante papel en el contexto agrícola español. Según los datos hechos públicos en la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (Esyrce) 2023, por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la superficie de los ... cultivos, incluido barbechos disminuyó desde 2016 en un 5,2%, hasta situarse en 906.399 hectáreas. Esta reducción se debe principalmente a la disminución de los cereales de grano, leguminosas de grano, cultivos industriales y forrajeras. Sin embargo, se observa un aumento en la superficie de frutales no cítricos y olivar, lo que refleja una posible adaptación a las condiciones climáticas y una mayor demanda de estos productos.

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En el caso de los cereales de grano, esta región ha mostrado una tendencia a la baja a lo largo del periodo analizado. En 2016, la superficie cultivada era de 282.317 hectáreas, pero esta cifra se redujo a 230.955 hectáreas en 2023. Esta disminución refleja un descenso del 18,2%, lo que sugiere una reorientación de la producción agrícola hacia otros cultivos más rentables.

A diferencia de los cereales, las leguminosas de grano han experimentado fluctuaciones más marcadas. En 2016, se cultivaban 11.720 hectáreas, pero esta cifra disminuyó significativamente a solo 4.841 hectáreas en 2018. Sin embargo, en 2023, la superficie dedicada a este cultivo ascendió a 8.611 hectáreas, lo que representa un aumento reciente, aunque todavía por debajo de los niveles de 2016. Este comportamiento más errático está en parte vinculado con cambios en las políticas agrícolas y variaciones en la demanda del mercado.

Los cultivos industriales, como el tabaco, han sufrido una ligera reducción en Extremadura. En 2016, se dedicaban 47.347 hectáreas, pero ya en 2023, la superficie se redujo a 38.312 hectáreas, una caída del 19,1%. Una reducción debida en parte a la creciente competencia global y a la fuerte presión ejercida contra el consumo del tabaco.

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La superficie destinada a cultivos forrajeros también ha experimentado una disminución considerable. Desde 63.362 hectáreas en 2016, se redujo a 43.281 hectáreas en 2023, lo que representa una caída del 31,7%. Una minoración vinculada a cambios en las prácticas ganaderas, así como a la menor demanda de forrajes debido a la evolución del sector ganadero en la región.

La superficie en barbecho, que representa a las tierras en descanso, ha mostrado una tendencia decreciente, pasando de 232.937 hectáreas en 2016 a 219.658 hectáreas en 2023, lo que supone una caída del 5,7%.

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Dos de los cultivos que han mostrado una evolución positiva son los frutales no cítricos y el olivar. La superficie dedicada a frutales no cítricos ha aumentado un 55,7% desde 43.929 hectáreas en 2016 hasta 68.392 hectáreas en 2023.

También el olivar, uno de los cultivos más emblemáticos de Extremadura, ha crecido durante este periodo. En 2016, se cultivaban 274.374 hectáreas, y en 2023, la cifra aumentó a 296.190 hectáreas, lo que supone un incremento del 7,9%. Este aumento subraya la importancia del olivar en la economía agrícola de la región y su papel en la producción de aceite de oliva, un producto con alta demanda tanto a nivel nacional como internacional, y que en los últimos años ha estado sujeto un importante repunte de precios como consecuencia de las sucesivas caídas de la producción. Una tendencia que empieza a revertirse.

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En definitiva, la evolución de los cultivos en Extremadura entre 2016 y 2023 muestra una diversificación de la agricultura regional, con un claro enfoque hacia cultivos más rentables y adaptados a las condiciones locales.

Estos cambios reflejan la capacidad de adaptación de los agricultores extremeños a las nuevas realidades del mercado y a las cambiantes condiciones climáticas.

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