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La siniestralidad en el sector agrario español ha mostrado una notable reducción en 2024 en comparación con años anteriores, aunque los riesgos derivados de las condiciones meteorológicas adversas siguen siendo una constante preocupación. Uno de los motivos ha sido la variabilidad meteorológica, que, aunque sigue ... presente, no ha sido tan extrema como en 2023. De acuerdo con datos proporcionados por Agroseguro, hasta julio de 2024 se ha registrado una disminución del 58% en las hectáreas afectadas en comparación con el mismo período del año anterior, sumando más de 1,24 millones de hectáreas siniestradas.

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A nivel regional, las zonas más afectadas han sido aquellas con una mayor dependencia de la agricultura. En particular, las Comunidades Autónomas de Extremadura, Castilla y León y Andalucía han experimentado un número significativo de siniestros, debido a su alta concentración de terrenos dedicados a la producción agrícola. En estas zonas, el seguro agrario no solo ha sido una herramienta esencial para mitigar el impacto económico de los fenómenos climáticos, sino también para garantizar la continuidad de las explotaciones familiares que dependen directamente de la producción agraria.

El año pasado, España experimentó uno de los peores registros de siniestros agrarios, con un total de 6.900 millones de euros en indemnizaciones, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En cambio, el panorama en 2024 ha sido más benigno en términos de daños agrícolas, aunque esto no implica que el riesgo haya desaparecido. Las tormentas y las heladas en primavera continuaron afectando a los cultivos, aunque con menor intensidad. Las indemnizaciones previstas, rondan los 470 millones de euros en estos primeros 7 meses del año, de los que casi 380 corresponden a agricultura. Los cultivos herbáceos, frutales y la uva de vino son los más afectados, concentrando un volumen elevado de los daños reportados.

Extremadura es una región con una fuerte dependencia del sector primario. Las actividades agrícolas y ganaderas representan un porcentaje significativo del empleo y la riqueza. Esto hace que los seguros agrarios cobren especial relevancia como mecanismo de estabilización económica. Uno de los factores más destacados en los últimos años ha sido el aumento de la contratación de seguros agrarios en la región, con un incremento en la superficie asegurada, sobre todo en cultivos clave como el tomate y la uva. Esto se debe, en parte, al aumento de las ayudas públicas para la contratación de seguros agrarios, pero también a la concienciación de los propios agricultores sobre la necesidad de protegerse ante los riesgos cada vez más presentes. En esta región y según datos de Agroseguro, las indemnizaciones previstas en este periodo han ascendido a casi 24 millones de euros. Se han centrado en el sector hortícola con 3,9 millones de euros frente a los 36,8 para el total de España, y casi 20 millones en frutales de los 92 millones a nivel nacional,

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El seguro agrario ha pasado en nuestro país por varias modificaciones y mejoras en los últimos años, orientadas a adaptarse a las nuevas realidades del cambio climático. Las primas han aumentado ligeramente en 2024, lo que ha generado cierta preocupación. Este incremento ha sido justificado por la necesidad de ofrecer una cobertura más amplia y robusta frente a un entorno climático cada vez más incierto. El Gobierno y las autoridades agrícolas han subrayado la importancia de mantener un sistema de seguros agrarios fuerte, capaz de hacer frente a las demandas del sector en tiempos de adversidad.

Aunque los seguros agrarios siguen siendo una herramienta vital para la protección económica de los agricultores, la creciente variabilidad climática requiere soluciones más integrales, como la adopción de prácticas agrícolas más resilientes, la rotación de cultivos o la agricultura de conservación, complementos necesarios a las coberturas de los seguros. Además, la economía en las zonas rurales depende en mucho de la producción agrícola, por lo que es fundamental seguir apoyando a los agricultores no solo a través de seguros, sino también mediante políticas pque promuevan la innovación y la adaptación a las nuevas realidades de mercado, climáticas y tecnológicas.

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