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Sin márgenes para el conejo

Sin márgenes para el conejo

ANÁLISIS AGRARIO ·

El sector cunícola lleva muchos años inmerso en un intento de redimensionamiento, que tiene como consecuencia la desaparición de las explotaciones con menor capacidad competitiva

JUAN QUINTANA

Lunes, 7 de noviembre 2022, 08:16

La semana pasada la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) volvió a poner sobre la mesa las enormes dificultades que está sufriendo el sector cunícola. Una compleja situación que se viene arrastrando desde hace muchos años, pero que se ha agravado dramáticamente con la crisis actual, que está afectando especialmente a ganaderías con importantes problemas estructurales, como es la del conejo. Aunque los precios en 2021 se consideraron aceptables, el elevado incremento de los costes de producción redujo el diferencial y por tanto la rentabilidad de las explotaciones.

El sector cunícola lleva muchos años inmerso en un intento de redimensionamiento de su eslabón productor, que tiene como consecuencia la desaparición de las explotaciones de menor dimensión y con menor capacidad competitiva. De acuerdo con el último informe elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el pasado abril estaban censadas 1.555 explotaciones productivas, lo que supone una caída del 7% con respecto al pasado año. En la última década la reducción ha sido de casi el 50% y en continuo descenso.

Extremadura es la segunda región con mayor número de explotaciones de producción, sin incluir las de autoconsumo, con el 14,1%, solo por detrás de Cataluña, donde se localizan más del 26% de las mismas. En total son 358 explotaciones, de las que 219 son de producción. Llama también la atención que, frente al descenso generalizado, es de las pocas regiones donde en los últimos 15 años se ha producido un incremento continuado, si bien es cierto que muchas de autoconsumo. Por ello, el censo de animales es muy bajo, por debajo del 3%, siendo la reducida dimensión media el principal punto débil del sector. Pero no el único, las salas de sacrificio no se encuentran en esta región, y los animales deben ser desplazados a la vecina Castilla y León, que junto con Cataluña centralizan la mayor parte de esta actividad.

Esta preocupante contracción del tejido productivo nacional, tanto en animales como en explotaciones, evoluciona paralela al consumo. Salvo un ligero repunte entre 2010 y 2012, derivado en buena parte por las intensas campañas de promoción promovidas por la interprofesional Intercun, el descenso de la producción de carne ha pasado de las casi 65.000 toneladas en 2012 a las 47.500 en 2021, de las que poco más de 9.500 han ido destinadas a la exportación. Algo difícil de comprender, no solo porque es una carne tradicional en nuestro país, donde además somos uno de los grandes productores europeos, sino también por las excelentes cualidades nutricionales de la misma. La realidad es que el consumo medio actual en nuestro país es solo de un kilo por habitante y año. La única explicación, es la percepción cada vez más arraigada que se tiene del conejo como mascota, lo que sin duda ha frenado a buena parte de los jóvenes consumidores y a los adultos con niños a su cargo.

Las peticiones del sector al Gobierno son necesarias para paliar la coyuntura actual, como son reforzar las ayudas directas, moratorias en el pago de las facturas de energía o reducciones fiscales para amortiguar el coste del gas y la electricidad. Necesarias pero difíciles de poner en marcha, al menos íntegramente. Pero en todo caso, no van a poder paliar la reducción del consumo, lo más preocupante a largo plazo, ya que es una tendencia emocional muy difícil de revertir, por muchas campañas que se acometan y por mucho y bien que se esfuerce el sector para ofrecer nuevos cortes y nuevas formas de consumo.

Con esta premisa, parece que la mejor solución es incrementar las exportaciones, un mercado que en los últimos años está creciendo, pero que no tanto como para compensar el escaso consumo interno. Para ello es necesario ser muy competitivo en los mercados internacionales, lo que implica una mayor concentración en la producción, con la consiguiente desaparición de explotaciones, algo que nadie quiere, pero a lo que parece estamos abocados.

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