![La pandemia deja sin ferias a los artesanos extremeños](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202108/06/media/cortadas/163067291--1248x936.jpg)
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JAIME PANADERO
Viernes, 6 de agosto 2021, 09:26
La pandemia parece estar llegando a su fin, pero hay sectores que siguen sin observar ningún leve destello de normalidad. Es el caso de los artesanos alimentarios de la región, que han visto cómo las ferias y mercados a los que solían asistir se han reducido prácticamente a cero y que continúan aún sin despegar.
«Para nosotros era nuestro principal canal de venta. Antes, casi todos los fines de semana teníamos alguna feria gastronómica o algún mercado medieval, pero ahora está todo completamente parado. En los últimos meses hemos asistido solo a una o dos, no más», explica Eladia Faba, fundadora de El Conchito Gourmet.
Se trata de un pequeño negocio familiar, ubicado en Puebla de Sancho Pérez (Badajoz), que se dedica a la elaboración de frutos secos y semillas garrapiñadas pero dándoles una vuelta de tuerca más: sin dejar de lado el garrapiñado tradicional, se han especializado en la creación de nuevos sabores a partir de la incorporación de condimentos y especias.
Tienen alrededor de una treintena de productos diferentes, que presentan las combinaciones más singulares que a uno se le puedan ocurrir. Destacan especialmente las pipas, donde cuentan con catorce variedades distintas: pipas con cebolla, con curry, con pimentón de la vera, con cacao, con café, con regaliz o hasta con tomate y orégano. Todas están elaboradas de forma artesanal por los integrantes de El Conchito.
Según Faba, los mercados y ferias agroalimentarias eran la base de su negocio, no solo porque eran el principal canal de venta para la empresa, sino también porque les ayudaba a darse a conocer y tomar el primer contacto con nuevos clientes. La llegada de la pandemia les ha obligado a reinventarse y a explorar otras herramientas, como la venta 'online' o potenciar las redes sociales. Aun así, reconoce que no les está siendo sencillo: «Es un producto difícil de vender a través de esos canales, porque su compra suele ser muy impulsiva, así que estamos subsistiendo como podemos».
Natalia del Águila se encuentra en una situación muy similar. Ella está al frente de 'Las delicias del Palacio del Deán', una pequeña empresa que se encarga de elaborar mermeladas dulces y saladas y conservas vegetales. Lo hace con las frutas y verduras que ella misma cultiva de forma ecológica. Las hace de todos los sabores inimaginables: de pimiento y jengibre, de higo y canela, de pera, de mora, de madroño... Además, va innovando según la fruta que esté de temporada en su huerta.
Para ella, las ferias también son parte esencial de su negocio: «Nos permiten acercar nuestros productos directamente al cliente final, sin intermediarios. Además, nosotros siempre aprovechamos estos eventos para contar nuestra historia y hacer degustaciones. No me gusta que me compren una mermelada sin que la prueben antes», señala la emprendedora.
Ella también tiene página web para vender 'online', pero afirma que la usan los clientes que ya la conocen. La celebración de mercados, en cambio, le ayudaba a atraer nuevos.
Por esa razón, Natalia del Águila insiste en solicitar a las Administraciones públicas que apoyen la organización de este tipo de actividades, porque el sector está pasando por un momento complicado. «Muchos no vamos a poder aguantar otro año así», se lamenta. Cree, además, que sería una buena forma de fijar población en el medio rural, pues muchos de estos proyectos se sitúan en pequeños municipios. El suyo, por ejemplo, en Villamiel (Sierra de Gata, Cáceres).
Ambas empresas están asociadas al Clúster de Artesanía Alimentaria de Extremadura, una entidad creada en 2015 con el objetivo de poner en valor este sector en la región y apoyar a sus productores.
Carolina Fraile es la gerente del clúster. Ella explica que la artesanía alimentaria posee unas peculiaridades que le hacen diferente al resto de empresas que elaboran productos agroalimentarios: «El alimento artesano debe cumplir una serie de especificaciones aún más exigentes respecto a su producción, elaboración, manipulación, transformación y envasado, para garantizar la calidad al consumidor final. El producto tiene que ser individualizado, de producción limitada y controlada, no puede estar totalmente mecanizada».
Debido a estas características, Fraile subraya que el alimento artesano tiene un valor añadido respecto al resto, que además le hace ser más respetuoso con el medio ambiente y con mejores propiedades para la salud. «Nosotros en el clúster somos muy rigurosos con la entrada de nuevos socios y miramos con lupa estas condiciones», concluye la gerente.
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