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Extremadura empieza a poner en el mercado otro producto con un sello de calidad. La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Cabrito de Extremadura echa a andar en la práctica. En estos días están certificándose las primeras canales bajo la distinción en este caso de una ... IGP.
Luis Fernández León, ganadero de Navalvillar de Ibor, es presidente de su consejo regulador.
«Es un momento emocionante. Llega el fruto al trabajo iniciado hace muchos meses. Nos ha costado porque esto tiene su papeleo», resume Fernández. «Ahora tenemos el reto de lograr una mejor comercialización de un producto exquisito pero que necesita darse a conocer mucho mejor», refrenda convencido tras recordar cómo pocos meses antes del inicio de la pandemia se empezó a ultimar la puesta en marcha de la IGP con la Dirección General de Ganadería de la Junta que encabeza Antonio Cabezas.
Bajo 'Cabrito de Extremadura' se ampara la carne de animales de ambos sexos que tienen que haber nacido en la comunidad autónoma extremeña y pertenecer a las razas Verata, Retinta, Florida, Malagueña, Murciano-Granadina, Blanca Andaluza, Cabra de las Mesetas o Serrana, Payoya, o cruces entre ambas. Abarca a toda Extremadura, no solo un área o comarca, reseña el presidente de la IGP como valor añadido. El sello de calidad será presentado el día 9 en la Escuela de Hostelería de Mérida.
Va a certificar dos tipos de carne, la del cabrito lechal y la del cabrito en general.
El primero tiene que proceder de madres en extensivo o semiextensivo y de ejemplares que solo se han alimentado con leche materna. Las canales de cabrito lechal tienen que tener un peso máximo de 6 kilos sin cabeza y asaduras. La edad al sacrificio tiene que ser menor de 50 días.
Por otro lado, las canales de cabrito en general pueden pesar un máximo de 9 kilos (sin cabeza ni asaduras) y la edad al sacrificio debe ser de 90 días. Se les permite completar la alimentación con cereales, forrajes y leguminosas.
Las cabras amparadas se encuentran en extensivo y su alimentación es a base de productos naturales, bien sea la leche de sus madres, o bien sean los recursos naturales de los montes y la dehesa. Ambos tipos de carne, se resalta en la IGP, resultan tiernas, jugosa, con poca grasa.
El objetivo a largo plazo es que alrededor de cien productores de carne de caprino pueden certificar sus canales bajo el sello de la IGP aunque inicialmente son bastante menos los que empezarán a hacerlo. Rondarán la treintena.
«Hemos decidido empezar a certificar en estos primeros dias de noviembre porque es buena fecha para que ya en Navidad todos los consumidores puedan disponer de un producto excepcional», sentencia Luis Fernández en conversación con este diario.
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