La ganadería en Extremadura tiene su hecho diferencial, su seña de identidad. Son las explotaciones en extensivo, donde los animales no están alojados ni son alimentados dentro de las instalaciones de forma permanente y aprovechan pastos y frutos como la bellota. Están asociadas a sectores ... referentes en el panorama agroalimentario nacional como el porcino ibérico, el vacuno o el ovino. Las que son en intensivo se guían por unos criterios estrictos de sanidad y seguridad alimentaria y presentan unos volúmenes muy alejados del vocablo de moda en las últimas horas: las macrogranjas. Estas responden a un tipo de ganadería superintensiva anecdótico en suelo extremeño.
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El número de cabezas, por sí solo, no es un parámetro indicativo del sistema productivo. Aparecen más factores como la extensión de la finca donde se manejan, la alimentación, los recursos naturales... Pueden existir explotaciones extensivas con 1.000 vacas o solo 10, así como intensivas con 1.000 cerdos o 5.
En todo caso, por intensiva se entiende una explotación en la que los animales están alojados y son alimentados dentro de instalaciones de forma permanente, incluso cuando estas cuentan con corrales abiertos al aire libre. Y, por tanto, no es asimilable una intensiva con una macrogranja.
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«Aquí no las hay. Para empezar, no existen jurídicamente hablando. Y no tenemos explotaciones ganaderas con tantas cabezas como en otras partes de España y que supongo es a lo que se refieren por macrogranjas, que no es lo mismo que una intensiva», anticipa Antonio Prieto, responsable de ganadería de UPA-UCE y presidente de Asici, la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico, en la que se sientan productores e industriales.
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«Por nuestro territorio, por nuestro modelo y porque todo está tan regulado, estrictamente regulado, aquí no hay macrogranjas», confirma Ángel García Blanco, presidente de Asaja Extremadura e integrante del consejo de la Denominación de Origen Dehesa de Extremadura. «Desde luego puede haberlas en otros sitios de España pero aquí no. Ni de porcino, ni de vacuno, ni de ovino», remata el líder de Asaja.
La estadística de la Junta aporta cifras reveladoras para conocer la realidad de nuestra ganadería. Dejando atrás las mayoritarias explotaciones en extensivo, si nos centramos en las intensivas se confirma la percepción de que no hay granjas de un tamaño exagerado. «El modelo de macrogranja no existe en Extremadura», remarca la consejera de Agricultura, Begoña García Bernal.
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En bovino, hay 422 explotaciones intensivas en Extremadura. De ellas, 306, el 72,5%, tienen menos de 100 cabezas y solo 7 superan las 700 reses. En ovino, de las 181 explotaciones intensivas, casi todas, 157 (86,7%) tienen menos de 100 animales y solo 5 más de 500. En caprino, semejante panorama: de las 187 explotaciones censadas, 158 tienen menos de 100 cabezas y solo cuatro por encima de las 500.
La normativa europea, sumada a la del Gobierno, las comunidades autónomas y los propios municipios, que también tienen un papel apreciable a la hora del asentamiento o no de voluminosas explotaciones ganaderas, dibujan un primer tope que condiciona hacer una macrogranja.
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España es el único país que fija un límite a las granjas porcinas (un máximo de 3.500 cerdas de cría o 7.200 guarros de engorde) y que prepara decretos gubernamentales con topes similares para el vacuno y aves. Hablamos básicamente de cerdo blanco, que apenas hay en Extremadura. Además, la norma de calidad del cerdo ibérico recoge requisitos imprescindibles, en cuanto a forma de crianza, alimentación y tipo racial, para que un cerdo pueda ser comercializado. Ahí se incluyen los de cebo, los que no ven bellota, que deben disponer de una superficie mínima de suelo en su fase de cebo de dos metros cuadrados.
ángel garcía blanco
Presidente Asaja Extremadura
Antonio prieto
Secretario de ganadería de UPA-UCE
Antonio Cabezas
Director general de Ganadería de la Junta
«No estamos hablando de hacinamiento en esa categoría mientras que para los cerdos de cebo de campo o de bellota hablamos de hectáreas por animal y crianza en extensivo, y es lo más habitual aquí», agrega Prieto.
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En la región, la inmensa mayoría del porcino que es intensivo tiene menos de 25 reproductoras y 500 cochinos (4.554 explotaciones). Otras 1.900 explotaciones tienen menos de 130 guarros y hay 369 que son para autoconsumo, esto es, que se crían unos pocos cochinos para matanza.
72,5% de las explotaciones de intensivo de bovino en la región tienen menos de 100 animales.
Lo más parecido a una macrogranja es una calificada granja intensiva de dimensión industrial. Conlleva aparecer en el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes. Sirve para controlar el efecto de las instalaciones industriales en el medioambiente. Están obligadas a declarar sus emisiones. Ese registro incluye a las granjas de cerdos y de aves de corral que superan un determinado tamaño.
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Ahí deben incluirse las granjas de porcino para más de 2.000 cerdos de cebo de más de 30 kilos o 750 reproductoras y las avícolas con más de 40.000 plazas para gallinas ponedoras.
En España hay 3.750 granjas intensivas en ese registro. En Extremadura son 46 explotaciones de porcino de 7.068, el 0,65%, y 8 avícolas de carne (1,1% del total, 718) que deben comunicar sus emisiones por su tamaño.
«No tenemos un problema ni de volumen ni de concentración de explotaciones en poco terreno. Nuestro valor y modelo es lo extensivo», subraya Antonio Cabezas, director general de Agricultura y Ganadería.
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Buena parte de los proyectos de explotaciones ganaderas deben superar un requisito tan exigente como una declaración de impacto ambiental (DIA). Supone un procedimiento administrativo preceptivo y vinculante a través del que se analizan los posibles efectos significativos sobre el medio ambiente de un proyecto. La ley 16/2015, de 23 de abril, de protección ambiental de Extremadura fija que sean obligadas las DIA a partir de un determinado número de cabezas según qué sector ganadero.
Además hay declaraciones de impactos ordinarias, simplificadas y abreviadas. Las ordinarias, las más exigentes, se realizan a partir de 40.000 plazas para pollos; 2.000 plazas para cerdos de engorde y 750 para reproductoras y 600 plazas para vacuno de cebo. Mientras, las declaraciones abreviadas son necesarias a partir de 4.700 plazas para pollos, 50 para vacuno de cebo y 165 para ganado ovino y caprino. En el caso de explotaciones porcinas, las abreviadas son para las que superen las 25 plazas para cerdos de cebo o 5 plazas para reproductoras.
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