Rita Álvarez, con dos ejemplares de carneros merinos australianos. J. M. ROMERO

El inesperado interés por el merino australiano que se cría en Extremadura

La experiencia de la finca de Fuente de los Romeros puede mejorar la genética para que la lana multiplique su precio

Antonio Gilgado

Mérida

Martes, 29 de marzo 2022, 13:58

Echó cuentas Miro Rodríguez. Si los australianos venden a diez dólares por kilo la lana de sus ovejas y en España rara vez pasa del euro, ¿qué habría que hacer para tener aquí la de allí?

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Al fin y al cabo, concluyó, vienen del tronco ... merino, el mismo que pasta en La Serena.

Dos opciones tenía. Traer machos vivos de la otra punta del mundo para cruzarlas con hembras suyas o inseminar. Descartó la primera porque las cuarentenas de los animales vivos encarecían mucho la operación.

Así que optó por el plan B. Traer en un avión desde Sidney a Barajas una bombona con semen de macho australiano y embriones congelados en nitrógeno líquido para cubrir a cien hembras en la finca de Entrerríos.

Los contactos de los australianos lo consiguieron por casualidad. Un amigo de León tenía relación con el cónsul australiano en España, que les puso a su vez en relación con los ganaderos locales a los que podían comprar. Consiguieron los permisos para la importación de material genético y dieron con una empresa veterinaria especializada en inseminar borregas primerizas.

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El freno inicial de que perdieran en carne con el cruce ya se ha diluido

Aspiran a entrar en un mercado que paga el kilo de lana a más des diez dólares algunos años

Pero llegó la pandemia y todo se congeló. Se pospuso porque no había ni aviones en los que cargar. En cuanto se levantó el confinamiento de 2020 llegó la bombona a Madrid. No sin las trabajas del veterinario de Aduanas, que como nunca se había importado esta mercancía se negó a firmar la autorización para sacarlo del aeropuerto. Dos horas después, tras mostrar varias veces todos los permisos y la documentación de importación, rubricó y la bombona a casa.

En junio consiguieron por fin cubrir a más de cien ovejas. Y 152 días después empezó llegó paridera. Como un reloj.

No ha sido fácil, reconocen Miro Rodríguez y Rita Álvarez. Pero ahora, enseñan orgullosos su rebaño de machos australianos que pasta en Fuente de los Romeros, su finca entre Entrerríos y La Coronada.

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Algunos están ya a la venta. 1.500 euros por cabeza.

Rita y Miro Rodríguez con el vellón que guardan de la primera esquila. J. M. ROMERO

No hace falta ser un experto en genética ovina para intuir que se trata de un cruce poco visto en la península. Tiene una lana espesa, larga y limpia.

Y sin perder en carne, que era el temor de los ganaderos y el freno que muchos veían en el cruce. De nada vale ovejas con mejor lana si luego dan borregos cortos que no entran en lonjas. Esa era la preocupación de Miro. Gastarse un dinero que no quiere desvelar en importar semen y embriones para luego dar con un merino que no se adaptara a La Serena o que bajara de peso.

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Ahora que cría ya la segunda remesa de oceánicas cree que va por el camino correcto. Los borregos han puesto en tiempo y forma y se han cubierto como más de diez centímetros de lana larga, uniforme y resistente.

Lo importante, explica, es que dé rendimiento tras el lavado. Las lanas españolas, por lo general, pierden casi la mitad de lo que pesan al salir del lavadero. Pero las de ovejas australianas y chilenas solo pierden un 30%. Y a ese porcentaje de rendimiento quieren llegar en Fuente de los Romeros. Confían en que los cruces posteriores entre las crías de las primeras madres y padres vayan mejorándola. Ahora pueden tomar muchos caminos. Cruzarlos entre sí o ir echando a hembras de su ganadería machos australianos.

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Cuentan Miro y Rita que llevan años escuchando a los ganaderos de la cooperativa lamentarse por los bajos precios de la lana y que la conclusión a la que llegan tanto comerciales como pastores siempre es la misma, mejorar la genética. «Sabemos que se paga mal porque es de mala calidad, pues mejoremos la calidad de la que tenemos», concluyen.

Uno de los sementales que se han criado en la finca. J. M. ROMERO

Y en ese camino están. De momento, han conseguido un inesperado interés por la evolución de su idea. Rita ha recibido un correo electrónico de la embajada de Australia dándole la enhorabuena por el proyecto y les anima a compartir sus logros con otros ganaderos de su país. Se repiten las llamadas de compañeros que quieren ver los primeros sementales australianos. Escritores e investigadores han visitado su finca y les dedican artículos especializados, también han llegado interesados en comprar la lana que esquilen en primavera. «Tiene muchos novios y eso es bueno porque todo el que viene a verla dice que la quiere reservar».

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Interesa a un industrial textil de Cataluña, a un lavadero de Portugal y a varios artesanos que hacen prendas bajo pedido y mantas. También a restauradores profesionales con encargos en museos porque con lana limpia y absorbe sin dañar superficies delicadas. Al menos saben que van a poder venderla por un circuito comercial distinto al habitual. Eso ya es un paso. Y al no haber más de doscientas ovejas, se la pueden llevar un solo comprador para uso propio.

Pero el camino, explican los dos ganaderos, pasa por ir ampliando la morfología australiana en su ganadería de casi dos mil cabezas para generar un volumen que pueda exportarse directamente a China y la India, donde se suele abastecer la industrial textil internacional.

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No ven la rentabilidad tan lejana. Los diez dólares por kilo a los que aspiran pueden valer para que cada oveja saque de la esquila lo que después se come en pienso de suplemento en la cría.

Si venimos de unos años en los que casi hay que pagar a los compradores para que se lleven la lana, se entiende el interés que despierta esta apuesta en Fuente de los Romeros entre los ganaderos de ovino.

Trashumante de séptima generación e innovador

Miro Rodríguez y Rita Álvarez no han perdido el acento castellano. Siguen viviendo como lo que han sido toda la vida: trashumantes. Ahora en Extremadura de otoño a primavera y en verano huyen del calor a los puertos de León, donde tienen su otra casa. Miro es pastor trashumante jubilado de séptima generación. Aprendió de sus abuelos y de su padre a bajar las ovejas desde los puertos hasta La Serena. Ocho días de camino desde el monte a la estación de Palencia y desde allí en tren hasta Villanueva. Bajaban en Todos los Santos y se subían a finales de mayo.

Muchos de los libros que se han escrito de la trashumancia llevan fotos suyas en las majadas a más de mil metros de altura o bajando las ovejas en el emblemático embarcadero de la estación de Villanueva para el ganado. Luego pasaron del tren al camión. «Era más cómodo porque cargas a pie de puerto en León y descargas en la finca». Trabajaban para el marqués de Perales y como los mayorales tenían derecho a algunas ovejas fueron ampliando su ganadería. En el 81, el marqués puso Fuente de los Romeros en venta y Miro la compró junto a su hermano y su cuñado. En el noventa dejaron de trashumar. Cada vez era más difícil encontrar pastores que aguantaran tantos meses en el monte. A lo que se añadió luego el aumento del coste del transporte. Y tampoco lo ponían fácil los propietarios que invadían las cañadas reales, muy reacios a dejar pasar el ganado. Desde entonces mantienen la ganadería propia y fija en Extremadura. Miro cuenta que siempre le ha obsesionado mejorar la genética de su cabaña. Y para este proyecto de Australia le ha ayudado su sobrino, Ángel Salio y Beatriz López, una ingeniera agrónoma especializada en genética.

Beatriz, cuenta, se encargó de seleccionar las madres de su finca que fueron inseminadas y del seguimiento posterior y Ángel de conectar con el ganadero australiano o de solventar todos los trámites burocráticos para la importación. Miro y Rita están más que satisfechos por la gente que les rodea en esta aventura. Creen que han encontrado a otras dos personas muy implicadas en el mundo ovino. «Sin ellos todo esto no se habría hecho porque hay cuestiones muy técnicas que nos han ayudado a resolver. Nos encantan las ovejas a los cuatro».

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