JAVIER SÁNCHEZ
Viernes, 6 de agosto 2021, 09:28
La apuesta ha sido clara desde los inicios: sostenibilidad, viabilidad y ser respetuoso con el medio ambiente. Todo ello está muy ligado a la protección y la cría de una raza autóctona. A partir de estos principios, se ha creado La ganadería merina La Llave, situada en la finca Los Almaracejos, en la comarca de Trujillo. En los últimos años, se ha convertido en un referente en el sector. «Hoy es un modelo de dehesa sostenible, desde la producción, hasta la gestión», según la entidad.
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El alma máter de esta explotación es la ganadera Rosa María de la Quintana, que junto a su marido Miguel Ángel Muguiro decidieron emprender este proyecto hace ya seis años y una vez jubilados. Cuentan con el apoyo incondicional de la profesional María del Camino Limia, que les ha ayudado a dar pasos de gigante en la selección genética y en la producción.
María Rosa, más conocida como 'Sweety', recuerda que, «por un milagro de los dioses» recibieron en herencia la dehesa de Los Almaracejos. En ese momento estaba arrendada. Sin embargo, su espíritu inquieto y ante el mal trato que estaba recibiendo el campo, el matrimonio prefirió explotar directamente esta finca, embarcándose en el proyecto de 'La llave'. «Me preocupaba la dehesa maltratada», sostiene la propietaria y gerente. Tras asesorarse, se vio que lo mejor para la dehesa eran las ovejas. A partir de ahí, la apuesta fue encaminada a lo autóctono y puro y en ese camino se contó con el apoyo de la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Merino. Hoy, «todas nuestras ovejas están inscritas en el libro genealógico de la raza merina autóctona», apunta de la Quintana.
La ganadería, en la actualidad, cuenta con 1.500 madres con una gran genética merina, con altos datos de producción. Prueba de ello es que de 1.500 madres, se obtienen 2.100 corderos al año. Además, los ejemplares de esta explotación están obteniendo premios en distintas ferias de la raza. No obstante, «Seguimos mejorando nuestra selección para hacer de esta ganadería una de las más representativas de la región», se apunta desde la entidad.
Esta labor de la cría ha ido siempre muy vinculada con ese cuidado de la dehesa. Insiste en que cogieron la finca con la tierra «muy machacada», con malas praxis de cultivos. Ante este hecho, comenzaron a sembrar praderas de pasto, con la implantación de nuevas técnicas de hierbas, como los tréboles, pocas veces visto en este tipo de iniciativas, además de otras plantas que mejoran la dehesa. Prueba de ello es que van dejando un suelo rico en proteínas, que también las necesitan los animales. «Cuánto mejor está la dehesa, mejor estará el ganado y mejor producirá», añade al respecto.
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Otra de las medidas que se han llevado a cabo ha sido un cultivo de rotación coherente. El nuevo manejo de los suelos hace que estas praderas estén dando el triple de lo que daban antes. Además, se han ido mejorando los cercados para facilitar la rotación. Y es que reconoce que para poder contar con una explotación de este modo, hay que trabajarlo tanto en el mantenimiento del campo, como con los animales. «Al final de lo que se trata es de ocuparse». Insiste en que no se puede pedir todo a la dehesa pero no aportarla nada, como se ha hecho en muchas ocasiones.
En esa línea se han hecho otros trabajos, como la recuperación de pozos, en los que se puso energía solar para que fuesen más sostenibles. También se han recuperado las viviendas existentes, así como la modernización y ampliación de otras instalaciones. Igualmente, se ha trabajado en la limpieza de charcas.
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Otra de las acciones importantes ha sido la repoblación de árboles. Para ello, la ganadera, de origen andaluz, hizo una prueba para plantar alcornoques, que es una de sus pasiones y vio que dio resultado. Por tanto se solicitó una ayuda para repoblar el terreno con 900 alcornoques y 300 encinas, que son fundamentales para las ovejas, por la sombra y por las bellotas. Igualmente, se ha construido un cebadero sostenible y automatizado. Todo ello se une a la colaboración con los agentes forestales y el centro de recuperación de aves, entre otras tareas. El fin último es dejar una mejor dehesa «nuestros descendientes y a Trujillo».
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