A las floridas les rechina el hocico. Se encabritan sobre el haz de ramón. El caprino de dehesa subsiste aquí gracias a lo que los olivareros dejan en el suelo.
Publicidad
Ubres nutricias. Cuidado con las ramas en los crotales. Orestes llega con el ... todoterreno tirando del carro rebosante. Huelen las hojas frescas y dejan las ramas más secas. Avalancha sobre el coche. «Crían cabritos como dinosaurios», dice.
El cabrero lo achaca a los restos de poda. También heno, paja y algo de cereales, pero las hojas de olivo les ayuda con el rumio.
En la Cerrocilla pasa Orestes Gómez todas las tardes. Hay que amontonar lo que recoge del suelo para echárselo después a sus cabras. Ciento veinte bocas que no se cansan de mascar. Pocos cabreros se dedican al ramón. Mucho trabajo diario. Primero hay que avisar al olivarero de que no queme. Después recogerlo todo con una horca. Dejar el suelo limpio. Luego descargarlo y, cuando se lo han comido, apilar las ramas para que se astille o quemarlo para carbón o picón. Pero Orestes no desiste. Incansable agachado, y con la horca cargada de verde, se mueve entre sus cabras.
Tiene faena para casi todo el año. En verano se lleva los chupones. Uno a uno con el hacha a ras de suelo para dejar el olivo limpio. Zafarrancho antes de la floración. El olivo gana en salud y para las cabras, una golosina. A costa de horas y horas con la horca al hombro. En invierno y primavera, el regalo viene de la copa. Tras la cosecha de aceituna, el aclareo y la poda de ramas que caen al suelo se las lleva Orestes a la Cecerrilla. «Prácticamente estamos todo el año».
Publicidad
Cabrero experimentado. Sabe bien lo que necesitan sus cabras. Llegó a tener más de trescientas. Y fue de los primeros en poner ordeñadoras y sala refrigerada en Cordobilla. Pero tuvo la mala suerte de toparse en el camino con un comprador de leche que nunca le pagó lo que se llevó. Deshizo el rebaño para no arruinarse. Salvó a una docena y un macho. Empezó casi de cero. Ahora con ciento veinte tampoco le da para comer. Hay que echar jornales en el campo. A los jóvenes que empiezan les pide prudencia. Y suerte. «El campo al final es una cuestión de suerte. Estamos todos en el alambre». Es un firme defensor de abaratar costes para soportar la pandemia. Y el ramón ayuda. Los olivareros necesitan alguien que se lleve lo que desechan sin coste alguno. Y los cabreros, pienso de calidad que no vacíe la cartera. «El ramón es muy bueno, pero da mucho trabajo». El cabrito vive directamente de la hostelería. Por eso, este año las cuentas no cuadran. De la Cerrocilla salen cada año cien crías de diez kilos. El cabritero llamó la semana pasada a Orestes. Carga a tres euros el kilo. En Navidad, por ejemplo, se los llevó a seis euros y cincuenta céntimos y ya eran baratos. «Tenemos que seguir alimentando bien al ganado, pero aligerando costes o nos vamos todos a pique». Por eso su afán por amontonar cada tarde un remolque de los olivos de la comarca.
Comparte filosofía con Miguel Andrés. Sus veratas pastorean cada día entre el río Aljucén, Cornalvo y las obras del AVE. La mitad no salen de la cerca porque se alimentan de paja y ramón de olivo. «Cuando crían es lo mejor, no tengo ninguna dura».
Publicidad
Dinámica de trabajo algo más mecanizada. Nada de horca y rastrillo. John Deere 1850. Perfecto para moverse entre las calles de olivos. Arrastra con una pala y llena el remolque. En dos horas tiene mercancía para una semana en la cerca de las madres.
Miguel es cabrero de tercera generación. Recuerdan, que de pequeño, acompañaba a su abuelo con carretilla de mano a los olivares. Su padre, en cambio, huía de la hojas de olivo. Complicaba la pastoría. La querencia hace que los animales no puedan resistirse cuando van por un camino y ven un olivar cerca.
Publicidad
Pero el ramón no vale solo para alimentar a cabras y ovejas. En los últimos años ha aumentado su uso para biomasa. Francisco Óliver Perera se dedica a sacarle rendimiento desde hace cuatro años. El sistema es el mismo. Los olivareros sanean los árboles tras la cosecha y los desechos se los queda Óliver. No cobra nada al propietario porque hay suficiente volumen de astillas para llenar un camión y llevarlo hasta la planta de biomasa de Mérida. Allí le pagan según las calorías del material. Las astillas de olivo y las de encina tienen salida en este mercado. «Es algo nuevo, pero cada vez hay más gente. Todo el que nos avisa repite al año siguiente porque es una forma de sanear a coste cero».
ORESTES GÓMEZ, CABRERO
Francisco Óliver Perera, ASTILLERO
Óliver trabaja esta semana por la zona de Alcazaba, entre Pueblonuevo y Guadiana. Ve en esta comarca de regadío muchas posibilidades para sacarle rendimiento a las podas de las parras, de los olivos o los frutales. De hecho, varias empresas de gestión agrícola se han diversificado para vender algo que habitualmente se quemaba en el campo.
Publicidad
En eso coinciden Orestes y Óliver, antes de quemar, mejor aprovechar. Basta ver como se encaraman las cabras sobre la pila de hojas para entenderlo.
La golosina llega cada tarde antes de ponerse el sol en un todoterreno verde tirando de un carro.
La biomasa puede ayudar a rentabilizar explotaciones agrícolas y ganaderas.
En Extremadura hay dos tipos de residuos agrícolas: los herbáceos, que mueren al final de su temporada de crecimiento. Y los leñosos, que salen de las podas de olivos, viñedos y frutales. Ambos tienen carácter estacional. El volumen se acumula en un periodo de tiempo corto y no se generan hasta el año siguiente. Discontinuo.
Según las estimaciones de la Agencia Extremeña de la Energía, el ramón de olivo supone el 8% de los residuos agrícolas que se generan en la región y el sarmiento de la vid el 7%.
Por distribución geográficas, las comarcas de Mérida, Almendralejo y Coria son las más apropiadas para sacarle rendimiento a este subproducto, según la Agencia Extremeña de la Energía. El aprovechamiento, en la mayoría de los casos, resulta inviable por cuestiones logísticas. Un agricultor individual medio no tiene capacidad para adquirir la trituradora, gestionar el almacenamiento y transportar a la planta de los restos. Prefiere quemarlo. Sí interesa a empresas especializadas. Pero necesitan una superficie de trabajo amplia. Un único propietario, habitualmente no lo consigue, por eso la tendencia en el campo pasa por la concentración entre vecinos para sumar áreas de terreno diario rentables.
Y esa fase es la que se está desarrollando ahora en comarcas con más volumen como la de Mérida. Los olivareros medios se asocian para esta tarea que habitualmente suponía un problema y un coste de mantenimiento en los olivares.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Te puede interesar
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en Valladolid
El Norte de Castilla
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.