![El miedo no deja crecer al cáñamo industrial](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202006/05/media/cortadas/150623534--1248x832.jpg)
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La falta de información sigue dando lugar a confusiones en gran parte de la sociedad a la hora de saber diferenciar entre el cáñamo industrial y la marihuana. Aunque pertenecen a la misma especie, Cannabis Sativa, son variedades diferentes: ni presentan las mismas características ni se utilizan con los mismos fines, pero sus similitudes han llegado a ocasionar problemas a algunos agricultores. Hace unos meses, el dueño de una finca de cáñamo industrial de Santa Marta sufría el asalto violento de un grupo de encapuchados. A pesar de las advertencias del propietario de que sus plantas no eran marihuana y de los carteles que así lo indicaban, los ladrones le asestaron varios golpes y se llevaron parte de la cosecha, y la víctima tuvo que ser atendida en un centro hospitalario.
El miedo a que ese tipo de situaciones puedan repetirse es lo que provoca reticencias y acaba ahuyentando a los que se interesan en un principio por este cultivo. Aun así, cada año el listado de las declaraciones de la PAC de la Consejería de Agricultura suma alguna explotación más.
Sergio (nombre ficticio) es el encargado de una de esas parcelas con cáñamo industrial que hay en la región. Está situada en la provincia de Badajoz, aunque prefiere ocultar la ubicación exacta de la misma y su identidad para evitar problemas. Descubrió esta especie cuando buscaba alternativas para la finca en la que trabaja. «Tenemos una pequeña dehesa donde llevamos a cabo otras actividades agrícolas y ganaderas, y necesitábamos diversificar. Nos dimos cuenta de que el cáñamo industrial se adaptaba muy bien a las condiciones climáticas de Extremadura y que era compatible con el resto de trabajos que hacemos aquí, que para nosotros es lo más importante», explica.
Se estrenaron en este cultivo el año pasado, con ocho hectáreas de producción, aunque simplemente de forma experimental. «Lo hicimos por probar qué tal iba y por ir aprendiendo. En esta zona hacía muchísimos años que no se daba y hay un desconocimiento absoluto. Hemos ido a base de ensayo y error, e improvisando», indica.
Sergio describe la experiencia fundamentalmente como «enriquecedora». Asegura que han aprendido mucho pero que también ha sido complicada en algunas ocasiones. «No es lo mismo dedicarte a la uva o a la aceituna que dedicarte a algo que nadie sabe y que nadie te puede ayudar. Aquí estás solo», se lamenta.
Y es que ser uno de los primeros en hacer algo no suele ser fácil. «El que va abriendo camino siempre es el que va a cometer más errores, y los errores suelen costar tiempo y dinero. Los que vengan después tendrán el camino más abierto, aunque está claro que la calidad y el conocimiento no se consiguen desde el principio, sino a base de experiencia», reflexiona el extremeño.
A nivel económico, por su parte, no les ha reportado muchos beneficios, pero tampoco les ha supuesto pérdidas, «que no es poco para ser el primer año». La ventaja del cáñamo es que se puede aprovechar toda la planta al completo. Sus materias primas se destinan a usos muy diferentes: las fibras que contiene su tallo son muy codiciadas en la industria textil, las hojas y flores sirven para producir biomasa y aceites, e incluso las semillas son una buena fuente de proteínas y ácidos grasos que se pueden adquirir para el consumo humano. Desde el Centro Tecnológico Agroalimentario de Extremadura (Ctaex) también llevan años investigando las posibilidades del cáñamo en la producción de cosméticos. Son solo las aplicaciones más comunes, pero el abanico de opciones es infinito. «Hasta los subproductos, que en otros cultivos suelen ser un problema, aquí también se venden», señala el agricultor.
Él confía en que, a la larga, puede llegar a ser un cultivo rentable y conseguir afianzarse en la región. El periodo vegetativo del cáñamo va desde mayo, con la siembra, hasta septiembre u octubre, que se realiza la cosecha. Por esa razón, puede ser perfectamente compatible con cereales o leguminosas.
Pero no cree que vaya a ser fácil. Su principal enemigo, dice, es el desconocimiento, que puede llegar a provocar situaciones límite como la del agricultor de Santa Marta. «Claro que tenemos miedo. La gente lo sigue asociando a la marihuana, y hay riesgo de que alguien decida entrar armado en tu propiedad para robarte», reconoce.
La principal diferencia entre el cáñamo y la marihuana está en los niveles de THC (tetrahidrocannabinol), que es la sustancia que produce efectos psicoactivos en el cannabis. Para que una planta de cáñamo sea legal, las semillas tienen que estar certificadas por la UE y su porcentaje de THC debe situarse por debajo del 0,2%; lo que implicaría que su capacidad psicotrópica es insignificante. Pero en esta explotación pacense se autoimponen unos niveles aún más bajos. «Nosotros intentamos buscar semillas que directamente no tengan nada de THC o una cantidad ínfima para no tener ningún problema legal, aunque son más caras y más difíciles de encontrar. Esto es fundamental, porque si supera el 0,2%, no solo es que no puedas venderlo, sino que tienes que destruir la cosecha entera», argumenta. Hasta ahora, los análisis realizados a sus plantas se han mantenido siempre por debajo del 0,01% de THC.
A diferencia de Extremadura, en otras regiones españolas el cultivo del cáñamo sí está más extendido. En Andalucía, la Comunidad Valenciana o Cataluña hay empresas que llevan varios años trabajando con él, y en algunos países europeos como Francia la situación está completamente normalizada.
Sergio cree que esa es precisamente la clave para asegurar el futuro del cáñamo en Extremadura: normalizarlo. «Conforme empiece a ser un cultivo más habitual en la región y la gente vaya aprendiendo un poco sobre él, entiendo que los riesgos se reducirán», apunta.
Además, también reclama necesaria una mayor implicación por parte de las instituciones para fomentarlo. «No se incentiva a que se entre en él. Es un cultivo que a nivel de esfuerzo y de horas trabajadas sería similar al del tabaco, pero luego no tiene el reconocimiento en forma de ayudas que sí tiene el tabaco», opina.
A pesar de todos los inconvenientes, por ahora seguirán intentando hacerse un hueco en este sector. «No podemos hacer lo mismo que hace todo el mundo, porque entonces iríamos a remolque del resto. Tenemos que intentar diferenciarnos». Continuarán explorando en solitario el inhóspito camino del cáñamo industrial, pero extremando las precauciones.
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