![Fátima Retamosa: «El vino de pitarra es una seña de identidad extremeña»](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/10/06/184507822-k22B--1200x840@Hoy.jpg)
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La trujillana Fátima Retamosa lleva años ligada, de un modo o de otro, al mundo del vino. A través de Enoturismo Trujillo hace desde catas hasta cursos, pasando por visitas, sin olvidar el asesoramiento. En este último tiempo, esta empresaria trabaja en recuperar variedades de ... viñas autóctonas en terrenos como los situados en Robledillo de Trujillo, Madroñera y Herguijuela.
–¿Cómo se hace este trabajo?
–Ayudamos y asesoramos, ya que muchos de esos viñedos se han ido dejando a lo largo de los años. Ahora, los nuevos propietarios están dando valor a este tipo de plantaciones. Además, son viñas que se adaptan mucho mejor al cambio climático y hacen vinos especiales. De hecho, este año presentamos en Fitur nuestra propuesta dando valor al territorio a través de los productos, en este caso, de la viña y el vino de pitarra. Tenemos que ponerlo en valor. Es cierto que la calidad de este vino no puede competir con vinos famosos y comerciales. Sin embargo, puede competir con su historia, ya que desde la época de los griegos se elabora. Es algo especial y por ello es importante que lo resaltemos, hoy en día que se buscan cosas diferentes.
–¿Se han podido recuperar esos viñedos antiguos?
–Así es. Los estamos recuperando. Además, estamos sacando esquejes, haciendo injertos y sacando nuevas plantas con esas madres. Una característica que tiene este vino de pitarra es que procede de parcelas muy pequeñas, con 100 o 200 cepas. Son cantidades muy pequeñas, donde se mezclan uvas blancas, con tintas y con uvas que casi no están catalogadas de lo antiguas que son. Así se produce ese vino de pitarra.
–¿Cómo es ese vino?
–Son vinos muy alcohólicos, que pueden que en nariz y en boca sean difíciles, pero que son especiales. Son vinos de un año y el tipo de elaboración no tiene nada que ver a cómo se elaboran los vinos en una bodega industrial. Por poner un ejemplo, en una bodega industrial el enemigo es el oxígeno. Se utilizan depósitos de acero inoxidable, donde se echa gas carbónico para que no haya oxígeno. Los vinos de pitarra se hacen hoy en día en toneles de plástico, antes eran barro, y se deja al aire para que críe con una levadura arriba, que hace de tapadera.
–¿Tiene su nicho de mercado?
–Tiene el nicho de mercado de la gente que quiere recuperar lo tradicional y que quiere algo diferente. Recuerdo que este tipo de vino ha estado mucho tiempo sin hacerse y elaborarse. Eso sí, el vino de pitarra casero no se comercializa. Ahora han sacado una ley en la que puedes dar de alta una bodega o un vino con pequeñas cantidades. Antes te exigían unas cantidades que solo se podía hacer de manera industrial. Hoy en día, para que puedan entrar esas bodegas como las que hay en Robledillo de Trujillo, en Sierra de Gata o en Madroñera, se ha legislado porque se ve que es un vino diferente y una seña de identidad de nuestra tierra.
–¿Cómo empezó esta labor?
–En un principio, hicimos un pequeño trabajo de búsqueda de viñedos que estaban abandonados. Les planteamos que si querían les ayudábamos a recuperar y acondicionar esas viñas para que dieran producción, a cambio de coger esquejes y sacar más plantas para poder reproducirlas. Aceptaron. Ahora estamos con el siguiente paso, que es hacer un invernadero.
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